SEMANA SANTA EN TOLEDOEste viernes sale la Virgen de los Dolores acompañada solo de mujeres

Este Viernes de Dolores, preámbulo de la Semana Santa toledana, en la iglesia mozárabe de las santas Justa y Rufina finaliza (a las 18 horas) con una eucaristía el septenario en honor de Nuestra Señora de la Soledad, que como cada año desde 1667 ha organizado su Real e Ilustre cofradía. Durante la misa se impondrán las medallas a los nuevos cofrades.

Horas más tarde, a las 23.00 horas, saldrá en procesión de la iglesia de las mártires sevillanas la Santísima Virgen, bajo la advocación de los Dolores. Irá en su preciosa carroza, escoltada por algunas de las armaduras del siglo XVII y acompañada solo de mujeres de todas las edades, con vestido o traje, guantes, velo y mantilla negros; muchas con medalla de la cofradía en el pecho y todas con vela en la mano.

Realizará el siguiente itinerario: Iglesia de santas Justa y Rufina, Plata, plaza de san Vicente, Navarro Ledesma, Nuncio Viejo, Hombre de Palo, Comercio, plaza de Zocodover (pasando por delante del Arco de la Sangre), Sillería, Cadenas y plaza de la Ropería, donde suele cantarse cada año la Salve antes de entrar en su sede canónica en la madrugada del sábado.

Se cumplirá una tradición que nació el 11 de abril de 1930, Viernes de Dolores, cuando a las 22.30 la Virgen de los Dolores partía en procesión de la iglesia mozárabe de las santas Justa y Rufina, acompañada por cerca de un millar de mujeres, vestidas de negro, que desfilaron entre un profundo silencio. El recorrido fue: iglesia de santa Justa y Rufina, cuesta de Belén, Comercio, Martín Gamero, Tornerías, plaza de la Magdalena, Comercio, cuesta de Belén y entrada en la iglesia mozárabe. La procesión fue organizada por la Asociación de Señoras Devotas Adoradoras de Nuestra Señora de la Soledad, fundada semanas antes.

Se quemó en 1873

Uno de los fines que tenía el reglamento de la asociación, aprobado en 1930 por el Consejo de Gobernación del Arzobispado, era el de celebrar la fiesta principal, en honor de Nuestra Señora, el Viernes de Dolores y sacarla en procesión, bajo la advocación de los Dolores en la noche de ese día acompañada solo de mujeres. Desde entonces, salvo los años de la Segunda República y la Guerra Civil y los años que llovió (1942 y 1956), la procesión ha recorrido las calles toledanas contemplada por millares de personas que en respetuoso silencio ven el paso del desfile procesional.

La imagen de Nuestra Señora de la Soledad había sido regalada por el párroco de la iglesia, Francisco de Mesa, a finales del siglo XVII. En 1873 esta se quemó y fue sustituida por una nueva que esculpió el maestro Mariano Bellón en 1884.

La devoción del pueblo toledano es ancestral, pues Nuestra Señora de la Soledad ya era venerada a mediados del siglo XVI, cuando tenía su sede canónica en el desaparecido convento de santa Catalina o de la Merced, que habitaban los monjes mercedarios calzados. La virgen salía en procesión la tarde del Viernes Santo llegando a la catedral primada. Las diferencias habidas entre los monjes del convento y los miembros de la cofradía motivaron que estos, de acuerdo con el párroco de la iglesia santa Justa y Rufina, Francisco de Mesa, trasladasen la imagen a la iglesia mozárabe el 22 de abril de 1666 con la autorización del cardenal Pascual de Aragón.

El 7 de abril de 1694, un grupo de cofrades y los monjes mercedarios calzados acordaron que cuando la procesión con la imagen de Nuestra Señora estuviese recorriendo las calles de la ciudad la llevarían al convento de santa Catalina. Enterado el párroco de santas Justa y Rufina del acuerdo, se lo comunicó al cardenal primado Luis Manuel Fernández-Portocarrero, que envió a la procesión al Tribunal Eclesiástico que impidió que lo acordado por cofrades y monjes se cumpliese. Desde aquellos años, Nuestra Señora de la Soledad preside la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo que organiza su cofradía.