El PP intenta que las últimas crisis no lastren su expectativa electoral

La dirección popular trabaja por mantener la unidad y contrarrestar el efecto de escándalos de corrupción, dimisiones y roces entre dirigentes

MADRID Actualizado: Guardar
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Si nada lo remedia, los partidos políticos volverán a presentarse a unas elecciones en un par de meses. Al PP no le asusta el escenario: sabe que con una variación muy pequeña en el número de votos podrá conseguir -en compañía de otros- la decena de escaños que necesita para poder formar gobierno. Pero no ignora que los comicios llegan en un momento delicado en el partido, convertido en un auténtico campo de minas.

La sucesión de malos resultados electorales han puesto en la calle a miles de cargos populares, y el partido ha visto cómo perdía poder territorial a chorros. La respuesta oficial no siempre ha convencido, lo que se ha traducido en frustración y en alguna explosión pública como la del expresidente José María Aznar advirtiendo de los «cinco avisos» del electorado popular.

Todo esto, más algunos movimientos en clave sucesoria, se ha traducido en conflictos territoriales, institucionales e incluso personales. Sólo en la última semana, se citan la gélida reacción del ministro Montoro o la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ante la renuncia de su compañero Soria; o la denuncia de Aznar por la filtración de sus datos fiscales, tras cansarse de esperar que «alguien» -sólo podía hacerlo la Agencia Tributaria- desmintiera que fuera un defraudador.

Semana de infarto

No han sido los únicos: el PP ha sufrido la detención y posterior puesta en libertad con cargos de su alcalde en Granada, y cómo se negaba a obedecer al partido y abandonar el cargo como le pedían -aunque al final lo hizo-. Y en Canarias, tras la marcha de Soria, jefe del PP durante 17 años, existe rechazo de populares isleños a un posible «dedazo» de Génova que imponga al sucesor. Valencia y Baleares son otras dos heridas sin cerrar.

Desde la dirección popular, niegan que exista desunión o fricciones entre Moncloa y Génova -tras lo que pareció un cruce de reproches entre algunos vicesecretarios y la vicepresidenta a raíz del «caso Rita Barberá»-: son «matices» al expresarse, señala el número tres popular, Fernando Martínez-Maillo. Pero hay dirigentes que ven llegada la hora de una renovación a fondo, imprescindible -dicen- para la supervivencia del partido.

Tensiones en el Gobierno

En el Gobierno, los choques entre ministros empiezan a ser cada vez más explícitos, en plena incertidumbre política que alimenta el debate sobre la sucesión de Rajoy. Las advertencias del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, contra quienes pretenden, a su juicio, tomar posiciones ante un eventual relevo del presidente, han vuelto a descubrir las tensiones entre dos sectores dentro del Ejecutivo. Uno es el encabezado por él mismo, y el otro el que rodea a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. «Abrir la sucesión» desestabilizaría al partido y a España, advirtió Margallo, justo cuando se publicaron diversas encuestas sobre los mejor situados, entre los que aparecía la vicepresidenta del Gobierno.

La contundente declaración de Montoro tras la dimisión de José Manuel Soria, con una carga de acusación implícita por las operaciones en paraísos fiscales, avivó la tensión dentro del Gobierno y las desavenencias por la respuesta dada.

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