Infantes Florido con el Rey Don Juan Carlos
Infantes Florido con el Rey Don Juan Carlos - ABC

50 años de la llegada de Intantes Florido como obispo de Canarias

La entrada en la Diócesis por el Puerto de la Luz ocurrió el 21 de octubre de 1967

Santa María de Guía Actualizado: Guardar
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La noticia del nombramiento, por Pablo VI, del que hasta entonces era párroco de la iglesia de El Salvador de Sevilla, José Antonio Infantes Florido, como obispo de la Diócesis de Canarias, en sustitución del dimitido Antonio Pildain y Zapiain, llegó a las redacciones de los periódicos en una calurosa media-tarde del 20 de julio de 1967. Nada mas conocerse, el entonces director del desaparecido periódico «El Eco de Canarias», Pío Gómez Nisa, me pidió que pusiera en marcha la organización de un viaje para trasladarme a Sevilla y realizar la que sería la primera entrevista al preconizado obispo canariense.

Efectivamente. Escasos días después tomábamos el avión con destino a la capital andaluza en cuyo aeropuerto de San Pablo nos esperaba, previamente avisado y, además, organizador de la cita con el sacerdote sevillano pues eran muy amigo, el catedrático de Historia de América, Francisco Morales Padrón, quien no permitió que pernoctáramos en un hotel sino que nos llevó directamente al Colegio Mayor de aquella universidad Hernando de Colón.

La cita estaba convenida para las diez de la mañana del día siguiente a nuestra llegada, y acompañado del paisano y de su esposa visitamos la Iglesia de El Salvador donde el hasta entonces párroco nos esperaba para mantener la que sería una muy larga conversación a modo de breve biografía. Recuerdo que el párroco de Teror, Socorro Lantigua, nos había preparado un cuadro de la Virgen del Pino con el encargo de que lo entregáramos en su nombre y de su feligresía para que lo entronizara en aquella iglesia sevillana donde era rector desde hacía cinco o seis años.

La vocación sacerdotal del nuevo prelado llegó un poco tarde. Primero había hecho Derecho y mas tarde preparó las oposiciones para Registrador de la Propiedad, pero cuando había aprobado el primer examen ingresó en el seminario, ordenándose en 1951, explicando respecto a su tardía pero firme vocación religiosa que «fue hija de la problemática de la postguerra». La conversación fue larga y densa. Primero en su despacho rectoral y mas tarde en el recorrido por el templo. Infantes Florido aparecía risueño, abierto al diálogo, feliz con su preconización y, al mismo tiempo, cauteloso respecto a cómo sería su episcopado en una diócesis que no conocía.

Los titulares escogidos por el periódico entonces fueron muchos, siempre entresacados de sus respuestas; pero destaquemos aquellos en los que el preconizado obispo afirmó, por ejemplo, que «si se entiende por avanzado mantener una actitud adecuada a los horizontes del concilio, lo soy decididamente», Y aquel otro, cuando se le preguntó por las directrices que marcarían su episcopado en la Diócesis de Canarias: «Mi labor en la diócesis dependerá del clero y de los seglares».

Por supuesto que también asistimos a su ordenación episcopal impartida por el entonces cardenal-arzobispo de Sevilla monseñor Bueno Monreal y en la que estuvieron, miembros del Cabildo Catedral, las autoridades canarias y numerosos fieles. La entrada en la Diócesis por el puerto de la Luz ocurrió el 21 de octubre del mismo año. Desde aquel día de finales de julio de 1967 mantuvimos con monseñor Infantes Florido una estrecha amistad a la que él nos correspondió de forma generosa, incluso cuando ya en Córdoba y le requeríamos alguna vez para preguntas, gestiones o datos históricos. O cuando hacía sus esporádicos viajes a Gran Canaria. Guardamos, pues, un gran recuerdo que quedará en nuestra memoria. Y le recordaremos como fiel y sincero amigo ahora que ya no está en el mundo de los vivos.

(*) Cronista Oficial de Santa María de Guía. Gran Canaria.

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