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Javier Fernández y Mariano Rajoy, en un acto en Asturias a finales de 2014 - EFE

Rajoy quiere negociar los Presupuestos con el PSOE pero sin recortar sus reformas

El Gobierno del PP teme que tras la abstención de los socialistas pueda regresar Sánchez y bloquee la legislatura

Madrid Actualizado: Guardar
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En La Moncloa se mantiene la prudencia ante los pasos que pueda dar el Partido Socialista en las próximas semanas. Al menos hasta el sábado 15, día en que podría convocarse el Comité Federal del PSOE, la orden que han recibido todos en el PP es guardar silencio y respeto ante el debate que se está produciendo en las filas socialistas. Pero en el entorno de Rajoy se está preparando ya el terreno ante una posible negociación exprés en la segunda quincena de este mes. La intención de los populares es incorporar los Presupuestos Generales del Estado de 2017 a las conversaciones que se produzcan, para que le legislatura no se bloquee en cuanto eche a andar por falta de acuerdo.

Además, en La Moncloa advierten que Rajoy no aceptará ningún recorte en las reformas «que han permitido iniciar la recuperación de la económica y el empleo».

Si el PSOE decide finalmente abstenerse en un investidura de Rajoy, la negociación tendrá que ser a la fuerza muy rápida, pues el presidente tiene que estar investido antes del 31 de octubre. Serían reuniones de pocos días, que tendrían como base el acuerdo programático firmado por el PP y Ciudadanos a finales de agosto. Un centenar de los 150 puntos que contiene ya fueron suscritos por el PSOE en febrero, cuando Sánchez y Rivera eran socios. Por eso, fuentes del Gobierno creen que el acuerdo con los socialistas es sobre todo una cuestión de voluntad política.

El perfil de Javier Fernández

Rajoy cuenta a su favor que enfrente ya no estará Pedro Sánchez, con quien mantuvo siempre una relación pésima, fría y distante. El carácter del asturiano Javier Fernández es mucho más parecido al suyo, reflexivo, pausado y sereno, y el entendimiento entre ambos puede ser más fructífero. En Moncloa creen que Fernández no es de los que tachan de «totalmente prescindible» una reunión con el presidente del Gobierno, como hizo Sánchez.

Sobre esas bases, la agenda de negociación está abierta, pero Rajoy no aceptará que se ponga en cuestión las reformas estructurales que «han permitido iniciar la recuperación», como puede ser la laboral. «Todo se puede mejorar, pero la esencia no se tocará», advierten.

Riesgo de naufragio

En Moncloa no pretenden que todos los Presupuestos se pacten en dos o tres días, pero están convencidos de que si el PSOE permite la investidura de Rajoy, no tendría sentido que pocas semanas después bloqueara la aprobación de la ley más importante del año, que llevaría a un fracaso inmediato del Gobierno recién formado. «Esperamos que el PSOE no se convierta en la CUP con un bloqueo de los Presupuestos y deje la legislatura sin salida», advierten desde el entorno de Rajoy.

En realidad, en el PP temen un escenario que no está en absoluto descartado por nadie en este momento. El nuevo PSOE podría decidir el día 15 la abstención (si no se retrasa hasta el 22), pero más adelante podría regresar Pedro Sánchez, si se impone en unas primarias de su partido, y volvería el «no» que ha defendido desde hace diez meses, lo que situaría al Ejecutivo recién constituido en riesgo de naufragio.

«La llave de la investidura la sigue teniendo el PSOE. Depende de ellos que haya Gobierno y que pueda haber estabilidad, o bien que se repita un escenario como el del Parlamento catalán con los antisistema», insisten las fuentes de Moncloa consultadas.

En la misma sintonía están los dirigentes del Partido Popular, que esperan a que los socialistas se definan con claridad. Nadie en el PP quiere creer que el PSOE pueda ofrecerles la abstención a cambio de nada; por el contrario, consideran que «lo más lógico» es que quieran obtener, como contrapartida, alguna reivindicación que poder ofrecer a su electorado. «Entonces será cuando negociemos con ellos, dándoles lo que pidan, a cambio de lo que nosotros necesitamos».

Estas necesidades las resumen en una palabra: «Estabilidad». Lo que más aterra a los populares es un escenario de Gobierno en minoría en el que cada ley a aprobar les suponga tener que convencer a los 180 diputados que tienen en contra. Es lo que ocurriría en el caso de que el PSOE se limite a la llamada «abstención técnica».

Por eso quieren arrancar al PSOE un compromiso de que no se dedicará a bloquearles toda iniciativa el resto de la Legislatura. «Un Gobierno que gobierne y un Legislativo que legisle», concretaba el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando.

Los populares son conscientes de que en el partido del puño y la rosa necesitan un tiempo, «un tránsito», para pasar del «no es no» a la abstención de manera que puedan justificarlo ante su electorado. Es una de las grandes preocupaciones de los dirigentes socialistas que ahora detentan el poder, tras el descabalgamiento de Pedro Sánchez: se sienten –explican en el PP– en la obligación de demostrar a la opinión pública y a sus electores que no es cierto que vayan a regalarle a Rajoy un gobierno. «Que ninguno somos del PP», insistía ayer uno de los barones socialistas que más se ha significado en esta crisis.

Pero construir ese relato que explique su cambio de actitud –abstenerse y que el PP pueda formar gobierno– puede ser un camino difícil de recorrer; de ahí que entre los populares cunda el temor de que finalmente elijan una vía intermedia, que consistiría en esa ya mencionada «abstención técnica» que no les obligaría a nada a futuro, y que dejaría al Ejecutivo del PP que se formara al albur de lo que se consiguiera negociar en cada votación.

Situación de debilidad

Por eso, la gran pregunta que se formulaba ayer a la cúpula del partido es qué ocurriría si sólo consiguen de los socialistas su promesa de abstenerse, si aún en esas circunstancias estarían dispuestos a ir a una investidura que les aseguraría un Gobierno en minoría y en una clara situación de debilidad. Este escenario, que se negaran a ir a la investidura en esas condiciones, tiene su contrapartida: inmediatamente serían señalados por el resto de las formaciones como los culpables de tener unas terceras elecciones.

Mientras tanto, desde el Ejecutivo se mantiene una vía de diálogo abierta con el Grupo Socialista. De momento está centrada en la reforma de la Ley de Estabilidad y en el decreto-ley del impuesto de Sociedades, que están pendientes de aprobación por el Pleno. El diálogo, que discurre con fluidez y sin contratiempos y previsiblemente acabará bien en estos asuntos, se extiende al resto de los grupos. El Gobierno no descarta en absoluto buscar acuerdos económicos y presupuestarios con la antigua Convergencia cuando la legislatura eche a andar.

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