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Un año perdido, que también ha pasado factura a la clase política

Desde el 20 de diciembre de 2015 hasta el 29 de octubre de 2016, España ha vivido en la incertidumbre política

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  1. Las claves

    Entre el frenesí negociador de la XI legislatura y la fractura del PSOE en la XII, con anuncios de pactos entre partidos y un Gobierno en funciones sin capacidad para legislar. Más de 300 días con la calculadora en una mano y el reglamento del Congreso en la otra.

    Pacto PSOE-C’s

    El 24 de febrero, Ciudadanos y PSOE llegaban a un acuerdo tras semanas de negociación.

    Investidura fallida

    El 4 de marzo, Sánchez fracasa en la segunda votación, con los votos de PSOE, Ciudadanos y Coalición Canaria.

    Las cinco rondas de consultas del Rey

    Hasta cinco rondas de consultas ha convocado el Rey en busca de un candidato a la presidencia del Gobierno. La primera comenzó el 18 de enero, la última, el 24 de octubre.

    Presupuestos

    España logró esquivar el pasado julio una multa por la desviación del objetivo de déficit, aunque a cambio Bruselas pidió a España más compromiso.

    G-20

    Rajoy sí asistió a la cumbre del G-20 en China, tras haber tenido que suspender otros viajes a lo largo del año.

  2. Un Gobierno limitado y con Bruselas pisándole los talones

    El nuevo Gobierno de Mariano Rajoy no solo tendrá que hacer frente a los retos propios de una nueva legislatura, sino también a las consecuencias de recuperar el tiempo perdido tras más de 300 días de parálisis. Porque desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015, el Gobierno en funciones no ha podido impulsar nuevas leyes ni reformas, ni tampoco cumplir con las obligaciones europeas, ni siquiera hacer nombramientos de puestos vacantes.

    Aunque la aprobación el 20 de octubre del año pasado de los Presupuestos Generales del Estado para 2016 ha permitido al país mantenerse con un buen ritmo de crecimiento, la ausencia de acción política ha pasado factura. La falta de Gobierno obligó a Rajoy a presentar una prórroga de los presupuestos en la que se proyectaba en las cuentas actuales las variables económicas previstas para el próximo año. Sin embargo, no incluía nuevas medidas, ya que el Ejecutivo en funciones no tiene pleno poder presupuestario. Pese a que España logró esquivar en julio la multa por la desviación en el déficit, desde Bruselas avisaron esta semana de que el plan remitido prevé un déficit del PIB en 2017 un 0,5% superior a la meta fijada, algo que exige un recorte de 5.500 millones de euros que ahora habrá que plantear.

    Vacantes

    A lo largo del año, además, el Gobierno ha tenido que afrontar la salida de tres ministros sin poder nombrar otros nuevos. Sus competencias, ya de por sí limitadas al despacho de asuntos ordinarios al estar «en funciones», eran absorbidas por otros miembros del Gabinete.

    Así fue con José Manuel Soria, titular de Industria y Energía, arrastrado por el escándalo de sus sociedades familiares en paraísos fiscales; y después la ministra de Fomento, Ana Pastor, cuando fue nombrada presidenta del Congreso. El último ministro que perdió el Ejecutivo en funciones fue Alfonso Alonso, de Sanidad, que renunció a la cartera para ser candidato a lendakari en las elecciones del País Vasco del 25 de septiembre. Una opción incompatible con la de ministro.

    No obstante, no han sido las únicas vacantes sin reemplazo: lo mismo ha ocurrido a lo largo de estos meses con otros puestos de alta responsabilidad en el Ejecutivo, así como nombramientos pendientes del cuerpo diplomático.

    Política internacional

    El parón también ha afectado a la política internacional. En diez meses no ha habido cumbres bilaterales con otros presidentes o primeros ministros. El motivo: un Ejecutivo en funciones no puede tomar decisiones que comprometan al siguiente Gobierno, por lo que el contenido de esas cumbres quedaría reducido a la mínima expresión.

