Quijotes contra la propaganda amarilla

El soberanismo llena las playas de cruces por los presos, y los ciudadanos contrarios se ponen a arrancarlas

Las cruces amarillas en apoyo a los presos políticos en la playa de Cataluña EFE

À. Gubern

Desde que la manifestación de la Diada de 2012 marcó el arranque oficioso del «procés», la reivindicación soberanista ha sido hegemónica en las calles de Cataluña. Aquello de «els carrers seran sempre nostres» (las calles serán siempre nuestras) se ha traducido en esteladas por doquier y, desde el pasado otoño, una marea de lazos amarillos para pedir la libertad de los políticos presos. Ante esta avasalladora capacidad de propaganda, el constitucionalismo no comparecía. Hasta ahora.

La manifestación del 29 de octubre convocada por SCC cambió las tornas, y el sentimiento españolista, hasta entonces agazapado, salió a la calle : una parte de la sociedad catalana vino a decir que no iba a permanecer en silencio. Esa «salida del armario» del constitucionalismo da ahora un paso más allá con la actitud arrojada de personas que, organizadas o a título individual, dejan atrás la pasividad para contrarrestar el poderío propagandístico del secesionismo. Cuando unos y otros se encuentran, la tensión se dispara.

Uno de los últimos episodios, que ayer se hizo viral a través de las redes sociales, se vivió este fin de semana en una playa de la Costa Brava, en Llafranc (Gerona), cuando u na mujer decidió tumbar las cruces amarillas que activistas independentistas habían clavado en el arenal , en una acción repetida en otras localidades catalanas.

«Una cosa es política y otra que los niños piensen que esto es un cementerio», les reprochó la mujer a quienes por contra le recriminaban que quitase las cruces. «Por favor hombre, que ya nos estamos pasando... No son presos políticos, son políticos presos», continuó la mujer , que respondió con un «nosotros estamos en nuestro país, en Cataluña, que es tan tuyo como mío» cuando le pidieron que se marchara. Aunque hubo gritos y tensión, el incidente no fue a más.

Un cariz mucho más serio tuvo el incidente que se vivió ayer por la tarde en Canet de Mar (Barcelona), cuando un grupo de 20 individuos, la mayoría encapuchados , irrumpió en la playa de esta localidad, también con el objetivo de retirar cruces amarillas plantadas. Quienes custodiaban las cruces les recriminaron su actitud, produciéndose un forcejeo que acabó, según algunas fuentes, con tres independentistas heridos leves. Carles Puigdemont a través de las redes sociales atribuyó los hechos al «fascismo unionista».

La acción de Canet, según ha podido saber ABC, la protagonizaron uno de los grupos organizados que, habitualmente por las noches, gestionan batidas para quitar lazos amarillos de plástico. Conocidos como Grupos de Defensa y Resistencia (GDR), son el reverso españolista de los «indepes» Comités de Defensa de la República (CDR). Si hasta ahora los GDR habían actuado de noche, principalmente para evitar encontronazos, ayer se decidieron a actuar de día.

Multas

La tensión por el control del espacio público no solo se vive a pie de calle, también llega a las instituciones. El Ayuntamiento de Arenys de Munt (Barcelona) estudia sancionar con multas de hasta 200 euros a quienes retiren lazos amarillos y otros elementos de propaganda independentista de sus calles.

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