Un pelado «ejemplar» para un juez de menores

Emilio Calatayud, magistrado de Granada, condenó a un joven que robó en una peluquería a cortarle el pelo

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Si hay un juez de menores en España conocido desde hace décadas por sus sentencias ejemplares, ese es Emilio Calatayud. Por sus reputadas manos han pasado miles de jóvenes a los que ha cambiado el rumbo de sus vidas con las peculiares y didácticas condenas que acostumbra a imponer. Una de las últimas –a un joven que robó en una peluquería de Granada– ha dado sus frutos esta semana: el muchacho penado con cortarle el pelo al mismísimo magistrado ha cumplido con su misión y ahora Calatayud luce orgulloso su renovado y jovial look.

«Como no has estudiado por lo civil, vas a estudiar por lo criminal», le espetó hace medio año el juez al chico. Entonces Emilio Calatayud pactó con el muchacho la condición para poder dar por cumplida la condena: el joven tendría que cortarle el pelo a modo de examen final del módulo de peluquería en el que ya estaba matriculado.

Una vez obtenido el título, como ha sucedido, daría por cumplida su pena.

El motivo de la condena no era otro que haber sustraído 600 euros y un secador de pelo –valorado en 160 euros– de un centro de belleza. Minutos después, y tras tirar al suelo el destornillador que utilizó para forzar la cerradura de la peluquería, fue detenido por la Policía. Su caso tuvo la fortuna de recalar en el Juzgado de Menores número 1 de Granada, al frente del cual se encuentra Emilio Calatayud.

Aunque en un principio la Fiscalía pedía para el joven un centenar de horas de trabajos comunitarios, después el juez y el Ministerio Público acordaron con el chico que su pena consistiría en terminar el módulo de peluquería que estaba estudiando: «La idea era reforzar y animarle a lo que quería ser el chaval».

Calatayud llevaba más de medio año sin ir a la peluquería para someterse al corte del chico. La prueba de fuego ha tenido lugar esta misma semana ante la atenta mirada del profesor que evaluó el trabajo del joven. «Ha sido una verdadera satisfacción», comentó el juez al periódico «Ideal» tras pasar por las manos del chico, temblorosas en un principio. Después de media hora de tijera, navaja y maquinilla, el menor de origen magrebí demostró sus dotes al juez Calatayud, que solo observó un defecto de ejecución: «Habla muy poco con el cliente». El muchacho le contestó que se debía a que está muy concentrado cuando trabaja, sobre todo cuando le toca hacerlo con jueces.

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