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El Rey Felipe, durante su intervención en la tradicional recepción al cuerpo diplomático acreditado la semana pasada

Don Felipe cumple 49 años: así ha cambiado tras casi mil días como Rey

El Monarca más joven de Europa retoma su actividad nacional e internacional tras el bloqueo político del año pasado

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Todavía no lleva ni mil días como Rey (hoy cumple 956), pero a Don Felipe ya se le nota el peso de la responsabilidad en su aspecto. Las canas cubren gran parte de su barba, ha perdido peso y la espontaneidad que derrochaba cuando era Príncipe la reserva ahora para ocasiones especiales. Hubo un tiempo en el que a alguno de sus colaboradores más próximos le preocupaba que el aire de actor de Hollywood que Don Felipe tenía en plena juventud no le ayudara a transmitir la autoridad sobria que se esperaba de un Rey. Pero dos años y siete meses en la cúspide del Estado de un país con serios problemas han bastado para dar a Don Felipe ese aura de gravedad, aunque sigue siendo el Rey más joven de Europa.

Este lunes 30 de enero cumple 49 años y lo hace en unas circunstancias más favorables que en su anterior aniversario, cuando a los problemas habituales (la salida de la crisis económica, el separatismo catalán, el interminable caso Nóos…) se sumó la imposibilidad de dotar a España de Gobierno. Entonces estuvo un mes sin salir apenas del Palacio de La Zarzuela tratando de desatascar el mayor bloqueo de la democracia.

Al final, fueron necesarios diez meses, cinco rondas de consultas con los representantes políticos y otras elecciones generales para que España se dotara de gobierno, y esas circunstancias condicionaron enormemente la actividad del Rey. Hubo que cancelar cuatros viajes oficiales o de Estado, de los que solo se ha podido recuperar uno hasta la fecha -el de Arabia Saudí-, y aún quedan pendientes Japón -que se retomará lo antes posible-, Reino Unido -aún sin fecha- y Corea del Sur -que ha quedado postergado indefinidamente por los problemas internos del país-. Además, hay otros muchos países que han cursado invitaciones al Rey para que les visite, como Irlanda, a donde se irá después del Reino Unido.

Este año, una vez restablecida la normalidad, será el de la recuperación de la política exterior. Don Felipe también ha empezado a recibir la visita de mandatarios extranjeros. Este lunes, mantendrá un encuentro con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, antes de acudir al Palacio Real para rendir un gran homenaje a Miguel de Cervantes, con motivo de la clausura del IV centenario de la muerte del genial escritor. El miércoles recibirá al presidente de Alemania, Joachim Gauck; el 10 de febrero le visitará el de italia, Sergio Mattarella, y a finales de febrero, será el presidente de Argentina, Mauricio Macri, quien realizará un viaje de Estado a España acompañado de su esposa, Juliana Awada. Será la primera visita del máximo nivel que reciba nuestro país en 600 días, tras el parón por el bloqueo político.

También hubo un tiempo en el que a Don Felipe se le reprochaba que él había crecido entre algodones, en comparación con las generaciones de su abuelo, Don Juan, y sus padres, Don Juan Carlos y Doña Sofía, que habían conocido la dureza del exilio. Pero Don Felipe tampoco lo ha tenido fácil.

Cuando nació, a la una menos cuarto de la tarde del 30 de enero de 1968, su futuro era incierto como miembro de una Familia Real todavía en el exilio, aunque sus padres vivieran en Madrid. Y lo siguió siendo hasta que el 22 de noviembre de 1976 Don Juan Carlos fue proclamado Rey y él se convirtió en Heredero de la Corona. Creció y se formó mientras España progresaba y aprendía a vivir en democracia, y cuando empezaba a esfumarse el problema más grave de aquellos años, el terrorismo de ETA, aparecieron otros que amenazaron con poner en peligro lo conseguido: el terrorismo islámico y la crisis económica.

Después de años de presiones para que se casara y garantizara la continuidad de la dinastía, contrajo matrimonio con Doña Letizia, una periodista divorciada que no respondía al perfil esperado, pero que entró en Zarzuela como una ráfaga de aire fresco y renovación y que, doce años y medio después de la boda, sigue siendo una mujer con ideas propias y una madre cariñosa y exigente con sus dos hijas: la Princesa de Asturias, de once años, y la Infanta Sofía, que este año cumplirá diez y recibirá su Primera Comunión.

Don Felipe maduró a la sombra de un padre que cosechó los mayores reconocimientos nacionales e internacionales por haber traído la democracia y el progreso a España, y vio cómo todos esos logros podían quedar eclipsados por unos comportamientos concretos en la vida privada. Tomó nota y aprendió la lección: su conducta institucional y personal debía ser intachable.

Prudente y reflexivo hasta el extremo, Don Felipe no deja lugar a la improvisación. Empeñado en separar su vida oficial de la privada, nunca ha organizado ningún acto público especial con motivo de sus cumpleaños, pero sí aprovecha la expectación mediática que suscitan estas fechas para poner el foco en asuntos que considera relevantes, como ha ocurrido hoy, que compartirá su aniversario con el del hombre al que considera el español más importante de la historia: Miguel de Cervantes.