Salvador Sostres

Los reyes del enjuague

Es extraordinario constatar el fin de trayecto de las tantas lecciones de pureza y de transparencia que ha querido darnos Ciudadanos cuando se trata de demostrar la rectitud de sus principios

Salvador Sostres

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El Gobierno es consciente de su soledad frente al desafío independentista, de que el Tribunal Constitucional no va a estrenar sus recientes funciones ejecutivas y de que el PSOE de Pedro Sánchez odia mucho más al presidente Rajoy de lo que le interesa preservar la integridad territorial o cualquier otro concepto que vaya más allá del culto a su líder. Pero la más clamorosa frivolidad es la de Ciudadanos , que hace tiempo que ha dejado de ser el partido combativo que ganó 25 diputados defendiendo una moderna y nítida idea de España en Cataluña, una naturalidad española en una sociedad que si bien no ha logrado su independencia política ni es probable que la logre, vive en muchos aspectos ajena a cualquier sensación de pertenencia al Estado. Si Ciudadanos nació para acabar con el nacionalismo ahora quiere empatar con él y en su afán por ocupar el espacio catalanista pero no independentista de CiU intenta no molestar a nadie: y aunque rechaza el referendo no quiere hacer nada que le impida en el futuro inmediato encarnar un catalanismo descafeinado, más basado en la reivindicación económica que en cuestiones identitarias.

«Ciudadanos tiene las mimas ganas que Puigdemont de que Rajoy se equivoque en respuesta al 1-O »

Ciudadanos, aunque por motivos distintos, tiene las mismas ganas que Junqueras y Puigdemont de que Rajoy se equivoque, por defecto o por exceso, en su respuesta al 1 de octubre, y aguarda en su calculada distancia para apuntarse al carro de los vencedores si el independentismo es claramente derrotado o -preferiblemente- proceder al linchamiento del presidente si el referendo se celebra o si en su esfuerzo por impedirlo el Gobierno regala algún tipo de victoria internacional a la Generalitat. Es una vez más extraordinario constatar el fin de trayecto de las tantas lecciones de pureza y de transparencia que ha querido darnos Ciudadanos para acabar siendo los reyes del enjuague cuando ha sido la hora de demostrar la consistencia de sus principios, la rectitud y la firmeza que tanto y siempre han reclamado a los demás.

El independentismo ha demostrado mucha más capacidad de unirse pese a sus diferencias que el Estado para defenderse y si España no pierde esta batalla no será porque no haya hecho todo lo posible. Entre el resentimiento del PSOE, el cinismo de Ciudadanos -tan incapaces de derrotar a Rajoy que pretenden impedirle que se vuelva a presentar- y que hayamos dado carta de naturalidad a los grotescos mariachis de Podemos es un milagro que el presidente resista solo en el centro ordenado, con el circo añadido del ala histérica de su partido tocando los bongos con el tam-tam tribal del desequilibrado. ¿Dónde tendrán aparcado el árbol?

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