Sesión de control al Gobierno en el Pleno del Congreso IGNACIO GIL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Pros y contras de ser «señoría»: guía para quien aspira a ser alguna vez diputado

Tras las condiciones y ayudas económicas más mediáticas se esconde la cara menos amable del parlamentario: sin paro, obligación de publicar sus deudas y bienes, o los desplazamientos semanales

Madrid Actualizado: Guardar
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La nueva legislatura traerá consigo una fuerte renovación de caras en el Congreso de los Diputados. No sólo por la fuerza con la que las encuestas electorales apuntan la entrada de Ciudadanos y Podemos sino también por la regeneración interna a la que se han visto obligados PP y PSOE por la imagen joven de sus rivales. Así, el hemiciclo que emane de las próximas elecciones generales será uno de los que cuente con más diputados «novatos», que pisan por primera vez el Palacio de las Cortes. Todos ellos conocen seguramente las prerrogativas más mediáticas que adquieren sus señorías: salario medio de 5.000 euros, tarjeta de taxi por 3.000 euros al año, Ipad, Iphone, desplazamientos pagados, dietas en viajes...

Sin embargo existe un parte mucho menos conocida y atractiva vinculada a las obligaciones de los parlamentarios.

Lo primero que tienen que saber todos aquellos que figuran por primera vez en una lista electoral y, por tanto, aspiran a un escaño en el Congreso es que la relación laboral entre el Parlamento y los diputados es especial ya que no puede considerarse al Congreso una empresa privada ni a sus señorías trabajadores por cuenta ajena. Por tanto, sus derechos y deberes no son los del resto de asalariados. Por ejemplo, la cotización a la Seguridad Social no incluye aportación para el desempleo de manera que sus señorías, una vez que pierden esta condición, no pueden acceder al subsidio por paro y deben reanudar su actividad profesional anterior para volver a disfrutar de ingresos.

La Cámara Baja tan sólo abona durante dos meses la denominada «indemnización de transición» que equivale al sueldo de diputadoy que se agota una vez que se celebran las elecciones generales. En la mayoría de los casos el regreso a la actividad no resulta un problema ya que tanto la empresa privada como la Administración prevén excedencias por ejercicio de cargo público, que protegen la carrera profesional del diputado. Pero cuando la carrera de parlamentario se extiende durante varias legislaturas la vuelta, en caso de actividad privada, es más problemática.

Además, sus señorías tienen la obligación de asistir a los Plenos del Congreso y para ello tienen que desplazarse de martes a jueves a Madrid durante tres semanas al mes. La única excepción son los periodos vacacionales de Navidad, Semana Santa y verano. «Para los diputados por Madrid no es una extorsión porque ellos viven en la misma ciudad pero cuando vives en una provincia y tienes una familia es duro. Los que peor lo pasan son los que viven en las provincias más alejadas de la capital y cuentan con menos conexiones de transporte como las circunscripciones gallegas o canarias», comenta una diputada aragonesa. La actividad parlamentaria de martes a jueves se complementa con el trabajo en las distintas circunscripiciones, los lunes y viernes.

Separaciones y divorcios, al aire

Una vez que un diputado resulta electo recibe el acta de la Administración electoral, pero aún no puede considerarse «señoría», ya que tiene que realizar una serie de pasos para adquirir la condición plena. Aquí es donde entra en juego la burocracia ya que el diputado deberá presentar en la Secretaría General del Congreso la credencial electoral y los distintos documentos necesarios para poner en marcha la afiliación a la Seguridad Social.

A continuación, deberán cumplimentar la declaración de actividades así como la de bienes y rentas, detallando todos sus activos y pasivos. Desde propiedades de cualquier tipo como inmuebles urbanos o rústicos, vehículos, embarcaciones e incluso aeronaves, participación en empresas o cooperativas, saldos bancarios, bonos o pagarés, hasta deudas bancarias u otras obligaciones patrimoniales como por ejemplo las pensiones derivadas de divorcios o separaciones, de manera que este aspecto de la vida privada se convirte en público.

También tienen que dar a conocer sus planes de pensiones y cualquier actividad a la que hayan renunciado o que realicen al tiempo que son diputados ,ya sea en la Administración Pública como cargo designado, en partidos, o en empresas privadas y siempre salvaguardando las normas sobre incompatibilidades establecidas en la Constitución. Las actividades con remuneración «paralela» más frecuentes son la colaboración con medios de comunicación, universidades, fundaciones o centros de posgrado, así como cualquier otro tipo de producción o creación, teniendo la obligación de informar de todo ello y recibir el permiso del Congreso.

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