El «procés» paraliza 1.800 millones de euros en inversiones holandesas y alemanas

El presidente del Círculo de Directivos de Habla Alemana avisa de que estudian alternativas a Cataluña por la inseguridad

El presidente del Parlament, Roger Torrent, con al presidente del círculo de directivos de habla alemana, Albert Peters EFE
Salvador Sostres

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«La confianza en el sistema es indispensable para la inversión empresarial y económica, y en España el sistema es la Ley y la Constitución», afirma Albert Peters , el presidente del Círculo de Directivos de Habla Alemana. «El sistema legal de cada país es la base de los intereses empresariales, y determinadas actuaciones de los últimos años han creado un notable contexto de inseguridad». Peters calcula que desde 2016 muchas inversiones alemanas, difíciles de cuantificar, se han desviado a otras ciudades de España y también al extranjero. Los empresarios alemanes trabajan con la cifra aproximada de que desde 2016 hay entre 100 y 150 millones de euros de inversión alemana paralizada, a la espera de cómo evolucionan los acontecimientos. Esta cifra superará los 500 millones de euros a finales de 2019. En España hay 1.700 empresas alemanas y 800 se encuentran en Cataluña.

Por su parte, la inversión holandesa en Cataluña ha caído el 90 por ciento. Durante el primer trimestre de 2018, los 300 millones previstos para la construcción de un importante complejo turístico se han desviado a Valencia y de momento, como en el caso de los alemanes pero con cifras más boyantes, 1.300 millones de euros de inversión están igualmente paralizados a la espera de ver si se estabiliza la situación política en Cataluña . Tanto holandeses como alemanes explican que de momento no han tomado ninguna decisión definitiva al respecto «pero estamos estudiando alternativas y cuando los empresarios usamos nuestro tiempo para estudiar alternativas es porque realmente pensamos que vamos a necesitarlas».

Como ejemplo concreto ponen el pacto de Esquerra y Convergència con la CUP, con la estrategia anticapitalista de salir de la UE. «En una Cataluña fuera de la Unión Europea no podemos invertir de ninguna manera , porque no podemos volver a pagar aranceles. Nadie va a invertir en una Cataluña fuera de Europa, y en algún momento esto ha llegado a sugerirse, y es normal que los empresarios reaccionen».

Albert Peters tiene claro que la mediación internacional que pretenden los independentistas es imposible porque «no tenemos derecho a entrar en asuntos internos de España tal como no toleraríamos que nadie se metiera en los asuntos internos de Alemania», y por lo tanto no le ve ningún recorrido a la internacionalización del conflicto que busca Puigdemont desde Bruselas o Anna Gabriel desde Ginebra. «España no puede tolerarlo porque sería aceptar una debilidad que no es real, porque tiene suficientes recursos para resolver sola sus problemas internos».

Pero como empresario establecido en Cataluña cree que «el diálogo es indispensable porque tener a los dos bloques enfrentados no sirve de nada». «Los buenos padres», afirma Peters, «castigan a sus hijos con amor, y que España tenga que hacer cumplir la Ley no significa que no tenga que dejar una puerta abierta para no excluir a dos millones de catalanes que han votado a partidos independentistas. Yo no soy independentista, pero hay que hablar con ellos, porque sólo castigar no arregla nada».

Más solución y menos culpa

Peters redondea su argumento con dos observaciones. La primera es que, en su vocabulario de empresario, la palabra «culpa» tiene mucha menos importancia que la palabra «solución», y la segunda es que, por el mismo motivo que los separatistas no pueden pretender imponer sus planes con sólo la mitad de los catalanes, España tampoco puede gobernar sin la mitad de los catalanes si quiere consolidar un escenario estable y próspero. «Hemos hablado con todas las instituciones y los dos bloques confirman por igual que hace falta el diálogo, pero nadie da el primer paso. Por eso creemos que los actuales líderes no van a ser capaces de poner en marcha lo que está parado, y hemos llegado a proponer que dos personas del prestigio y reconocimiento de Miquel Roca y Felipe González podrían ser dos interlocutores válidos para romper el estancamiento».

Los diplomáticos de los demás países de la Unión son más duros que Peters, aunque también es cierto que prefieren no identificarse concretamente y piden que sus reflexiones se atribuyan en general al cuerpo consular en Barcelona. Este cuerpo consular con que Oriol Pujol y Quico Homs se reunieron en 2013 para explicarles el proceso independentista que iban a iniciar. El hijo del expresidente de la Generalitat textualmente les dijo: «Lo vamos a intentar, pero no os preocupéis porque, si no nos sale bien, no perderemos nada. Nos quedaremos como estamos». Los cónsules quedaron estupefactos de la mezcla de ligereza e ingenuidad que contenían sus palabras y las transmitieron a sus Embajadas. Ahora opinan, matizando a Peters, que no puede ser que realmente los independentistas «se queden como estaban o no pierdan nada, porque si no hay escarmiento, y un escarmiento serio, dentro de dos días volverán a intentarlo. Y es normal, porque es como si vas al casino y cuando pierdes te devuelven el dinero. ¡Así iríamos cada noche! Y seríamos todos ludópatas al cabo de una semana». Los diplomáticos, preocupados por la inquietud de los empresarios establecidos en Cataluña de sus respectivos países, son tajantes al decir que «lo que necesitamos es que vuelvan a quedar claras las reglas del juego y qué les pasa a los que se las saltan, que no son exiliados ni presos políticos sino los causantes del peor hundimiento en décadas de la economía catalana».

Fuera de la carrera

Para ejemplificar esta grave acusación ponen el ejemplo de la Agencia Europea del Medicamento. Conocedores de cómo fue el concurso, por las oportunidades de negocio que a sus respectivos países se les abrían, explican que «Barcelona obtuvo mejor puntuación que sus competidoras en todas las categorías del concurso», pero que al final la inseguridad y la inestabilidad la dejaron fuera de la carrera. Según sus cálculos, la pérdida de la Agencia ha supuesto la pérdida directa de 1.000 puestos de trabajo y de 7.000 noches de hotel cada mes, lo que significa que indirectamente habrá afectado a unos 20.000 trabajadores.

«Es un desastre», dicen, «y nos cuesta tanto ver una solución que nos dé un poco de esperanza que cuando hablamos con nuestras Embajadas en Madrid nos damos cuenta de que cada vez más hay una opinión de que no quieren mojarse. Finalmente, han llegado a la conclusión de que los catalanes quieren suicidarse, y están aprendiendo a vivir sin tener en cuenta a Cataluña, sabiendo que en el peor de los casos, si la Generalitat se excede, el Gobierno aplicará el artículo 155 y listos». El cuerpo diplomático español opina, según los cónsules, que hay temas más importantes, como el Brexit, Italia o cómo va afectar a la política europea de Merkel su gran coalición. Están saturados de tanta Cataluña».

Contra la promesa independentista de que desafiar al Estado saldría gratis, está el malestar de la comunidad internacional establecida en Cataluña, las deprimidas cifras de la economía catalana, especialmente desde el 1 de octubre. Y contra la ensoñación del supuesto apoyo que la causa secesionista recibiría, todos los países sin excepción han apoyado al presidente Rajoy en la aplicación del artículo 155 y de las medidas necesarias para hacer cumplir la Ley y la Constitución. Incluso los que piden diálogo, dan por descontado que el destino de los que violan la Ley es la prisión.

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