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La senadora Barberá, en su primer pleno como miembro del Grupo Mixto - Ángel de Antonio

El PP entona el «mea culpa»: «Hemos dejado sola a Rita»

Entre los senadores populares cundía ayer el desánimo por haber apartado del grupo a Barberá tras su imputación. «Le ha faltado el cariño del partido», admitían

Madrid Actualizado: Guardar
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Hay una imagen que pesa como una losa entre los senadores del PP. La soledad de Rita Barberá, su antigua compañera, que recorría a su suerte los pasillos de la Cámara Alta tras ser apartada por el partido tras su imputación por el Supremo el pasado 13 de septiembre. «En el partido no la queríamos y en el Grupo Mixto, directamente, la rechazaron. Lo que ha vivido Rita es durísimo. Le ha faltado el cariño del PP. Ella notaba que se le evitaba el saludo delante de las cámaras. Ha sido repudiada y eso ya no podemos arreglarlo», admitía, afligido, un senador popular que conversaba con otros compañeros, ayer, nada más conocer la noticia de la muerte de Rita Barberá.

Otros, en cambio, se mantenían en la firmeza del partido. «Es necesaria», decían, ante investigaciones por supuesta corrupción. Todos aceptaban que a Barberá, tras haber entregado su vida a la política y sin el PP, no le quedaba «nada».

Hubo un torrente de reacciones, entre las que afloró, además de la autocrítica, la rabia manifiesta por la «cacería injustificada» y «linchamiento» al que se sometió a Barberá en el último año, según las palabras usadas por Jesús Posada o Alicia Sánchez-Camacho. En privado, hubo quien acusó directamente a la oposición política y a los medios de comunicación de haber provocado, con su «ensañamiento», el infarto que se cobró la vida de la exalcaldesa de Valencia ayer en un hotel de Madrid. Apenas veinticuatro horas antes había comparecido públicamente por última vez, ante el Supremo, investigada por un supuesto blanqueo de mil euros con el que financió el partido. «El corazón tiene unos límites. No es de goma», reprochó otro veterano senador del PP.

El portavoz de los conservadores en el Congreso, Rafael Hernando, habló en nombre de buena parte de la clase política cuando apeló a hacer una «profunda reflexión» sobre los acontencimientos. «No quiero hacer responsable a nadie, pero creo que es bueno que todos hagamos una profunda reflexión, especialmente, sobre las exageraciones a las que llevamos a veces las acusaciones políticas», dijo. Poco antes, Podemos repudió por última vez a Barberá al negarse a guardar un minuto de silencio en honor de la senadora, porque su trayectoria política «marcada por la corrupción», dijo, no merece un homenaje de las instituciones. El resto del arco parlamentario censuró su conducta, falta de humanidad. El «número tres» de Génova, Fernando Martínez-Maillo, calificó de «miserables» su comportamiento. También contundente, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, advirtió de que «cada uno tendrá sobre su conciencia» «tantas barbaridades» vertidas sobre Barberá. El portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, consideró que «algunos no se portaron bien» en los últimos tiempos con ella, pero añadió que la exalcaldesa era generosa y los habrá perdonado.

Pero hubo también quien llamó a la autocrítica dentro de las filas del PP. El expresidente del Gobierno, José María Aznar, verbalizó en un comunicado lo que muchos compañeros pensaban en privado. Aznar lamentó que Barberá haya muerto «habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida» y reseñó que su «impronta» es «incuestionable». Recordó así que la exalcaldesa de Valencia fue forzada por Génova a renunciar a su militancia el pasado 14 de septiembre. Barberá dejó su carné -el número 3 de Valencia- para no perjudicar al partido por su imputación judicial, pero no su escaño en el Senado, pasando al Grupo Mixto. Los nuevos vicesecretarios como Pablo Casado o Javier Maroto, pero muchos otros cargos más, le recriminaron públicamente que se quedara con el acta y le instaron a dejar la política. Maillo, que como vicesecretario de Organización tuvo que lidiar con Barberá forzándole a apartarse del grupo, se enjugó ayer las lágrimas en su escaño.

«Una mujer honrada»

La ministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, quien se posicionó en defensa de Barberá cuando más arreciaban las voces críticas internas, la describió ayer como «una mujer honrada y muy honesta». Cospedal se desplazó al hotel donde falleció la senadora, a escasos metros del Congreso, junto a otros dirigentes del partido como Javier Arenas, Pío García Escudero, José Manuel Barreiro o el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido.

La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, aseguró que toda la familia del PP estaba ayer «impactada y apenada». La presidenta del Congreso, Ana Pastor, que promovió el minuto de silencio en la Cámara Baja, calificó a Barberá de «excelente política». El presidente del Senado, Pío García Escudero, aseguró que la muerte de Rita Barberá era una «noticia terrible» que deja un gran sentimiento de tristeza y trasladó las condolencias a la familia en nombre de la institución.

Además del Congreso y del Senado, otras instituciones como el Ayuntamiento de Madrid guardaron un minuto de silencio en homenaje a Barberá. La alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, envió un telegrama de condolencias a la familia. La Federación de Municipios y Provincias (FEMP) destacó su labor por la municipalidad de quien fue su presidenta.

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