Ahmed Samsam en una fotografía portando una pistola y con la bandera de Daesh al fondo
Ahmed Samsam en una fotografía portando una pistola y con la bandera de Daesh al fondo - ABC

El yihadista retornado detenido en Málaga participó en ataques clave de Daesh

Ahmed Samsam intervino en la toma del aeropuerto de Raqqa, maneja bien armas y explosivos y también está vinculado al crimen organizado

Madrid Actualizado: Guardar
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Ahmed Samsam, de 27 años, danés de origen sirio y con relación con el mundo de la delincuencia organizada, en concreto con grupos dedicados al tráfico de drogas y armas que actúan en ese país nórdico. Este es el perfil del muyahidín retornado que fue detenido el 30 de junio en Málaga por el Servicio de Información de la Guardia Civil, que además acumula otro demérito aún más inquietante: durante su estancia en la zona de yihad, entre 2012 y 2015, participó en alguno de los ataques de Daesh más emblemáticos, como la toma del aeropuerto de Raqqa, considerada la capital del califato y ahora en vías de ser recuperada por la coalición internacional.

Samsam había llegado a España el 14 de junio, aunque no se conoce ni cómo ni quién le ayudó en el viaje desde Dinamarca, país que abandonó después de recibir una orden de ingreso en prisión que debía cumplir al día siguiente.

Sus padres habían llegado a ese país en los 80 huyendo del régimen del entonces presidente Hafez al Assad -su progenitor pertenecía a un grupo musulmán pacífico- y él nació nueve años después en Odense.

Uno de los hermanos de Ahmed Samsam residía en España, mientras que él y otro más decidieron en 2012 viajar a Siria para unirse a grupos islamistas. Este último murió a navajazos durante una pelea ocurrida a su vuelta de Siria, según parece relacionada con el submundo de la delincuencia en el que supuestamente también se movía.

Perfil de riesgo alto

Los agentes de Información de la Guardia Civil se habían fijado en el hermano de Ahmed que residía en Málaga porque era llamativo que dos de sus hermanos hubieran estado combatiendo en Siria. Resultado de ese control fue que se detectara la presencia en nuestro país del sospechoso, apenas una semana antes de ser detenido.

Ahmed Samsam reunía algunas características que le hacían especialmente interesante: si había viajado a Siria para unirse a los yihadistas era, sin duda, porque era un individuo muy radicalizado que había entrado en contacto con alguna organización que le facilitaría el viaje a ese país; una vez allí, con toda seguridad tuvo que recibir adoctrinamiento que sin duda había reforzado sus ideas extremistas, y además fue entrenado en el manejo de armas y explosivos.

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Pero había más; habría utilizado desde allí las redes sociales para entrar en contacto con familiares y amigos para convencerles de que también ellos se unieran a sus filas, o peor aún para que atacaran donde residiesen.

En este caso, además, se comprobó que en efecto había estado en Siria porque hay material gráfico que lo demuestra -tiene fotografías con la bandera de Daesh y una pistola, y otras con armamento pesado y fusiles de asalto- y un elemento importante: había combatido en Raqqa, lo que es un premio para los yihadistas que la consideran la capital del califato y que es la ciudad en la que el Departamento de Acciones Exteriores de Daesh elige a aquellos muyahidines que deben retornar para atentar en sus lugares de origen. De hecho, muchos de los que han atacado en Europa tienen ese perfil.

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«Desde el primer momento se vio que había que neutralizarlo», explican las fuentes consultadas por ABC. «Para evitar cualquier riesgo, se le vigiló las veinticuatro horas del día de la semana que duró la investigación, a pesar de que eso supuso la movilización de un gran número de agentes», añaden. Las vigilancias fueron en algunos momentos muy difíciles, hasta el punto de que hubo momentos en los que los especialistas desplegados sobre el terreno preferían perderle durante algún tiempo para evitar que los «mordieran». «Sin duda, tiene preparación específica para detectar a las Fuerzas de Seguridad»

De forma habitual vestía con ropa occidental y casi siempre estaba acompañado por cuatro personas, una de ellas su hermano. Cada pocos días el grupo cambiaba de hotel, que siempre pagaba con dinero en efectivo. Pero los seguimientos arrojaron otros resultados sorprendentes: «Por una parte se le veía fumar, beber alcohol, asistir a juergas con mujeres y fumar porros cuando la ocasión lo merecía... Pero en otros momentos entraba en contacto personal con individuos para intentar comprar armas y chalecos antibalas, siempre adoptando medidas de seguridad para detectar posibles vigilancias».

Lo primero llamó mucho la atención de los analistas y algunos sostienen que se puede interpretar como un intento de pasar inadvertido para las Fuerzas de Seguridad; otros, por su parte, no descartan que fuera una especie de «despedida» previa a la puesta en marcha de unos planes macabros. Lo segundo -el intento de compra de armas- era, sin duda, una actividad inequívocamente criminal y muy preocupante dados los antecedentes del sospechoso.

Ahmed Samsam «tenía obsesión» por un arma concreta, no muy difícil de conseguir en el mercado negro: un subfusil que ya ha sido utilizado en atentados perpetrados en Europa. También hacía búsquedas en ese sentido en internet, y era consumidor permanente de material yihadista, más concretamente de Daesh, que además difundía a través de su perfil de facebook y su canal de Youtube.

Todo ello demostraba que su regreso de Siria no estaba motivado porque hubiera cambiado su forma de pensar. Es llamativo también que utilizara aplicaciones y medios encriptados para dificultar el acceso a la información de su ordenador. Para los investigadores todos estos datos eran más que suficientes para poder detener al sospechoso.

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