Silla de montar atribuida por la tradición a Babieca, el caballo del Cid, pero que en realidad fue un regalo a Carlos V. Pertenece a la Real Armería
Silla de montar atribuida por la tradición a Babieca, el caballo del Cid, pero que en realidad fue un regalo a Carlos V. Pertenece a la Real Armería - ABC

Ni la silla era de Babieca ni la espada de Roldán

Cervantes quedó fascinado con dos piezas de la Armería Real, pero estaban mal atribuidas

Madrid Actualizado: Guardar
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No sólo los Reyes de España se han sentido atraídos por el ideal quijotesco. También Miguel de Cervantes mostró su interés por las colecciones reales, y todo parece indicar que, como hacían otros artistas y escritores de la época, visitó en su día la Real Armería, situada entonces frente al antiguo Alcázar.

Según cuenta Álvaro Soler, jefe del Departamento de Conservación del Patrimonio Nacional, Don Quijote menciona en una conversación con Sancho Panza que en la «armería de los reyes» se encontraban «la silla de Babieca», el caballo del Cid y «la espada de Roldán». Dos piezas que en aquella época estaban erróneamente vinculadas por la tradición a dos mitos caballerescos, por lo que debieron fascinar a Cervantes.

Sin embargo, el tiempo demostró que ni la silla de montar era de Babieca ni la espada perteneció a Roldán.

Soler explica que cuando se restauró la silla a mediados del siglo XIX se halló en su interior un papel que señalaba al Cid como su propietario, según «una disparatada tradición basada en las veneras de su decoración». Dichas veneras llevaron a identificar la silla con Santiago, cuyo emblema se suponía que había sido tomado por el Cid, ya que ambos simbolizaban la lucha contra el Islam en la Edad Media. Sin embargo, la silla de montar fue, en realidad, un regalo que el duque de Mantua hizo a Carlos V entre 1533 y 1536.

La espada fue atribuida por error a Roldán en un inventario del tesoro de Isabel la Católica del año 1503. Se creía que la vaina de la espada de Roldán estaba recubierta de joyas, y ese hecho debió llevar a la confusión. Pero la espada debió pertenecer en realidad a Alfonso X el Sabio (1252-84), según el jefe del Departamento de Conservación de Patrimonio Nacional.

En cualquier caso, ambas piezas han estado expuestas en el Palacio Real con motivo del IV centenario de Cervantes, junto a otras vinculadas con el escritor, como manuscritos, documentos, tapices y bordados.

La casa de Valladolid

Uno de los documentos del Archivo General de Palacio que mejor refleja la atracción que han sentido los Reyes por el ideal quijotesco es la escritura de donación de una casa de Valladolid en la que vivió Cervantes entre 1604 y 1606. Esa casa fue comprada en 1912 por el bisabuelo de Don Felipe, Alfonso XIII, a instancias de Benigno Vega Inclán y Flaquer, para salvarlo de la destrucción. Y, según cuenta Juan José Alonso, director del Archivo General de Palacio, tras las obras de reforma, la donó al Estado en 1915 para que se destinara al museo que es en la actualidad.