Los «tanteos» de Sánchez que despertaron al monstruo

El exlíder socialista creyó tener las manos libres el día que Mariano Rajoy exploró acuerdos en el Congreso y Senado con PNV y Convergència

Madrid Actualizado: Guardar
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El día que Mariano Rajoy dio orden a su grupo parlamentario para que abriera negociaciones con el PNV, en el Senado, y con la antigua Convergencia, en el Congreso, para la elección de Ana Pastor como presidenta de las Cortes, tuvo un correlato en las filas socialistas: Pedro Sánchez entendió que se abría la veda para contactar con los independentistas que completaran con sus votos el llamado «Gobierno del cambio» pactado con Podemos. A pesar de las negativas reiteradas del exlíder socialista sobre sus «tanteos» con los soberanistas, las conversaciones empezaron el mismo agosto, bajo la batuta del líder del PSC, Miquel Iceta, cuando todavía el candidato popular no se había sometido a la investidura fallida, tal y como publicó ABC (25-09-2016).

Esos movimientos despertaron las alarmas en el sector crítico y precipitaron la salida de Sánchez de Ferraz hace una semana.

Uno de los políticos que conoció desde dentro esas negociaciones «secretas» fue Alberto Garzón, coportavoz de Ahora Podemos en el Congreso. El que fuera candidato de Izquierda Unida lo relata así: «A diferencia de lo que sucedió tras el 20-D, en el momento en que el PP a finales de junio dialogó con los nacionalistas catalanes y vascos, Sánchez creyó que se podía avanzar y se reunió con esos partidos secesionistas. La sensación era que el veto a los nacionalistas se había levantado después del 26-J». Esa «exploración», según confirman fuentes socialistas, fue un clamor entre los dirigentes territoriales. Por activa y por pasiva, los barones hicieron llegar su desasosiego a la dirección federal, advirtiendo de la necesidad de que se tuviera en cuenta la línea roja marcada por el Comité Federal que negaba cualquier aproximación encaminada a contar con los votos independentistas. Uno de los dirigentes que advirtió expresamente a Sánchez fue el presidente aragónes, Javier Lambán, que acuñó el concepto de «plan oculto» para descubrir la carta que guardaba bajo la mesa Sánchez y que había negociado «a la chita callando».

Uno de los diputados que se reunió con el exdirigente socialista fue Garzón que, al igual que Pablo Iglesias, acariciaba la idea de que cuajara esa convergencia con los nacionalistas para mandar a Mariano Rajoy a la oposición. El responsable de Ahora Podemos lo confirmó hace unos días en Los Desayunos de TVE: «Por primera vez, y a diferencia de lo que ocurrió tras las primeras elecciones, Sánchez sí creyó que había posibilidades de llegar a un pacto por la izquierda, sin contar con Ciudadanos». A su juicio, ese fue «el pecado real» de Ferraz, que movilizó a Susana Díaz y a Felipe González.

Iceta y Colau

Las conversaciones se produjeron a varias bandas: por un lado los contactos telefónicos de Sánchez e Iglesias –a pesar de que el primero lo negó cuando el segundo lo hizo público tras sus vacaciones– fueron fluidos y, después, de manera más discreta, enviados de Ferraz contactaron con los dirigentes nacionalistas: el reelegido lendakari Íñigo Urkullu, del PNV, y Francesc Homs, de la antigua Convergencia. Las primeras semanas de septiembre corrían y entre los críticos a Sánchez cundía la preocupación. Sobre todo cuando trascendió que Iceta y Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, de la órbita de Podemos y amiga personal de Iglesias, se involucraban en las conversaciones.

Los rumores además llegaban de los dirigentes territoriales de Podemos que –hasta hace unos días– sostenían a García-Page y al aragonés Lambán. Ya no había duda: las negociaciones estaban en marcha. Una información de primera mano. Como la que le llegó a Sánchez tras el 20-D por parte del barón castellano-manchego al que los diputados de Podemos en su Comunidad alertaron de que Iglesias pediría la vicepresidencia y los Ministerios más sensibles, como así terminó ocurriendo en una controvertida comparecencia pública cuando el líder socialista estaba en Zarzuela. Garzón sitúa en los primeros días del pasado mes el giro de Sánchez. «Había conversaciones con Iglesias y yo también me reuní con él. Solo que se dio cuenta que para seguir necesitaba no tener frenos por parte de su partido y por eso convocó el Comité Federal». Lambán inscribió ese movimiento como parte de la maniobra preparada por la dirección para perpetuarse al frente del PSOE.

Lo que el líder de IU califica como «motín oligárquico» se inicia hace dos miércoles con las declaraciones de Felipe González a la cadena SER denunciado que fue engañado por Sánchez cuando le prometió una abstención en la segunda investidura. Cuarenta y ocho horas que despertaron al monstruo y desembocaron en la mayor crisis que ha vivido el PSOE en sus 137 años de historia.

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