Curri Valenzuela - Chispas

La trampa mortal de Susana

Curri Valenzuela
Madrid Actualizado: Guardar
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Susana Díaz se ha ido de vacaciones familiares a su casa de Chiclana (Cádiz) callada como si hubiera perdido la voz, sin opinar sobre la división interna evidente en el PSOE ante la decisión de si permitir o no que gobierne Mariano Rajoy. En su nombre, su vicepresidente acaba de recordar que Pedro Sánchez está obligado por el Comité Federal de su partido a votar que «no» a esa investidura. Pero que nadie deduzca que es eso lo que desea la presidenta andaluza que aspira a relevarle en la secretaría general.

Lo que Susana quiere es que Sánchez pague el pato ante sus militantes por acabar absteniéndose en la probable investidura de Rajoy. Una trampa mortal, un último servicio en un cargo del que no solo ella sino prácticamente todos los líderes territoriales del PSOE le dan por amortizado.

En el caso, cada día más viable, de que Rajoy consiga el apoyo de Ciudadanos y se presente ante el Congreso a falta de media docena de votos para ser elegido presidente, Pedro Sánchez tendría que ceder y ordenar a muchos o pocos de sus diputados que se abstengan. Un movimiento mal visto entre muchos militantes socialistas que no perdonan a Rajoy haber impedido con su «no» la investidura de su candidato en el me de febrero.

El apoyo a Rajoy, una traición para el PSOE

Díaz, confiesan su allegados, no quiere pagar personalmente ese coste. A los suyos no les va a gustar la abstención y por eso la presidenta de Andalucía y secretaria general de la agrupación socialista más numerosa se harta de decir que hay que impedir la reelección de ese presidente de Gobierno «que tanto daño ha hecho a los andaluces» (sic). Su silencio en estos días obedece a hacer como que se opone a esa investidura mientras espera, viendo pasar las olas, a que el actual secretario general se queme y de esa forma le deje el camino expedito para sustituirle en el congreso previsto para el próximo mes de octubre.

Puro cálculo tacticista que, sin embargo, le deja en muy mal lugar ante el resto de los barones pasados y presentes. Sin escuchar a ese Felipe González al que tanto dice admirar, ni a los Guerra, Bono, Borrell de antaño, ni a la gran mayoría de secretarios generales regionales del PSOE, incluso los que gobiernan gracias a Podemos. Algunos de estos ya dudan de que elegir como líder a la única de ellos que calla puede no ser la mejor opción.

La trampa que Susana le está tendiendo a Sánchez puede que se vuelva contra ella. En un momento en que todos sus compañeros en la dirección federal del PSOE se están retratando, su silencio está comenzando a interpretarse como cobardía. Hay presidentes regionales como ella, caso de los de Extremadura, Castilla-La Mancha o Asturias, que ya se han pronunciado en público sobre su parecer, en casi todos los casos a favor de permitir que España tenga un gobierno cuanto antes.

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