José Manuel Soria, exministro de Industria
José Manuel Soria, exministro de Industria - EFE

Soria renunció al Banco Mundial por las presiones internas en el PP

Lo hace a petición del Gobierno y por la utilización política del caso. Había riesgo de que el Comité Ético lo rechazara

Madrid Actualizado: Guardar
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La presión que ha ido creciendo día a día sobre el nombramiento del exministro de Industria José Manuel Soria como director ejecutivo del Banco Mundial ha llevado al político canario a renunciar a la candidatura para dicho puesto. En una carta enviada al secretario de Estado de Economía, Íñigo Fernández de Mesa, explica sus razones para dar, de nuevo, un paso atrás, que se produce a petición del Gobierno y por la «desproporcionada» utilización política que se ha hecho de su designación, informa Efe.

Sin duda en su decisión también habrá pesado el malestar interno generado en el PP, que muchos dirigentes no dudaron en explicitarlo públicamente.

En efecto, desde que se conoció que Soria optaba al cargo -nada más acabar la segunda votación de investidura de Rajoy, el pasado viernes-, la noticia fue generando una oleada de indignación que no sólo procedía de los partidos de oposición, sino también -lo que era más preocupante-, del propio seno del PP.

El exministro parece no haber acumulado muchos amigos durante su época en activo: desde dentro del partido reconocen percibir cierta inquina dirigida al expolítico canario que ya se puso de manifiesto cuando salió a la luz su vinculación con los « papeles de Panamá».

Apoyo de Rajoy

Mientras, el Gobierno cerraba filas en torno a su decisión, justificándola en motivos legales y técnicos y en la condición de funcionario de Soria, con méritos suficientes para cubrir la vacante en el Banco Mundial. El propio Rajoy defendía este argumento 24 horas antes del cese del exministro, recordando que él ya no era un político porque había dimitido de todos sus cargos, y como funcionario había optado a una plaza.

No obstante, las críticas internas iban aumentando, y algunas incluso salieron a la luz: fueron varios los dirigentes de peso que manifestaron su extrañeza, estupefacción o incluso enfado con el nombramiento. Entre ellos, criticaron la elección desde la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, a la vicepresidenta del Gobierno castellano y leonés, Rosa Valdeón -la primera en hacerlo en público, y que incluso habló de sentir «vergüenza ajena» en su cuenta de Twitter-.

También lo hicieron el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que definió el nombramiento como «difícil de entender», y ayer mismo se le unieron el andaluz Juan Manuel Moreno desde Andalucía -«no debería haber pedido el puesto; es legal pero no oportuno»-, la valenciana Isabel Bonig -«me uno a lo dicho por Feijóo y Cifuentes»- o el PP de las Islas Baleares.

Fuentes del partido reconocían el malestar que se respiraba en el PP por esta causa. Aun defendiendo que la decisión podía ser absolutamente legal, y que el currículum de Soria era «impecable e inobjetable», no ocultaban que la idea de nombrarle candidato a esa alta responsabilidad en el Banco Mundial, y hacerlo en ese momento -a escasos minutos de finalizar la última votación fallida de investidura de Rajoy- no había sentado bien en el partido.

Ni en la formación ni entre los diputados y senadores; en ambos sectores abundaba la idea de que «no ha sido lo ideal en el momento en que estamos viviendo». Y aportaban tres razones fundamentales para el enfado: la primera de ellas, defendida por militantes con muchos años de servicio al partido, se basaba en una cuestión ética: si hubo en su momento dudas sobre sus cuentas en paraísos fiscales o sobre si las explicaciones que dio sobre ellos fueron correctas o ajustadas a la verdad, «eso es algo que está ahí, que persiste para el nuevo puesto» y lo invalidaría para ser recomendado para el mismo.

En segundo lugar, citan una cuestión estratégica: en este momento en que el partido intenta dar una imagen de regeneración atajando situaciones de corrupción o polémicas, una noticia de esta índole «hace daño», además de resultar muy perjudicial para cualquier tipo de negociación con otras fuerzas políticas en un momento especialmente delicado en el panorama político.

«Premio» injusto

Por último, indican las mismas fuentes populares que hay quien opina dentro del partido que en este caso y en otros se terminaba produciendo una flagrante injusticia, que lleva a que «al que se va de una responsabilidad pública de mala manera, al final se le termina recompensando».

A todo este mar de fondo se unió una circunstancia más: la posibilidad cierta de que el Comité de Ética del Banco Mundial echara para atrás el nombramiento, algo que «podía ocurrir, el Gobierno y el partido eran conscientes, y daba un poco de miedo». Habría sido algo malo para el propio Soria, pero también para la imagen de España. «El exministro no ha querido arriesgarse; ha salido de él», indicaban en la cúpula popular.

Respecto a la intensidad de las críticas internas, las achacaban a la obvia inoportunidad del anuncio, y también a que «en muchas comunidades, ahora el PP está en minoría, y tienen mucha más presión que en otros momentos políticos».

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