De izquierda a derecha: Eduardo Serra, Emilio Lamo de Espinosa, Benigno Pendás y Juan José Laborda
De izquierda a derecha: Eduardo Serra, Emilio Lamo de Espinosa, Benigno Pendás y Juan José Laborda - JUAN MANUEL SERRANO

El Rey, garantía de democracia en «tiempos difíciles»

Expertos en materia política y Monarquía debaten acerca del papel de la Corona en la actualidad

Santander Actualizado: Guardar
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El Rey, como el árbitro de un partido de fútbol, «no puede ser el protagonista». Su función es la de mantener el juego fluido y evitar que se produzcan bloqueos durante el partido. Con este símil futbolístico analizó Benigno Pendás, director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, la figura del Monarca a partir de su definición en la Constitución Española. «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones», como recoge la Carta Magna; o «un activo democrático en tiempos difíciles», en palabras de Pendás.

Enmarcado en el seminario «Monarquía y política en democracia: España y Europa» que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, personalidades que han mantenido algún tipo de vínculo con la Monarquía o la vida política española reflexionaron ayer lunes sobre el papel que desempeña la Corona en el panorama actual.

La «unidad interior del pueblo» que proporciona el Monarca frente a la labor de un presidente de república fue uno de los argumentos más defendidos por los ponentes del encuentro, entre los que se encontraba Eduardo Serra, exministro de Defensa.

«En una jefatura de Estado republicana, el presidente representa la unidad, pero menos, porque ha sido elegido por unos y no por otros», aportó Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano. Frente a la percepción de la Monarquía Parlamentaria por una parte de los españoles como una institución «cara e ineficiente», Lamo de Espinosa aclaró que el coste de la Monarquía solo supone 0,23 dólares per cápita al año. Un importe irrisorio comparado con los 7,58 dólares por cabeza que cuesta la Monarquía noruega y casi la mitad de los 0,43 de la jefatura de la república alemana.

Rey constitucional

Sobre el papel del Rey Don Felipe, el presidente del Real Instituto Elcano dijo que aún debe llegar a una población joven menos conectada con la Monarquía, igual que hizo Don Juan Carlos con su papel fundamental en la Transición. Julián Ariza, exdirigente de Comisiones Obreras, afirmó que el Rey actual debe seguir trabajando para «mantener y reforzar lo que su padre hizo».

El debate confirmó que la Monarquía, tal como está concebida en España desde 1978, no sigue los cánones tradicionales de los países regidos por sistemas con la misma jefatura del Estado. El modelo en el que se constituye el Estado nació de la Carta Magna; el ahora Rey emérito, heredero del trono tras la abdicación de su padre y la muerte de Franco, fue desprovisto de todo poder ejecutivo en el proceso de la Transición por parte de las Cortes y la Constitución que de ellas emanó.

Este papel actual implica un jefe del Estado con importancia en la vida política desde la imparcialidad de su figura: esta semana, tras las segundas elecciones en España y el bloqueo político, Don Felipe tiene que recibir una información «ya hecha» para proponer un candidato a la presidencia del Gobierno, no los ingredientes para que sea él quien desenquiste la situación, tal como afirmó ayer Benigno Pendás.

De la mesa redonda surgió uno de los argumentos más sólidos para defender la Monarquía española: el reconocimiento constitucional a los Borbones sirvió para equiparar a España con los países más avanzados del mundo, entre los que se encuentran monarquías legítimas fundamentadas sobre los valores democráticos modernos. Japón, Noruega, Bélgica, Canadá, Suecia… y España, entre otros países, copan los principales ránkings de calidad democrática del mundo: las democracias coronadas, pese a suponer un 12 por ciento de los países a nivel mundial, son más del 50 por ciento de los estados con mayor bienestar, justicia e igualdad.

«Miedo» al populismo

Juan José Laborda, el que fuese presidente del Senado además de portavoz del PSOE en la Cámara Alta, abordó durante la ponencia inaugural del curso la legitimidad de los distintos sistemas de gobierno. A su juicio, la democracia es el sistema «más imperfecto», pero también el único que posee la «legitimidad» para someter a los gobernantes a las leyes. Así, igualar a los ciudadanos y a los miembros del Gobierno ante la justicia evita que el sistema «inspire temor» a la población. El populismo, sin embargo, busca «empoderar» a los votantes «contra amenazas reales y no reales». Esta corriente, según Laborda, «es incapaz de hacer la revolución y tan imprevisible como la democracia», con el «pueblo indignado» como único instrumento. Y, pese a la garantía que el Rey supone para la democracia ante este fenómeno, «el populismo da miedo».