Enrique Ávila: «La primera línea de defensa de España es la ciberdefensa»

Entrevista al director del Centro de Excelencia en Ciberseguridad

Enrique Ávila encabeza el núcleo de expertos que aboga por crear una ciberreserva Maya Balanyá
Laura L. Caro

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Enrique Ávila , director del Centro de Excelencia en Ciberseguridad de la Universidad Autónoma de Madrid, encabeza el núcleo de expertos que impulsa la creación en España de una «ciberreserva».

¿Qué es la Reserva Estratégica de Talento en Ciberseguridad?

Un grupo pluridisciplinar de profesionales que ponen su talento a disposición del Estado con el fin de, una vez entrenados y coordinados en equipos con diferentes capacidades de respuesta en el dominio del Ciberespacio, puedan ser activados en una situación de crisis que pudiera producirse. Hablamos del quinto dominio sobre el que hay que ejercer la soberanía y protección del Estado, según nuestra Estrategia de Seguridad Nacional.

¿Por qué hay que crearlo?

La dificultad para disponer de talento especializado, de carácter pluridisciplpos de capacidades que puedan operar en un domiinar, en número adecuado induce la razón para constituir grunio tan complejo como es el del ciberespacio, formados por ciudadanos que quieren participar en la defensa de su Estado.

¿Cuál será su función?

La primera y más importante función es la de dar soporte pluridisciplinar del máximo nivel a nuestras Fuerzas Armadas y nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en situaciones de crisis, dentro del dominio del ciberespacio. No estamos hablando de capacidades exclusivamente tecnológicas, de «hackers», como se ha dicho hasta el momento, sino de equipos pluridisciplinares que sepan evaluar una situación desde el punto de vista holístico, es decir, que tengan una visión de 360 grados sobre un determinado problema. Implicaciones políticas, jurídicas, económicas y, ¡cómo no!, también tecnológicas, provocadas durante una situación de crisis en el ciberespacio. Por ejemplo, una acción de influencia o un ataque contra una infraestructura crítica.

¿Quién la integrará?

Hemos pensado en varios públicos objetivos para, al menos en un primer momento, integrar los primeros equipos de respuesta, asignados a las diferentes capacidades propuestas. Uno de ellos son los profesionales prematuramente apartados de sus profesiones. Su experiencia y conocimiento son importantes. Sobre todo, en áreas no estrictamente tecnológicas. También se contará con profesionales en activo que desarrollan sus competencias en distintas disciplinas. Estaríamos hablando de juristas especializados en Derecho Internacional Público, economistas, matemáticos, filósofos, periodistas, psicólogos, físicos, etc. Prácticamente todas las profesiones pueden aportar su conocimiento especializado a un dominio que, lejos de ser virtual, forma una parte cada vez mayor de nuestras vidas. Por supuesto, ingenieros de telecomunicaciones e informática y disciplinas afines. Su conocimiento es transversal a cualquier actividad que se desarrolla en el ciberespacio.

El talento como hilo conductor...

Pensamos en cualquier persona con conocimientos especializados en este dominio que quiera aportar su talento para la defensa de su sociedad. No necesariamente ha de contar con un título universitario para hacerlo. De hecho, nuestra propuesta indica, de forma explícita, que no será, en ningún caso, necesario. A menudo, los mejores «hackers» jamás han pisado un aula universitaria. Incluso, hemos explorado la necesidad de contar con «personas especiales» tales como Aspergers. Más adelante, si se llega a la conclusión de que esta reserva es útil, deberían desarrollarse políticas públicas de detección temprana del talento para incorporarlo a la misma.

¿Cómo se va a gestionar?

Nuestra propuesta considera que la primera línea de defensa de España es nuestra ciberdefensa. Disponemos de un Mando conjunto de Ciberdefensa que, a nuestro juicio, podría ser la unidad que podría servir de coordinador de la reserva estratégica de talento. Un trabajo complejo y arduo para lo que sería preciso dotarle de los medios necesarios con el fin de mejorar lo conseguido por nuestro sistema de reserva clásico. Se ha de asumir que, en este caso, la mayor parte del talento se encuentra fuera y que esta guerra no va de manejar tanques o aviones.

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