Carnavales: Exotismo y magia ajenos a la política

Aunque el día estuvo encapotado y la luvia tímida se dejó ver en algunos momentos, ello no impidió que cientos de miles de personas a lo largo y ancho de Castilla-La Mancha salieran a las calles de pueblos y ciudades para disfrutar del Carnaval. Desde Toledo a Mota del Cuervo, desde Villarrobledo a Cuenca; desde Herencia a Guadalajara. Ni un solo punto de la región quedó ajeno al ambiente loco y carnavalesco, que este año parece haber servido como desahogo a la realidad política que vive el país, con el Gobierno aún en funciones y a la espera de que alguien conforme uno nuevo.

El hastío y la desafección ciudadana por la clase política se dejó ver ayer claramente en charangas y comparsas, pero no en forma de críticas, que hubiera sido una forma de rechazo lógica entre la ironía y lo mordaz.

No. Simplemente, la ciudadanía carnavalesca «pasó» de lo que ocurre en el Congreso de los Diputados o en los despechos donde estos días se trata de fraguar algún acuerdo, y dio la espalda con sana ignorancia a los padres de la patria.

Los activos participantes en el Carnaval optaron por lo étnico, lo exótico y lo mágico en sus disfraces: África, tribus, majoretes, adornos de ensueño, brujas floridas, elefantes plateados, macetas humanas, payasos, cruzados, nodrizas blancas como la leche, aztecas urbanos, corridos mejicanos, dragones chinos...

Y niños, muchos niños en las calles, disfrazados, con la emoción a flor de piel, junto a sus padres o amigos, en pandillas adolescentes o no tanto. No se vio a Rajoy ni a Pedro Sánchez, ni siquiera a Pablo Iglesias deambulando como zombis por las calles. Nada de política. Basta de política porque «oye, qué bien se está sin Gobierno», es el comentario generalizado estos días entre la ciudadanía.