Nada queda de ellos «en caliente»

El debate político debería aclarar si el sistema de reinserción se corresponde con lo que exige de él una sociedad que quiere garantizar su seguridad

Juan Carlos Quer y Juan José Cortés, padres de Diana Quer y Mari Luz Cortés, acompañados por la presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella EFE
Manuel Marín

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¿Qué relación existe entre el debido reconocimiento a los muertos de la Guerra Civil y las víctimas mortales de asesinos en serie, violadores, pederastas, padres celosos y «Chicles» de la vida? La única posible es la utilización inmoral del dolor ajeno bajo la coartada de «hacer política». El Congreso dio ayer un paso más para derogar la prisión permanente revisable , aprobada en exclusiva por el PP cuando disponía de mayoría absoluta. Hoy, sin que el Gobierno goce de mayoría suficiente, la oposición pretende erradicar esa medida por su ineficacia preventiva, su crueldad y su espíritu contrario a la reinserción.

No es cierto que en España se legisle «en caliente». Ni en frío. La fragmentación política está impidiendo que se legisle. Así de sencillo. La ideologización de todo lo regulable -pensiones, Código Penal, política laboral, educación…- impide a los partidos, instalados en una precampaña sistemática, alcanzar acuerdos. El bloqueo es evidente.

Aceptemos, por pura humanidad, que el debate sobre la excarcelación de los más alevosos delincuentes no se dirima por los años de castigo, por un ánimo vengativo o por el odio linchador de una sociedad indignada. Derivémoslo entonces a la eficacia real de la reinserción. Si el argumento válido de quienes pretenden derogar la prisión preventiva es que no disuade ni atemoriza al asesino de un niño, también debería resultarles igualmente válido constatar los escandalosos casos de reincidentes , aún después de quince o veinte años en prisión, capaces de volver a violar o matar a los pocos meses de ser liberados. La prisión permanente no disuade… pero la prisión «normal» tampoco reinserta a una tipología de criminal.

El debate político debería aclarar si el sistema de reinserción se corresponde con lo que exige de él una sociedad que quiere garantizar su seguridad. La derogación de la «doctrina Parot» fue un nefasto antecedente que ha demostrado con dramática evidencia las consecuencias del «buenismo» penal con peligrosos delincuentes. Ningún partido plantea un referéndum en España sobre la prisión permanente revisable, más allá de que muchos de quienes la rechazan olvidan que un condenado a esta pena puede empezar a revisar su cumplimiento efectivo a los ochos años de cárcel. Esa consulta popular sería una trampa en la que ningún partido querría caer. Pero si fuese cierta la tesis comúnmente aceptada de que entre el 70 y el 80 por ciento de españoles respaldan la prisión permanente, sería igualmente peligroso que el Congreso manipulase la voluntad popular. Desgraciadamente, los cuerpos de Marta, los hijos de Bretón, Rocío, Ana María, Mari Luz, Diana, Sandra, Gabriel… están muy fríos. Nada queda de ellos «en caliente».

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