La nueva CDC nace con los mismos nombres y los mismos objetivos

El nuevo partido que presidirá Artur Mas se llama Partit Demòcrata Català

Barcelona Actualizado: Guardar
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Mismas caras, mismo objetivo. La mutación de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) en Partit Demòcrata Català (PDC) cumple a rajatabla con la frase de que todo debe cambiar para que todo siga igual. Desde ayer, la histórica formación que fundó Jordi Pujol en 1974 da paso a un nuevo partido, aunque su presidente, Artur Mas, seguirá siendo el mismo, mientras que su objetivo principal, la independencia de Cataluña, tampoco se modifica.

El alumbramiento no fue fácil, y lo que se anticipaba como un congreso de refundación plácido dio paso a un cónclave con sorpresas, tensión y pugnas por el control del partido, aunque a la postre, Artur Mas y la dirección consiguieron imponer en líneas generales su modelo organizativo.

En el plazo de dos semanas, cuando los militantes escojan los nombres que deben formar la nueva ejecutiva se podrá calibrar de manera real el verdadero alcance de una renovación ahora más aparente que real.

En la primera sesión del congreso, el viernes, ya se vio que el cónclave no sería una balsa de aceite. De entrada, la militancia se amotinó tras conocerse las dos alternativas que la dirección proponía para nombrar al nuevo partido: Catalans Convergents y Més Catalunya. Ni los nombres ni la fórmula elegida para escogerlos gustaron, con lo que se tuvo que improvisar una ponencia que el día siguiente propuso tres nuevas alternativas:Partit Demòcrata Català –el favorito del sector socialdemócrata y finalmente elegido ayer–, Partit Nacional Català –emulando el Scotish National Party– y Junts per Catalunya –reformulación de Junts pel Sí–. Mas y Carles Puigdemont votaron por la segunda opción.

Aunque pudo reconducirse la cuestión del «naming», el resultado también resultó polémico, dado que Demòcrates de Catalunya, la escisión independentista de UnióDemocràtica lo reclama como suyo. Los escindidos de UDC anunciaron que piensan dar la batalla por ello, sin descartar medidas judiciales. En el nuevo partido, por contra, se sostiene que son muchas las formaciones inscritas en el registro con el nombre «demócrata», y que el mismo no es patrimonio de nadie. A tenor de otros precedentes, parece improbable que los rebotados de Unió logren impedir que CDC sea ahora el Partit Demòcrata Català.

La agitación de las bases

Solventado el nombre, en el congreso se ventilaban otras cuestiones, aparentemente menos vistosas pero trascendentes en cuanto a su fucionamiento. En este escenario, Artur Mas, quien de madrugada tuvo que salir a defender su modelo de tándem presidencial –dos personas en la cúpula del partido, de género distinto,– puede darse en parte por satisfecho, aunque las bases introdujeron significativas matizaciones a su propuesta.

Por un lado, Mas consiguió imponer un régimen de incompatibilidades bastante laxo, que por un lado permitirá que Neus Munté siga siendo consejera de la Generalitat a la vez que vicepresidenta del partido –como Mas propone–, mientras que Jordi Turull –candidato oficialista– puede optar al cargo de coordinador general, que es como llamarán al secretario general, sin dejar de liderar el grupo parlamentario de Junts pel Sí. No obstante, la introducción de la figura del coordinador, dentro de la ejecutiva paritaria de doce miembros que dirigirá el partido, se lee también como una corrección de las bases a los deseos de Mas, que verá igualmente como él y Munté, a cambio, deben limitarse a ejercer funciones institucionales y de representación.

En el fondo, en el congreso se hizo patente la agitación de una militancia que no escondió cierto disgusto por cómo la dirección pretendía tutelar el cónclave, empezando por la cuestión simbólica, pero nada accesoria, del nombre del partido, así como su modelo organizativo. Pese a ciertas correcciones, sin embargo, la dirección logró en parte domar a las bases. Las distintas corrientes, incluida la más crítica que encabeza el exconsejero Germà Gordó, pugnarán ahora por acaparar nombres e influencia en la ejecutiva a doce que se eligirá el día 23.

Cuestiones organizativas y de liderazgo al margen, el nuevo partido, al igual que la vieja CDC–o al menos la CDC de los últimos años–, sigue apostándolo todo por la ruptura con España. Así, la militancia aprobó ayer la definición del partido como «demócrata, catalanista, independentista, europeísta y humanista», superando la calificación de «soberanista» –en la que podían sentirse representados los partidarios del derecho a decidir pero que no son estrictamente independentistas–, tal y como proponía la dirección de inicio.

Radicalización

Ni el fondo ni las formas cambian. Se pudo comprobar con la intervención del presidente Carles Puigdemont, que si bien tendrá un papel secundario en el nuevo PDC, trazó el marco en el que sigue moviéndose la nueva formación. El Partit Democràta Català está «a disposición» del Govern, del Parlament y de la sociedad catalana para llevar a cabo el compromiso «insobornable» de la independencia, dijo. Que todo cambie –en apariencia– para que todo siga igual.

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