La Unión Europea arropa a España frente a los separatistas

Rajoy y Juncker defienden los valores europeos frente al «veneno nacionalista»

Rajoy, junto a Juncker, durante la ceremonia dee investidura del presidente de la Comisión Europea como doctor honoris causa en Salamanca EFE
Mariano Calleja

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España tiene el apoyo firme y decidido de la Unión Europea frente al intento del golpe separatista catalán. Ayer volvió a comprobarse, esta vez en Salamanca, donde el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker , fue investido doctor honoris causa, con el presidente Rajoy como testigo en la ceremonia. Rajoy y Juncker defendieron los valores europeos, la democracia, el Estado de Derecho y la ley, frente a los que a lo que el presidente de la Comisión se refirió como «el veneno del nacionalismo».

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Juncker ha sido una de las voces internacionales que ha respaldado con más entusiasmo y convicción a la nación española y su unidad ante el desafío independentista. Su máximo respeto y estima por España quedó patente, una vez más, en Salamanca: «Mariano Rajoy y yo nos conocemos desde hace siglos , hemos pasado muchas noches juntos trabajando en Bruselas, con los compañeros, y siempre hemos compartido la misma visión de Europa, y el mismo amor por España».

Respaldo 100% de la UE

Justo antes de la ceremonia, el presidente del Gobierno presumió de que el «cien por cien» de los países de la Unión Europea ha apoyado a España, su integridad territorial, y a los españoles frente al intento secesionista. « Resulta reconfortante », confesó. Rajoy y Juncker conversaron a solas sobre las últimas novedades. La Comisión acaba de mejorar las previsiones económicas para España, hasta el 3,1 por ciento, aunque ve un riesgo por la situación política de Cataluña.

En una declaración ante la prensa, Rajoy reconoció que la crisis catalana puede afectar al crecimiento del PIB , y de hecho la previsión ha bajado del 2,6 al 2,3 por ciento. El peligro está ahí y en La Moncloa no descartan que el PIB se vea más afectado. El Gobierno tiene previsto todos los escenarios que puedan producirse después de las elecciones autonómicas, incluso el empecinamiento de querer liquidar la ley, pero el presidente prefiere ser optimista y confía en que tras el 21-D se produzca una vuelta a la legalidad, gane quien gane.

Mientras hablaba Rajoy con los periodistas, en el Tribunal Supremo estaba declarando Carme Forcadell , presidenta del Parlamento autonómico catalán. Como es habitual, el jefe del Ejecutivo no quiso comentar las decisiones judiciales y se limitó a mostrar su respeto por las actuaciones de jueces y fiscales, le «gusten más o menos».

Rajoy elogió la talla europea de Juncker, y la de Manuel Marín , el expresidente del Congreso, que también fue investido doctor honoris causa en la Universidad de Salamanca, justo cuando se cumplen 30 años del programa europeo de Erasmus, y en vísperas de que esta Universidad cumpla sus 800 años de existencia. Marín no pudo asistir por motivos personales, y en su lugar acudieron sus hijas Paloma y Alejandra.

Después de que su padrino, José Luis Martín Pérez de Nanclares, le impusiera el birrete con borla roja y el anillo, y le mostrara el libro abierto («Para que abras los secretos de la sabiduría») y luego cerrado («Helo cerrado, para que dichos secretos, según convenga, los guardes en lo profundo del corazón»), como marca la ceremonia, Juncker comenzó por elogiar el lugar insustituible de España en Europa . Reconoció que este país se ganó su aprecio y respeto cuando logró, «con la elegancia y determinación que le caracteriza», la entrada en la zona euro, y tiempo después, su salida de la crisis y la recesión.

Juncker recordó que Europa se basa en el respeto a la ley , uno de sus principios básicos: «La Unión Europea se basa en la regla del Derecho, el día que no lo haga Europa habrá perdido todas las oportunidades. No podemos jugar con el Derecho», avisó. Pero su advertencia más clara se dirigió contra la ola nacionalista que sacude Europa de forma regular: «Hay una amenaza sobre nuestra Unión. Los nacionalismos son un veneno que impiden que Europa trabaje de forma conjunta e influya en la escena internacional. No tenemos derecho a destruir nuestro modelo de convivencia, si lo hacemos entraremos en una deriva».

El discurso de Juncker en Salamanca fue un «Sí» a Europa, a la Europa de las naciones y de las regiones, «pero un no a la división de las categorías nacionales y regionales, que hemos superado desde la Segunda Guerra Mundial». Juncker situó así al nacionalismo como una de las mayores amenazas a las que se enfrenta el proyecto de integración europea, que tiene que ser renovado con más fuerza para las futuras generaciones, para que perciban que la UE no es el problema, sino la solución. Junto al nacionalismo situó el populismo, del que auguró que «va a acabar dándose contra la pared, porque no podrá avanzar».

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