Rafael del Cerro Malagón - VIVIR TOLEDO

Memoria reciente del castillo de San Servando. La sede de un Colegio Menor

La inauguración oficial se escenificó el 15 de noviembre de 1958 con la presencia del secretario general de Movimiento, Solís Ruiz

Rafael del Cerro Malagón
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En 1943 ya operaba en Toledo la Academia de Cultura del Frente de Juventudes que alentó su delegado provincial, Matías Martín Sanabria (1901-1965), maestro y regente de Prácticas de Magisterio, creándose, en 1946, una sección de Enseñanza Primaria que llegaría hasta 1978 bajo un patronato de Juventudes. De modo paralelo, también se impartían clases a alumnos mayores de nueve años para ingresar en el Instituto o en Magisterio, en los locales de Falange de la calle Hospedería de San Bernardo. En 1944, el nuevo gobernador civil llegado a Toledo, Blas Tello (1908 -1984), añadiría los deseos de atraer al alumnado rural alejado de la Enseñanza Media, de evitar la pérdida de talentos y de formar a las élites del país según el ideario falangista.

Para ello era vital conseguir un lugar propicio para las clases y un internado, como podría ser e l olvidado castillo de San Servando que, además, acunaba ciertas claves del Régimen por haber sido un escenario de la Reconquista/Cruzada ligado a monjes y caballeros.

En este contexto encaja el izado de banderas celebrado el 18 de julio de 1949, en aquella fortaleza cuyas obras se pretendían finalizar un año después, aprovechando la mano de obra que, una vez concluida la recolección, quedaría en paro. Sin embargo, aunque se había logrado la cesión de este monumento, vinculado a la Dirección General de Bellas Artes, los recursos económicos del Frente de Juventudes no eran suficientes. En febrero de 1950, para hacer frente a las obras, se formó una comisión en el Gobierno Civil integrada por el Ayuntamiento de Toledo, la Diputación, varios delegados provinciales ─entre ellos Martín Sanabria, que lo era de Juventudes ─, altos funcionarios y el arquitecto Eduardo Lagarde Aramburu (1883-1950) que dirigía la oficina de la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones abierta en Toledo para rehabilitar el patrimonio dañado por la Guerra Civil. Sin embargo, meses después, un trágico accidente de carretera le ocasionó la muerte, ocupando su lugar José Manuel González Valcárcel (1913-1992), arquitecto de las Dirección General de Bellas Artes, cuyo proyecto sería el que finalmente se llevó a cabo en San Servando.

En el curso 1950-1951 se iba a producir un hecho fortuito. Juan Mas del Rivero, coronel director de la Fábrica de Armas, había promovido la compra de un inmueble en la calle de la Trinidad (antiguo palacio de los condes de Oñate) para habilitar un colegio destinado a los hijos de los trabajadores. Una vez hecha la obra ─reforma que ya describimos en otros artículos de esta serie─, se decidió que, al estar aflorando ya el nuevo Poblado Obrero en la Vega Baja, era allí donde más necesidad había de escuelas en lugar de hacerlo en el centro de Toledo. Así pues, tan flamante edificio, con las aulas repartidas en torno al gran patio central, sería traspasado al Frente de Juventudes que, de inmediato, situó aquí a los alumnos mayores que cursaban Bachillerato y se preparaban para ingresar en Magisterio o en la Academia Militar de Zaragoza. Así permanecerían todas esas enseñanzas hasta 1958. Y es qu e, las obras del Castillo iban con escasa rapidez, aunque, en la noche del 3 de junio de 1951, con motivo de los actos celebrados alrededor de San Fernando, sobre los muros almenados se proyectaron imágenes de la historia de la fortaleza mientras que, por altavoces, se locutaba un relato al público congregado en el puente de Alcántara y sus alrededores.

En junio de 1952, la Delegación Nacional del Frente de Juventudes emitía una circular que propiciaba la creación de colegios menores como residencias para estudiantes de secundaria que acudían los institutos oficiales, algo que encajaría en la posterior Ley de Ordenación de Enseñanza Media de 1953. Sin embargo, el nuevo colegio de Toledo sería casi el único de España que ofrecería una enseñanza reconocida para su propio alumnado. El 23 de octubre de 1952, el entonces ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz Jiménez, se desplazó a Toledo para la apertura de curso de la sección de Primaria ─que reunía a 260 alumnos─ en las dependencias de la Diputación y luego, en la calle de la Trinidad, ante los 156 alumnos de Bachillerato, ya adscritos al Colegio Menor San Servando, cuya dirección se encargó a Carlos Vinader Corrochano. El Ministro visitó las obras del Castillo, empezando por la futura capilla y otros espacios auxiliares, mientras que en la fortaleza se ubicaban las aulas y el internado con un magro presupuesto de dos millones de pesetas que incluía la dotación de mobiliario. Las ayudas se espaciarían a la vez que crecían los costes, hasta que, en 1958, se pudo recibir al alumnado de la ciudad y al procedente de la provincia.

La inauguración oficial se escenificó el 15 de noviembre de 1958 con la presencia del secretario general de Movimiento, Solís Ruiz. El nuevo castillo se ordenaba en tres niveles alrededor del patio central. En el inferior se situaron nueve aulas, despachos y la cocina; en el siguiente estaban el comedor, el salón de actos, la biblioteca, dirección y otros servicios; el ultimo acogía básicamente los dormitorios. La torre del homenaje disponía de cuartos para los educadores y el capellán. Al lado, un edificio anejo de nueva planta, reunía la lavandería, duchas, el gimnasio, la capilla y dos viviendas.

En el primer año hubo 230 alumnos: 80 internos, 50 mediopensionistas y 100 externos. Casi todos eran becados por ayuntamientos, la Diputación y el Frente de Juventudes por tener buenos expedientes escolares, no admitiéndose la continuidad en el centro cuando quedasen materias pendientes. En el plano educativo, un aspecto singular era la participación del alumnado en las Juntas de Colegiales integradas por los representantes elegidos en cada curso. La nueva etapa en San Servando nacía bajo la dirección del acreditado profesor toledano Tomás Sierra Bueno. Después, hasta el final de la actividad docente como Colegio Menor, en 1982, le siguieron Juan Alonso Beighau, Alfonso Benito Clemente, Félix Paredes Montealegre y Félix Gómez López.

En el marco de la Transición, como el resto de los colegios menores, sería una residencia del Instituto de la Juventud del Ministerio de Cultura, luego traspasada a la administración autonómica. En aquella etapa, el castillo de San Servando acogió brevemente (1983-1987) las estrenadas Cortes de Castilla-La Mancha hasta su traslado al edificio de Gilitos, para continuar exclusivamente como Albergue de la Consejería de Educación Cultura y Deportes. Entre los detalles originales que aún perviven de 1958 se encuentra la pintura mural ─que requiere una obligada reparación─ de la antigua capilla, ahora adecuada como salón de actos, obra debida al pintor canario Gregorio Toledo Pérez (1906-1980) con el tema de La última comunión de Fernando III el Santo.

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