Teresa Jiménez Becerril

¿Y estos son los nuevos tiempos?

Teresa Jiménez Becerril
Eurodiputada del PP Actualizado: Guardar
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A punto de cumplirse cinco años desde que ETA anunció que dejaría de matar y en un momento en el que la mayor parte de la sociedad se encuentra durmiendo el dulce sueño del olvido, la brutal paliza de una manada de bestias a dos guardias civiles y a sus parejas suena como una alarma en plena noche que despierta bruscamente nuestras conciencias y nos obliga a preguntarnos: ¿Y estos son los nuevos tiempos en Navarra y País Vasco?

No quiero ser aguafiestas de esa «paz» que tanto vende en España, en Colombia o donde quiera que haya terroristas que deciden perdonarnos la vida, pero nunca he sido triunfalista respecto a la derrota de ETA, ya que aunque policialmente hablando ha sido un sufrido éxito, moralmente está siendo un doloroso fracaso.

¿Cómo es posible que se siga homenajeando un día sí y otro no a los terroristas ante una pasividad generalizada y asumida por demasiados políticos y jueces quienes tienen el deber de impedirlo?

¡Que me lo digan a mí, que soy de casa en la Audiencia Nacional intentando frenar los homenajes que le hacen en Villaba al asesino de mi hermano y su mujer! Ni se imaginan lo humillante que es para una víctima que quien acabó con la vida de tus seres queridos sea recibido a golpe de brindis con champán y de «aurreskus». Desgraciadamente en este mundo al revés en el que vive una buena parte de la sociedad vasca y Navarra los chavales llevan pancartas con las fotos de los asesinos y piden que sean liberados sin preguntarse mínimamente por qué fueron encarcelados.

O peor aún, lo saben y a pesar de ello los consideran héroes. ¿Y aún nos extrañamos de que hayan sido pateados dos guardias civiles y golpeadas sus parejas que los defendían? Se recoge lo que se siembra y el odio hacia el diferente y en especial a la Guardia Civil se ha sembrado y se sigue sembrando desde las familias, las tertulias, las escuelas, los ayuntamientos y cualquier otro sitio donde los proetarras son influyentes. No importa si el teniente agredido socorrió en marzo a ex presos de la banda terrorista que habían quedado atrapados en la nieve.

De nada sirven los intentos de acercamiento por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, cuando la radicalización es tal, que no ve hombres y mujeres a su servicio sino potenciales enemigos a expulsar al grito de «alde hemendik», antigua consigna etarra que significa «fuera de aquí». Porque la agresión de Alsasua es terrorismo y en este el fin justifica los medios. ETA ha sido una organización terrorista durante cincuenta años y eso sigue siendo.

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