Barack Obama en la cumbre de la OTAN en Varsovia
Barack Obama en la cumbre de la OTAN en Varsovia - REUTEURS
Visita Obama

Así se prepara la visita de Barack Obama a España

La seguridad, principal obsesión del equipo de la Casa Blanca que llegó hace 10 días para cerrar los detalles de la agenda

Madrid Actualizado: Guardar
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Organizar una visita de un jefe de Estado a España es algo que lleva su tiempo e involucra a distintos departamentos de la Administración. Pero si quien va a realizar la visita es el presidente de Estados Unidos, las cosas se complican bastante más.

El viaje de Barack Obama a nuestro país se buscaba, como mínimo, desde hace algo más de seis años, cuando la entonces secretaria de Organización del PSOE, Leyre Pajín, hizo su famoso anuncio de que se iba a producir la «conjunción planetaria» al encontrarse el presidente estadounidense con el jefe del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero en una cumbre UE-Estados Unidos.

Como Obama no acudió a aquella cumbre de mayo de 2010 en Madrid, no se cumplió el pronóstico astronómico de Pajín.

Tampoco el Gobierno de Mariano Rajoy, a pesar de numerosos gestos de buena voluntad, consiguió que el mandatario norteamericano hiciese un hueco en su agenda para viajar a España durante la pasada legislatura.

La última oportunidad que parecía presentarse era aprovechar la Cumbre de la OTAN de Varsovia, el 8 y 9 de julio, para dar después un salto a España, confiando en que para esa fecha hubiera ya un Gobierno en España, porque Obama no quería venir con un Ejecutivo en funciones. Cuando ya el Gobierno de Rajoy había perdido prácticamente toda esperanza, recibió hace poco más de un mes una comunicación de la Casa Blanca anunciando la visita, con el aperitivo de la llegada diez días antes de la esposa del presidente, Michelle Obama, y sus hijas. Obama, y sus hijas.

Coordina Exteriores

Se pusieron en marcha entonces los preparativos que un acontecimiento de este tipo requiere, incluso aunque no se trate de una visita de Estado y aunque desde la Administración Obama se insista mucho en conseguir para el presidente el mayor número de actividades privadas.

En cualquier caso, la visita tiene dos componentes claramente diferenciados. Por un lado, el que podríamos llamar de carácter político, que viene dado por la entrevista con el presidente del Gobierno y el almuerzo con los Reyes en el Palacio Real, donde Don Felipe y Barack Obama pronunciarán sendos discursos. Por otro, el organizativo, que es el que exige un mayor esfuerzo, sobre todo a los servicios de Protocolo y de Seguridad.

Al tratarse de una visita de un jefe de Estado, la coordinación de la misma corresponde, por parte española al Ministerio de Asuntos Exteriores, en estrecho contacto con la Casa del Rey y con Moncloa, para tratar de cuadrar una agenda que se pensaba desarrollar en tres puntos distintos -Sevilla, Rota y Madrid- en muy poco tiempo. Tras lo acontecido en Dallas, la visita se reduce a Madrid y Rota.

Avanzadilla

Nada más anunciarse el viaje, la Casa Blanca envió a España a una delegación para preparar la visita, conocer las condiciones de los lugares en los que se alojará o a los que acudirá el presidente, saber quiénes asistirán a sus actos, o interesarse por cómo se efectuarán los movimientos para ir de uno a otro punto, etc.

Tras esa avanzadilla, llegó hace unos diez días otro equipo que ha tratado con las autoridades españolas hasta los más mínimos detalles de la agenda, como por ejemplo donde se iba a celebrar la comparecencia ante la Prensa en el Palacio de la Moncloa. El Gobierno ofreció la sala de prensa habitual, dotada de traducción simultánea o el Salón de Tapices, pero los norteamericanos pidieron –y lograron- un modelo similar al que se utiliza en el Despacho Oval de la Casa Blanca: un par de preguntas después de la reunión, con los jefes de Estado sentados en el mismo lugar en el que habrán estado conversado, en el edificio del Consejo de Ministros.

Los estadounidenses preguntan todo tipo de detalles a unos servicios españoles de Protocolo que tienen que mostrarse atentos a evitar que traten de imponer sus normas de funcionamiento sobre las propias. Dado que no es la primera vez que un presidente de Estados Unidos viene a España, aunque el último lo hiciera hace quince años, los negociadores españoles tiene muy claro en qué puntos pueden aceptar las peticiones y en cuales, no, de forma que cuadren todos los intereses.

Seguridad, ante todo

De todos modos, si hay algo que obsesiona a los encargados de preparar la visita de su presidente es la seguridad en todos sus aspectos. De ahí que, junto con el «Air Force One», se desplace al menos otro avión de apoyo, y que los norteamericanos lleguen con sus propios vehículos -varias decenas- para los traslados del presidente y de buena parte de los centenares de miembros que forman parte de su comitiva, con el fin de evitar sobresaltos.

En los preparativos de la visita, la delegación estadounidense se había interesado, de manera especial, por los lugares en los que en un principio iba a haber un contacto más cercano con la gente, como el paseo por Sevilla, que al final no se celebrará, o la reunión con emprendedores en los Teatros del Canal, en Madrid, que es posible que tampoco tenga lugar por falta de tiempo. Por lo que respecta al último lugar, es fácil observar ya un aumento de la vigilancia en los alrededores. Otro tanto sucede en los puntos que se espera visite Obama.

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