¿Alentó el capital británico el pleito insular a través de los puertos de Canarias?

La petición del Reino Unido de un puerto libre de impuestos sería la causa de los ataques entre Las Palmas y Santa Cruz. Los proveedores canarios de empresas británicas en el Puerto de la Luz fueron los primeros en pedir la división de Canarias en dos provincias en 1927

Un error en una TV de Canarias y que suele generar acusaciones de desprecio entre Gran Canaria y Tenerife ABC

R.L.P.

El denominado « pleito insular », definido por la Enciclopedia Virtual de Canarias como, «un enfrentamiento durante los últimos siglos entre Tenerife y Gran Canaria, especialmente en el ámbito político y entre sus clases dominantes», pudo ser alentado por el Reino Unido con la finalidad de asegurarse operaciones comerciales en las islas coincidiendo con la Guerra de Cuba en 1898.

No sería, por tanto, un eterno conflicto entre las ciudades de mayor peso poblacional por decisiones administrativas y políticas adoptadas desde el Gobierno central, tesis en la que se han movido muchas veces partidos de coste nacionalista. Los ingleses aprovecharían el estado de quiebra de España para fomentar la división interna, de acuerdo con la tesis del historiador Amós Farrujia Coello .

Unos listillos

En 1927 cuando se crea la división de Canarias en dos provincias dado las peticiones que llegaban desde las islas. Han pasado 91 años desde que en Canarias hay dos provincias por mandato de Primo de Rivera .

En las islas existe todavía «pleito insular» aunque sea incorrecto políticamente. El pasado 2017, el Gobierno de Canarias emitió un informe donde lamentaba que el Puerto de Las Palmas condenara a la isla de Tenerife a sufrir «doble insularidad» . El texto provocó una protesta formal del Puerto de Las Palmas al Gobierno de Canarias.

La presión del Reino Unido sobre Canarias siempre ha entrado por los puertos. Como el ataque de Nelson a Tenerife a finales del Siglo XVII, que Inglaterra perdió por minusvalorar la capacidad defensiva de Canaria s. Como ocurrió con Drake, que debió salir por piernas desde su estancia de las islas rumbo al Caribe.

Los ingleses sembraban cizaña desde el Puerto de Las Palmas, donde tenían el monopolio de reparaciones

A lo largo del Siglo XIX los británicos en Canarias se comportan como socios leales de empresarios canarios . Esta relajación de las presiones inglesas sobre las islas permitió a Madrid destinar otros recursos a partes de la Península que necestaban protección. Se suponía que accediendo a negocios los británicos mimarían al territorio.

Sin embargo, desde 1890 el Reino Unido comienza a mover hilos con determinados apoyos de empresarios industriales canarios. Antes, en 1852 las empresas británicas metidas en las islas disfrutaban de un marco fiscal potente que les garantizaba repatriar capitales y pagar unos salarios bajos . En aquella época desde las islas Canarias, de acuerdo con los datos de las Cámaras de Comercio, se mandaban a Londres mercancías por valor anual de un millón de dólares.

Una dócil colonia inglesa

Así, aprovechando la crisis que Madrid tenía encima con Cuba el Reino Unido pide que se coloque en Santa Cruz de Tenerife un puerto franco . Argumentaban que, de esta forma, sus barcos no debían salirse de ruta por África . Estos barcos eran de vapor y el suministro de carbón en Canarias era: monopolio inglés.

Así, como otros tantos sectores estratégicos de Canarias. El peso del capital inglés en la economía de las islas era de tal calibre que solamente un chasquido de dedos hubiera tenido todo controlado: controlaban la energía, puertos y la libra esterlina circulaba por los bolsillos canarios de forma fácil. ¿Soldados para defender el mercado canario? 2.000 militares.

«La participación de los capitalistas ingleses en la sociedad insular pesaba ya tanto que directamente tropezó con delicadas cuestiones de soberanía. Aunque los británicos ni siquiera se molestaron en comentar las peripecias de la política local , sí que presionaron con todas sus armas cuando las decisiones adoptadas comprometían a sus negocios», destaca el historiador Amós Farrujia Coello, que agrega: «el planteamiento de una alteración de la soberanía política de las islas era visto como algo inconveniente para la corona inglesa, ya que ejercía de metrópoli económica absoluta con gran comodidad».

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