Grupo de Rescate e Intervención en Montaña
Grupo de Rescate e Intervención en Montaña - GUARDIA CIVIL

Los superhéroes de la montaña

El Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) socorre en las zonas más peligrosas y de difícil acceso

Potes (Cantabria) Actualizado: Guardar
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Cuando suena el teléfono del puesto de la Guardia Civil de Potes (Cantabria), saben que alguien está en peligro. Es el 112 quien transmite al Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) las instrucciones: localización, estado del afectado... Aun así, tras conocer los detalles, intentan contactar con los heridos para poder saber con la máxima precisión posible dónde están y qué es lo que ha ocurrido. En esta profesión, las prisas no son buenas. Para ellos, perder cinco minutos en el cuartel es muy necesario: «Tenemos que valorar el material que vamos a necesitar y en qué cantidad», cuenta Mariano Caso, uno de los once guardias de montaña de este puesto.

Al entrar en la casa cuartel, decorada con mapas de toda la geografía cantábrica, se percibe lo importante que es conocer la circunscripción en la que trabajan.

«Solemos estar como mínimo dos personas de guardia para atender las urgencias; aunque, si es posible, estamos tres o cuatro», cuenta el cabo Ángel Rodríguez. No todos los que están de guardia se encuentran en el cuartel. «También tenemos un tiempo en el que debemos estar localizables. Nos vamos a escalar o a hacer actividades que nos permitan volver rápido al coche, que lo tenemos cargado con el material mínimo para un rescate», añade. Hay más tareas en el puesto de Potes: «Otros están entrenando en el gimnasio o se encuentran en “nivel técnico”, es decir, explorando la zona para conocerla mejor», relata el joven Diego Álvarez, quien solo lleva tres meses en esta unidad.

Mucho más que socorrer

El GREIM se encarga, por definición, de socorrer en zonas de montaña o de difícil acceso; aunque hay veces que también deben ejercer de policía judicial (si hay fallecidos en sus intervenciones) e, incluso, velar por el orden público de las pequeñas localidades montañeras. Las diferentes unidades están coordinadas por sedes centralizadas en las siguientes áreas: Jaca, Cangas de Onís, Navacerrada y Granada.

No todas funcionan igual. En los Picos de Europa, dependen del 112. El servicio de emergencias organiza todos los rescates y solo requiere de la actuación del GREIM en los más complicados. «Nosotros vamos a los que nadie más puede ir», comenta Rodríguez. «La pena es que no siempre se valora. Cuando dices que solo hemos tenido doce rescates este verano, la gente piensa que no es para tanto, pero no es lo mismo operar a corazón abierto que coser una herida superficial», reflexiona Caso, quien se vio envuelto en el rescate más complicado de la temporada.

En la Torre de los Horcados Rojos, mientras escalaban una pared de unos 400 metros, dos montañeros se precipitaron cuando solo les faltaban cien metros para la cima. «A consecuencia de la caída, uno de los chicos se fracturó la pierna. Eran incapaces de descender, por lo que se activó el protocolo de emergencia a través del 112. Ellos suelen llegar con un helicóptero y un rescatador, pero en este caso había que hacerlo de forma terrestre», cuenta Caso. A él y a un compañero del GREIM les dejaron en la cima de la montaña. «Fijando una cuerda, conseguimos bajarles con una camilla hasta una zona donde sí pudo acceder el helicóptero. Fueron pocas horas, unas cinco, pero la tensión era máxima. Es un lugar en el que caen muchas piedras y es muy fácil llevarse un susto», añade.

Listos para todo

Aunque están preparados físicamente y tienen los conocimientos para saber desenvolverse por las montañas de los Picos de Europa, son conscientes del riesgo que trae su trabajo. «¿Que si hemos temido por nuestra vida?», repite Rodríguez mientras asienten los tres guardias al unísono. «El riesgo lo asumes en cuanto entras a esta unidad. Vamos a sitios donde ha habido un accidente y eso implica que ahí hay un peligro. Muchas veces son expertos los que han tenido el percance. Si les ha pasado a ellos, por qué no nos va a pasar a nosotros. La montaña a veces es cruel y se muestra cruel para todos», añade Caso. Además, estos valientes de la montaña tienen que volver al lugar del accidente dos o tres días después para comprobar el estado de la vía. «Muchas veces los accidentados nos explican qué es lo que ha ocurrido, pero nosotros acudimos igualmente para ver cómo ha quedado, y si es peligroso solemos advertirlo a los guías locales», comenta el guardia Álvarez.

Sin embargo, el riesgo no importa cuando hay verdadera vocación: «Me crié aquí. Siempre he visto a los guardias de montaña con sus pantalones bávaros y sus medias de lana… Parecían superhéroes», cuenta Caso. También Diego Álvarez creció viendo a su padre y su tío trabajar. Al ser un trabajo enfocado a la ayuda al montañero, las muestras de cariño no les faltan a estos guardianes. «Te sientes muy valorado, incluso en los momentos más desagradables, como cuando trabajas para devolver el cuerpo de un familiar. Estaremos aquí hasta que el cuerpo aguante», concluye Mariano Caso.

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