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Carles Puigdemont - EFE

Puigdemont: un gobierno a pedazos, escorado a la izquierda y sin voces críticas

A diferencia del ejecutivo de Mas, el nuevo presidente tendrá un gobierno monocorde

Barcelona Actualizado: Guardar
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El nuevo presidente de la Generalitat no tendrá quien le tosa. A diferencia del anterior ejecutivo presidido por Artur Mas, en el que en sus sucesivas etapas formaron parte del mismo independendientes con trayectoria y pesos pesados de CDC con voz propia, el nuevo gobierno presidido por Carles Puigdemont estará integrado por figuras con menos personalidad y de perfil monocorde. Uniformidad y prietas las filas para una legislatura que se prevé de combate.

Explican que durante las recientes negociaciones con la CUP llegó a la mesa del consejo ejecutivo el texto de la «declaración de inicio del proceso» que luego se aprobaría en el Parlamento catalán el 9 de noviembre. Ante el texto, que encamina el «proceso» catalán por el camino de la unilateralidad y la desobediencia, explican que el consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, no pudo más que ponerse las manos en la cabeza y soltar un sonoro «¡pero esto qué es!».

La anécdota se suma a otros momentos en los que, siempre sin sobrepasar los límites de la obediencia al «gran timonel» Artur Mas, en el seno del Consejo Ejecutivo se han producido debates muy vivos.

Sin voces disonantes

En este contexto, y a medida que el «proceso» se iba radicalizando, no fueron pocos los consejeros que expresaron dudas y temores, configurando una suerte de núcleo crítico en el interior de un ejecutivo mayormente soberanista. El propio Mas-Colell, el consejero de Justicia, Germà Gordó, o el de Empresa y Ocupación, un Felip Puig con mucha mili a sus espaldas y pata negra de CDC, estaban en este grupo. Ninguno de los cuales repetirá. Únicamente el consejero de Territorio y Sostenibilidad, un Santi Vila también en el paquete de los pragmáticos, seguirá previsiblemente en el nuevo ejecutivo, ahora ocupándose del área de Cultura.

Frente a un ejecutivo con perfiles de largo recorrido, Carles Puigdemont presidirá un gobierno más bien bisoño, escorado a la izquierda, y sin voces que se aparten de la ortodoxia independentista.

De entrada, la mayor novedad es que por primera vez, un presidente no habrá elegido a sus consejeros, en tanto que la composición del Ejecutivo es fruto de los equilibrios entre CDC y ERC (siete nombres para los primeros, seis para los segundos) y de las negociaciones con la CUP, y el mismo se ha ido prefigurando en las últimas semanas. A Puigdemont, por así decirlo, le han endosado el gobierno al ser el último en incorporarse.

El mayor cambio se producirá en el área económica, que asumirá Oriol Junqueras, el único con cargo de vicepresidente, y que coordinará las consejerías de Empresa, Trabajo y Territorio. Para Territorio se señala al coordinador general de CDC, Josep Rull, que ya fiscalizó al tripartito en esta materia, y que ha conformado el núcleo duro soberanista en la dirección convergente. Será la voz del partido en el Palau de la Generalitat. Para Trabajo se nombrará a Dolors Bassa, dirigente de UGT en Gerona.

Otra persona vinculada a UGT, Neus Munté, coordinará el área social, de la que dependerá Sanidad (reservada para el exmiembro del PSC Toni Comín) y Cultura (Santi Vila), de donde sale Ferran Mascarell. Anoche se ignoraba quién se ocuparía de la muy importante cartera de Educación, que será a propuesta de CDC. Por su parte, el exeurodiputado de ICV Raül Romeva coordinará el área internacional e institucional, englobando las consejerías de Interior (donde repetirá Jordi Jané, quizás el perfil más moderado), Justicia -donde marcha Germà Gordó y le sustituye Carles Mundó, a propuesta de ERC- y Gobernación, donde repite Meritxell Borràs.

En definitva, un gobierno a modo de «patchwork» -hecho a pedazos- con pocas voces disonantes y rumbo de colisión.

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