La Misericordia, cada vez más firme como centro social y de ocio

El Ayuntamiento de Zaragoza da la espalda a las decenas de miles de personas que se congregan en la plaza durante el Pilar

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Más de dos siglos y medio de vida, que algunos ahora quieren borrar de un plumazo. Doscientos cincuenta y dos años de historia. De historia del toreo, que, mal que pese, es también historia de Zaragoza y por ende historia de España. Anda la plaza de toros de la capital aragonesa en algo tan absurdo como justificar su existencia ante una minoría política en base a un animalismo mal entendido que ni siquiera esconde una política radical y rupturista.

Nadie puede negar que la Misericordia ha sido desde 1764 un centro social y de ocio para los zaragozanos. Y siempre aportando a las arcas públicas, que ese fue el objetivo de su impulsor Pignatelli. Para la misericordia en un principio, para el hospicio, el hospital provincial, para la Diputación de Zaragoza después...

Calcular cuál ha sido el montante económico que de la plaza ha salido es tarea ingente. Nos perderíamos entre maravedís, doblones, escudos, reales de vellón, y hasta pesetas, para traducir a euros constantes. Sería un buen dato, como el de los espectadores que han pasado por los tendidos misericordes en toda su existencia.

Pues para los rectores municipales la Fiesta es algo abominable. En los dos últimos años, el Ayuntamiento de la Inmortal Ciudad de Zaragoza, pilotado por Pedro Santiesteve, ha burlado todo lo que la plaza de la Misericordia significa en las Fiestas del Pilar. Fuera las corridas de toros del programa oficial de fiestas, fuera los festejos populares de recortadores, toros de fuego y otros. Parece ser que los más de ciento veinte mil asistentes al coso en los días de feria, no merecen el amparo municipal. Claro que si por un resquicio reglamentario ha prohibido los toros embolados en los barrios rurales, se entiende perfectamente cuáles son sus objetivos.

Pese a ello, la Misericordia sigue más viva que nunca. Hasta cuatro festejos se han programado algunos días en la pasada feria, cuatro festejos con la plaza cuatro veces abarrotada. Y todo con el Ayuntamiento a la contra.

Así, ante la próxima temporada el objetivo no es otro que ahondar en la consolidación del recinto como uno de los fundamentales en el desarrollo de las fiestas, que dependerá en gran parte de la calidad de la programación de la empresa capitaneada por Simón Casas. Intentar volver la cara ante la marea humana que se da cita cada día en torno a la plaza, no es otra cosa más que volver la espalda a esas decenas de miles de zaragozanos, aragoneses y visitantes del resto de España, que solo cumplen con hacer una Zaragoza más grande.

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