    Rajoy sí ha asistido a todos los consejos europeos, pero a cambio de consensuar la posición de España en el Congreso sobre los asuntos a tratar, como inmigración, política de refugiados o el Brexit.

    El presidente en funciones no acudió a otras cumbres internacionales, como la de Washington de seguridad nuclear, pero sí estuvo en Varsovia, en julio, en la reunión de la OTAN, o en China en la Cumbre del G-20 tras fracasar para ser investido presidente. España no podía permitirse perder su silla.

  3. PSOE: Un partido sin secretario general, fracturado y con un futuro por coser

    Para el PSOE, los últimos diez meses han sido el periodo más dramáticos de su historia reciente: ha quedado un partido sin secretario general, dirigido por una gestora, divido en su grupo parlamentario y con 85 diputados, la menor representación registrada hasta la fecha por los socialistas.

    Primero pasaron de los 90 escaños de los comicios del 20 de diciembre a los 85 del 26 de junio. Entre medias, el entonces secretario general, Pedro Sánchez, trataba de lograr un acuerdo con Ciudadanos y Podemos en paralelo: en febrero se sucedieron las reuniones y las mesas negociadoras, las fotografías y las ruedas de prensa. El día 24, PSOE y Ciudadanos anunciaban un acuerdo a la vez que Podemos suspendía sus negociaciones. El fracaso de Sánchez en la investidura fue inevitable. Para verano, también el divorcio entre los barones y el líder socialista. En septiembre, estallaba la crisis pero Sánchez ya había abierto otro frente: entre los militantes y dirigentes, algo que llevó después al presidente de la gestora a asegurar que el PSOE se había «podemizado». La crisis que queda es la de reconstruir un partido roto, encontrar su lugar y «coser» el partido, como dijo Susana Díaz.

  4. Podemos: Una batalla interna y más de un millón de votos perdidos

    «A nosotros no nos han sentado bien las instituciones», reconocía el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en septiembre. En menos de un año, el partido ha perdido más de un millón de votantes, un fracaso que no palió ni el acuerdo con Izquierda Unida, y se ha sumergido en un debate interno sobre la estrategia a seguir.

    De poco sirvieron en la anterior legislatura las múltiples medidas legislativas que presentaban desde el primer día, cuando nada más abrir el registro del Congreso planteaban la Ley 25 de Emergencia Social. Unas propuestas que con la disolución de las Cortes se perdían.

    Con la repetición de comicios, Podemos dejó atrás el arranque frenético de actividad parlamentaria, así como las ruedas de prensa multitudinarias y las mesas de negociación conjunta, al no haber candidatura de «las fuerzas del cambio».

    Ahora, Podemos se prepara para un congreso de «refundación», el llamado Vistalegre II, mientras se suceden los «ensayos» sobre el modelo a seguir, como las primarias en Madrid, ganadas por la «errejonista» Rita Maestre.

  5. Ciudadanos: Ocho escaños menos y un acuerdo infructuoso

    Para Ciudadanos, estos diez meses han supuesto un desgaste que se reflejó no solo en la fuga de 400.000 votos y ocho escaños tras la repetición de elecciones, sino en la necesidad de adaptar su mensaje a la evolución del escenario político.

    Ciudadanos irrumpió con 40 diputados en el Congreso el 20 de diciembre. Con ellos, el partido de Albert Rivera pactó con los socialistas tras jornadas negociadoras que se prolongaron hasta la madrugada. Eso sí, manteniendo su línea roja en Podemos.

    No obstante, el acuerdo de febrero con el PSOE no evitó unos nuevos comicios. Un trabajo que, a posteri, Ciudadanos prefirió vender como una manera de aproximar a PP y PSOE y no como papel mojado.

    El pacto con el PP, que llegó tras una campaña electoral (la segunda) en la que Rivera había defendido que no apoyaría un Gobierno con Mariano Rajoy a la cabeza, obligó a Ciudadanos primero a plantear seis condiciones antes de sentarse a negociar, y después a insistir en la necesidad de desbloquear el país. Algo que ahora sí ha ocurrido.

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