José Manuel Soria, en una de sus últimas imágenes aún como ministro
José Manuel Soria, en una de sus últimas imágenes aún como ministro - EFE

La segunda vez que Soria se quedó encallado en Lanzarote

El exministro supo que tenía que irse: Rajoy lo había dejado caer en un almuerzo

MADRID Actualizado: Guardar
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Empieza abril y los papeles de Panamá arden. Así como la información sobre la sociedad pantalla de Imanol Arias fue descubierta hace semanas gracias a la intuición de los periodistas españoles que se maliciaron que el actor de «Cuéntame» podría haber seguido los consejos de su amigo Pedro Almodóvar para driblar al fisco español el año en que compartieron película, la implicación de José Manuel Soria en una sociedad opaca en Panamá la conocía el consorcio de periodistas desde finales de año. Un profesional de uno de los medios españoles - La Sexta y El Confidencial- es el encargado de contrastarlo con él unos días antes. «No, no y no, es todo mentira», responde el dirigente canario. Todavía lo negará horas antes del lunes 11 cuando la bomba que afecta a uno de los ministros más próximo a Mariano Rajoy esté a punto de estallar.

El domingo por la noche se entera el presidente en funciones. Pero no por el implicado, que pasa el día en Tenerife. El lunes volará a Lanzarote donde le espera un acto de partido.

Curiosamente, esa isla ha marcado la amistad y el divorcio de Rajoy y Soria. Allí fue donde ambos «se quedaron tirados», según cuenta el presidente, en diciembre de 2010 cuando los controladores aéreos le hicieron una huelga salvaje a Zapatero. Allí pasaron un día no previsto. «Salimos a cenar y nos divertimos mucho. En cada bar que entrábamos era una fiesta porque nadie se esperaba a Rajoy de tapas», contaba el ya exministro. Finalmente, Soria decidió coger un barco de vuelta, pero el presidente aguardó hasta que el cielo fue abierto. Ahora el último capítulo de esa amistad también se libra en Lanzarote.

Son las cuatro y media de la tarde y Soria convoca una rueda de prensa. Antes ha hablado ya con el que llama «mi amigo Mariano», cuando se ufana delante de su equipo de la cercanía que comparten. Le ha dicho que no fue nunca administrador de una offshore en Bahamas, como apuntan los papeles de Panamá. Zafarrancho de combate en la familia: su hermano pequeño Luis le niega que su nombre tuviera relación alguna con paraísos fiscales. Aunque el benjamín de los Soria, controvertido empresario, le ha metido en algún problema, no tiene por qué no creerle.

«José Manuel es de fiar»

Los nervios, cuentan en su entorno, se apoderan de él antes de la hora de la rueda de prensa. Hasta pierde las formas con algún colaborador. Un ministro cuenta que él ya había oído algo sobre Panamá por boca de un empresario en una comida. Algo así como que «el canario iba a perder las alas». Rajoy no ve indicios para preocuparse. Esto es un lío, comenta, pero «José Manuel es de fiar». Mientras comparece desde Lanzarote, en un plató de La Sexta, uno de los medios que ofrece la información, el redactor que guardaba la exclusiva desde hace meses insiste en que la documentación es irrefutable. La firma del ministro está comprobada.

Pero no es solo en esa cadena de televisión: hay compañeros que cuestionan a Soria. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro Cristóbal Montoro hablan y al segundo no le cabe duda alguna de que «aquello no tiene buena pinta». Horas antes y refiriéndose a otros implicados Montoro acaba de decir que «es poco ético lo de las sociedades pantalla». El titular de Hacienda ya sabe algo que no puede desvelar. Con Santamaría y Montoro, Soria mantiene una relación muy tirante. De la primera critica su política de medios y su omnipotente estructura en Moncloa; de Hacienda se desmarcó por la relación con las eléctricas. Sin embargo, con la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal sí conserva buena sintonía. A ella también la llama el lunes para decirle lo mismo que al presidente: «Esto es un lío familiar, pero no hay nada de qué preocuparse».

Matriculación de los buques

Rajoy tiene que creerle. No le queda más remedio. Si el castillo de naipes de su equipo tiene una carta firme esa es la que representa Soria, al que trajo de Canarias porque de pocos se fiaba como de él. Es más, le pone siempre como ejemplo de político acusado «sin pruebas» de un caso de corrupción como alcalde de Las Palmas, al que la justicia exoneró. Pero es en otra isla canaria, Lanzarote, donde el exlíder del PP canario acaba de firmar su sentencia de muerte política. Ha dicho que no ha colaborado con ninguna compañía radicada en paraísos fiscales pero los documentos dicen que sí, y que incluso fue administrador. De hecho, su padre, Manuel Soria, fallecido en 1990, había abierto una sociedad con ventajas fiscales para exportar fruta de Canarias al Reino Unido. Contó entonces que, matriculando el buque en esos paraísos fiscales, era más fácil trabajar. Además, abrió cuentas en el Reino Unido donde nació su hijo Luis y donde la familia vivió casi ocho años.

La semana vuelve a ser una montaña rusa para Moncloa: el caso Granada, Aznar y sus deudas con Hacienda, y ahora Soria. «Que se explique» gritan los vicesecretarios de Génova la tarde del martes en la sede del partido, en la sospecha de que uno de los ministros con más proyección para el futuro del PP no dice toda la verdad.

«Presidente, voy a llamar a María Dolores porque no solo dejo el Gobierno sino también el PP. Me voy de verdad»
José Manuel Soria

Con la situación política bloqueada y los sondeos apuntando a un crecimiento del PP si se repiten las elecciones, «era lo que nos faltaba», sostiene un ministro crítico con la actuación de Soria. Cuando el jueves se publicó que, siendo ya alcalde de Las Palmas, había compartido con su hermano una compañía en el paraíso fiscal de Jersey llamó a Rajoy. Había revuelto Roma con Santiago en su casa de Las Palmas pero un papel con su firma le devolvió la memoria. El presidente le escuchó en la tarde-noche del jueves. Al más puro estilo Rajoy, el líder popular no tuvo que decirle que se fuera: «Presidente, voy a llamar a María Dolores porque no solo dejo el Gobierno sino también el PP. Me voy de verdad», concluye. Su jefe durante los últimos años solo dice una cosa, como antes a Gallardón o a Ana Mato, dos de los cinco ministros que han cesado, o a Alberto Núñez Feijóo, cuando le comunicó antes de Semana Santa que se quedaba en Galicia: «Lo que tú hagas me parece bien. Yo estoy a lo que tú me digas». Alguien le había contado a Soria que durante el largo almuerzo que compartieron Rajoy, Cospedal, Arenas y Maillo en Cuenca el pasado jueves, el presidente dejó caer que «entendería esa salida». Es la forma de actuar de Rajoy: «No te lo pide pero tú sabes que debes hacerlo», explica un alto cargo.

Antes de acudir a la cadena de televisión 13 TV la noche del viernes para dar explicaciones, recibe muchas llamadas de solidaridad de ministros y dirigentes del PP. Algunos le hablan de «fuego amigo» para su caída.

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