El «violador del ascensor» a su salida, ayer, del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 5 de Segovia
El «violador del ascensor» a su salida, ayer, del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 5 de Segovia - EFE
PSIQUIATRAS

«No se puede curar a los agresores reincidentes si no hay patología»

El único tratamiento eficaz contra los delincuentes sexuales pasa por controlar la libido

Madrid Actualizado: Guardar
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El drama de las violaciones tiene difícil solución. El pasado 15 de junio fue detenido en Segovia Pedro Luis Gallego, apodado ya como el «violador del ascensor». Se trata de un viejo conocido de la justicia española tras pasar 21 años encarcelado por, entre otros delitos, agredir sexualmente a 18 personas. Este individuo engrosó una larga lista de violadores reincidentes que, según el psiquiatra forense José Cabrera, «no hay forma de reinsertarles porque tienen en su personalidad la estructura psíquica que hace ver a la hembra como una cuestión de poder».

Frente a la creencia popular de que este tipo de delincuentes sufren algún tipo de enfermedad mental, el doctor Cabrera arroja luz al problema desde su propia experiencia.

«De todos los agresores, no llega al 2 por ciento los que tienen alguna patología mental. Si no hay patología, no se puede curar», asegura. Pese a ello, no está todo perdido. La única solución parcial pasa por «un control permanente de la justicia y la sanidad y que se le ponga tratamiento para controlar la libido», es decir, el deseo sexual.

El doctor Cabrera recuerda que «en todas las cárceles tienen cursos y grupos de terapia», aunque la evidencia científica señala que «el tratamiento psicoterapéutico de grupo no se ha mostrado eficaz casi nunca».

Aunque pueden aplicarse fármacos para controlar la libido, Leopoldo Ortega-Monasterio, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Forense, reconoce que «las medidas terapéuticas no garantizan una absoluta solución ante todos los casos que se nos presentan».

Castración química

El doctor Ortega-Monasterio reclama mayor exactitud a la hora de hablar de la mal llamada castración química. «Debe considerarse que se trata de una acción farmacológica reversible y que no supone una mutilación de órganos genitales».

Así, rompe una lanza a favor del uso de fármacos que no provoquen la castración definitiva para «facilitar la regulación del control de los impulsos». Entre los posibles tratamientos, destaca como «eficaces» algunos medicamentos «antiepilépticos y algunos inhibidores de la testosterona».

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