Aznar y Arzalluz escenifican su acuerdo; en seguno plano, Rajoy y Anasagasti
Aznar y Arzalluz escenifican su acuerdo; en seguno plano, Rajoy y Anasagasti - JAIME GARCÍA

El pacto Aznar-Arzalluz del 96: cuando el PNV negoció y llegó a un acuerdo con el PP

El clima de entendimiento de hace 20 años se antoja difícil de reeditar en esta ocasión

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Entre «muy, muy, muy difícil» e «imposible». Es el ínfimo margen de posibilidades que concede el PNV «hoy por hoy» a un escenario en el que apoyaría al PP para la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Una cerrazón, justificada por los nacionalistas por el clima entre ambos partidos durante los últimos cuatro años, que contrasta con la capacidad de entendimiento mostrada hace 20 años, cuando los «jeltzales» sí fueron capaces de contribuir a la gobernabilidad de España mediante un acuerdo que tuvo en José María Aznar y Xabier Arzalluz a sus respectivos líderes, junto a figuras decisivas como la de Jaime Mayor Oreja. El propio Rajoy también intervino en aquellas negociaciones.

El 3 de mayo de 1996 el PP se imponía, como el pasado 26-J, en las elecciones generales.

En aquella ocasión los populares obtenían 156 escaños. Para alcanzar la mayoría absoluta se hacía imprescindible contar con el apoyo de formaciones nacionalistas. CIU contaba con 15 diputados, cinco logró el PNV, como el pasado domingo, y cuatro correspondieron a Coalición Canaria.

El acuerdo con el PNV fue, precisamente, el último que logró cristalizar el PP. No fue sencillo. Fueron necesarias semanas de negociaciones, con esos «dientes de sierra», «picos y valles», que se dan en procesos de este tipo. Hubo momentos, incluso, en que pareció que las conversaciones podían fracasar irremisiblemente, pero imperó finalmente la voluntad de acuerdo.

A mediados de abril, mes y medio después de los comicios, las posturas seguían estando lejanas. El día 16 almorzaban en Madrid Aznar y Arzalluz para para intentar «dar un impulso al proceso negociador», informaba entonces ABC. Mesa y mantel como aperitivo para el encuentro del día siguiente entre delegaciones de ambos partidos, con Mayor Oreja y Juan José Ibarretxe flanqueando a los líderes. El desarrollo del Estatuto de Autonomía que pretendía obtener el PNV como contrapartida para facilitar la investidura se presentaba como el principal escollo. Los nacionalistas ya asumían que ese desarrollo nunca podría llegar a ser total: el PP había dejado claro que no habría transferencia de la Seguridad Social porque supondría romper la caja única.

Obstáculos

La reforma del concierto económico y la transferencia del INEM se configuraban en los días siguientes como serios obstáculos, aunque Arzalluz, al tiempo, dejaba caer por primera vez que podrían votar a favor de Aznar. El 18 el PP entregaba una propuesta que el PNV tildaba de insuficiente. la gestión del pago de las prestaciones por desempleo, la formación ocupacional, los impuestos especiales y la potestad de fijar las tarifas del IRPF, objetos de deseo en Sabin Etxea, bloqueaban el posible entendimiento.

El PNV, en cualquier caso, decidía mantener «un hilo caliente» de comunicación. En la ecuación aparecía un nuevo factor, los sindicatos, que se oponían frontalmente a las transferencias de carácter socio-laboral. Arzalluz acusaba a UGT y CCOO de chantajear «de forma pública y amenazadora» a Aznar. Los contactos seguían por vía telefónica, hasta que el 22 el PNV trasladaba unas condiciones mínimas.

Una lista que incluía equiparar las facultades de las facultades de las Haciendas forales vascas al Parlamento en materia de IRPF; facultad para fijar la cuantía de los impuestos especiales (tabaco, alcohol, etc); suprimir la figura del gobernador civil; crear una comisión de investigación sobre los GAL; la transferencia de la Seguridad Social y la gestión de puertos y aeropuertos; y competencia en materia de Formación Profesional y en las actividades del Instituto Nacional de Empleo. Exigencias, alguna de ellas, que sigue planteando hoy en día el PNV.

A esta lista le seguiría 48 horas más tarde un ultimátum de los nacionalistas, que marcaban como línea roja cambios en el concierto económico. Arzalluz saldría después a la palestra para, muy gráficamente, culpar a los sindicatos de haber impedido un «beso en la boca» entre ambos partidos y haber derivado la negociación hacia un acuerdo menor, limitado a un pacto para la investidura.

Éxito de Mayor Oreja

El 26 de abril, cuando peor pintaban las cosas, se producía un avance. «El PNV modifica sus exigencias para facilitar un acuerdo de última hora», tituló ABC. Durante una reunión de madrugada entre Mayor Oreja e Ibarretxe, el primero pedía a los nacionalistas que hiciesen algunas concesiones en el documento de mínimos, petición que era aceptada por los jeltzales. Así, el día siguiente, exactamente a las 22.15, llegaba la fumata blanca. Este diario apuntaba al «éxito de Jaime Mayor Oreja», que, solo a falta de la firma, encarrilaba el acuerdo en Burgos con Ibarretxe, y al «talante conciliador» como claves para que los peneuvistas dieran su apoyo a la investidura de Aznar con vistas a una colaboración más amplia tras la formación del Gobierno. El PP, por su parte, aceptaba modificar el concierto económico vasco, que pasaría a ser similar al de Navarra. Los populares apostaban por incluir a los peneuvistas a pesar de no ser necesarios sus cinco diputados para contar con mayoría absoluta, por entender que era «mejor para España y para el País Vasco».

El 30 de abril acudía Arzalluz a la sede nacional del PP para cerrar y firmar el acuerdo. Se reunía con Aznar por espacio de una hora y cenaban juntos esa noche. Destacaba ABC en su cobertura que el futuro presidente del gobierno había logrado el apoyo del PNV «simplemente a cambio de abrir después de su llegada al Ejecutivo un proceso de negociación sobre el desarrollo del Estatuto de Autonomía vasco». El texto que consignaba el acuerdo añadía otros compromisos al que era el asunto capital. Se reformaría el concierto económico, como habían pedido desde Sabin Etxea. Por otra parte, se financiaría en el siguiente ejercicio presupeustario, por parte del Ministerio correspondiente, o en su caso el INEM, el Acuerdo Interprofesional Vasco para la Formación Continua. Y se abordaría la devolución a los partidos políticos del patrimonio incautado durante la Dictadura.

Tanto Mayor Oreja como Anasagasti calificaban de «histórico» el acuerdo y Arzalluz vaticinaba una legislatura larga si mejoraba la economía. Ese mismo fin de semana, el 4 mayo, Aznar era investido presidente del Gobierno. Veinte años después, Mariano Rajoy se encuentra ante la misma tesitura, aunque ahora el PNV, con su presidente Andoni Ortuzar a la cabeza, y unas elecciones autonómicas en poco más de tres meses, no parece muy proclive a reeditar aquel clima de entendimiento.

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