Cuando Benjamin Franklin se topó con la Iglesia en Canarias

Debió actuar porque los corsarios americanos estaban atacando indiscriminadamente en 1778 navíos isleños que partían hacia o desde Londres. Uno de ellos, con ropa para la isla de La Palma, donde unas monjas la utilizaban para financiarse

Los canarios hacían negocios con el Reino Unido a pesar de las presione quye España recibía de Francia Carlos Cólogan

Carlos Cólogan Soriano

El año de 1778 no se conoce por ser muy relevante en la historia de España salvo que fue el año previo a la entrada de nuestro país en la contienda entre Inglaterra y sus Trece Colonias norteamericanas . Hasta ahí, todo normal salvo que en las islas Canarias, a medio camino entre Europa y América, fue testigo o, mejor dicho, sufrió algunos daños colaterales no muy divulgados. Entre esos episodios, está el de una monja palmera llamada Francisca Josefa del Sacramento Vinatea.

En ese verano de 1778, los americanos ya andaban a la greña con los ingleses y como estaban muy faltos de barcos de guerra con los que enfrentarse a la poderosa Marina de Guerra británica idearon un sistema muy barato pero eficaz. El asunto fue armar a muchos de sus barcos mercantes como barcos corsarios y repartir entre ellos patentes de corso para atacar el comercio británico en el Atlántico .

Andarse con ojo

Para organizar semejante «marin» los americanos depositaron en Benjamin Franklin , que entonces estaba en París cerrando alianzas con el gobierno francés y español , el reparto de las patentes. El conspirador y eficaz americano se apoyó en una red de agentes que se movían entre los puertos franceses y españoles para recibir a sus corsarios cuando estos hacían una captura británica.

Los bergantines americanos eran pequeños y dotados de no más de 20 cañones, sin embargo, tenían una movilidad enorme que les permitía apresar a cualquier mercante, con aspecto británico, que se moviera en el Atlántico. Curiosamente, muchos de esos capitanes corsarios, caso del famoso Lambert Wickes eran capitanes de navíos que durante décadas transportaron vinos desde Tenerife y la Palma hasta Filadelfia . Vamos, que muchos de ellos eran muy conocidos en los puertos Canarios como este que trabajó para la familia Franchi.

Al tiempo que este enfrentamiento sucedía, la monja Sor Sacramento vivía plácidamente dentro de las paredes del convento de Santa Catalina de Siena en Santa Cruz de la Palma. La religiosa tenía una virtud y era ser una repostera de mucha altura , dicho en el sentido gastronómico.

Negocio de las monjas

De sus manos salían orzas, es decir, tarros, rellenos con exquisitos dulces como membrillos , jaleas o mejunjes de almendras regados con anís. Toda una variedad de confituras , seguramente riquísimas, que las monjas preparaban en el convento. En sus cartas relatan que las preparaban con las frutas disponibles en La Palma que eran desde naranjas chinas a uvas, cerezas, albaricoques ciruelas o manzanas.

Los destinatarios de las confituras eran algunos adinerados comerciantes de la isla de la Palma y de Tenerife que las recibían como pago por las a portaciones dinerarias de éstos a la vida del convento. En ocasiones, bien porque alguna hija estuviera en él o bien por alguna misa o rezos de difuntos que éstas ofrecían para la salvación de alguna alma descarriada.

Logística desde Tenerife

Las monjas, necesitadas de todo y con nula capacidad de adquisición intercambiaban sus dulces y muchas veces recibían de los comerciantes del Puerto de la Cruz , en Tenerife, muchos artículos de importación venidos desde Inglaterra. Entre los más importantes estaban los textiles con los que cosían sábanas , manteles, ajuares, entre otros. De esa forma saldaban las numerosas aportaciones que recibían y de las cuales dependían.

Durante años fue así, y en el verano de 1778 Sor Sacramento esperaba ansiosa un barco sueco que venía desde Londres a Tenerife cargado con numerosos fardos de ropa blanca para ser remitidos a varias islas y algunos de los cuales debían ser para su convento. Lo cierto es que el verano pasaba y el navío sueco contratado, llamado «Henrica Sophía», dilataba su llegada hasta que la desgracia se confirmó.

El barco neutral sueco , contratado por los comerciantes de vinos de Tenerife, había sido apresado por un corsario americano que «lo confundió» con uno británico. Los corsarios apresaron a los tripulantes llevándolos a la bodega su barco pirata y le dotaron de nueva tripulación poniendo a la presa con rumbo a Norteamérica para ser vendida.

Torpe pirata

La noticia que se difundió rápidamente por las islas y fue debido a la torpeza del propio corsario llamado Gustavus Cunngingham quien llegó con su navío «La Revenge» hasta Santa Cruz de Tenerife. Sucedió una noche que, estando al ancla a más de doscientos metros de la costa, no advirtió que uno de los marineros suecos se liberaba de los grilletes y saltaba por la borda nadando hasta la costa y dando la voz de alarma.

La información llegó a la Palma y Sor Sacramento escribió apenada a Tenerife a la empresa de Juan Cólogan e Hijos. Puesta en guardia la comandancia, el navío corsario partió muy osadamente desde Santa Cruz al puerto de La Palma y en su travesía apresó a un segundo navío, este sí verdaderamente británico.

La ruta Filadelfia-Tenerife por los vinos

Desafortunadamente para él, en aquel puerto le esperaban las t ropas de infantería españolas quienes lanzaron sus lanchas sobre el navío corsario y su presa inglesa, recuperando al segundo y poniendo a la fuga al corsario.

El «Henrica Sophía» con sus trapitos llegó finalmente al puerto de Filadelfia y los corsarios trataron de venderlos en pública subasta. Al final eso no sucedió porque allí estaba Juan de Miralles y Trayllón , embajador oficioso de España ante las Trece Colonias y amigo íntimo de George Washington quien se percató de la irregular, no legal, captura de un barco neutral, no británico y fletado por la compañía tinerfeña de Juan Cólogan e Hijos .

Grave problema en La Palma

Así lo atestiguó ante la Corte y lo comunicó a Tenerife. Curiosamente aquella captura originó, como una pirueta del destino, el reinicio de la relación entre Tenerife y Filadelfia pues Miralles puso en contacto a la compañía tinerfeña con el mayor empresario de la ciudad llamado Robert Morris , luego convertido en padre fundador de los EE.UU., además de financiero de la revolución y fundador del primer banco de esa nación.

Ese derrotero, muy útil para los exportadores de vinos tinerfeños , causó gran apertura de las exportaciones a Norteamérica pese a que no fue la única captura irregular ni la más sonada. Sin embargo para Sor Sacramento aquel suceso del navío sueco le ocasionó un grave problema de desabastecimiento pues los textiles británicos tenían una alta demanda en las islas.

Franklin se pone a trabajar

Franklin desde Paris, fue advertido de lo irregular de la captura por el embajador de España en París, el conde de Aranda. La cuestión es que en ese invierno las Trece Colonias negociaban en secreto la incorporación de España a su bando junto a Francia , ya declarada por entonces aliada americana.

Sin embargo, el asunto de los corsarios americanos atacando indiscriminadamente navíos canarios que partían hacia o desde Londres puso a Franklin en un grave aprieto que amenazaba a su estrategia de búsqueda de aliados europeos absolutamente vitales como luego se vio para el desarrollo de la contienda.

Lo cierto es que Sor Sacramento nunca oyó hablar de ese señor Franklin, pero los tinerfeños debieron verse con él en París para resolver su asunto , que no fue otro que cobrar de su mano el valor del barco apresado y llevándole vinos de la Orotava.

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