Íñigo Errejón, ayer, tras conocer los resultados
Íñigo Errejón, ayer, tras conocer los resultados - EFE

Moncloa tendrá que esperar

El portavoz en el Congreso había sido claro días atrás: «Si se imponen las tesis de los compañeros que acompañan a Iglesias es más difícil sacar a Rajoy de la Moncloa»

Madrid Actualizado: Guardar
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Termina la segunda asamblea ciudadana de Podemos y los inscritos de la formación morada que han acudido este fin de semana a la antigua plaza de toros de Vistalegre se refugian de la lluvia. El chaparrón es importante, pero ninguno de ellos cree estar peor de lo que debe sentirse Íñigo Errejón. «Lo tiene jodido», resume una mujer acodada en la barra. Probablemente no se haya producido una frase más certera en todo el fin de semana.

Podemos lleva más de un año abierto en canal. Ya antes habían surgido los problemas, pero «la campaña de la remontada» el 20 de diciembre fue realmente el último gran hito del partido. A partir de entonces nada fue igual. Discrepancias estratégicas, confrontaciones ideológicas y desavenencias personales se entremezclaron durante meses sobre un trasfondo claro de lucha por el poder obligaron a una formación de apenas tres años de vida a plantear un congreso en clave de refundación.

No gustaba al «nuevo entorno» de Iglesias el excesivo poder que acumulaba Errejón. Menos gustaba a los errejonistas que Errejón ya no fuera entorno. «Viraje ideológico», «pérdida de la transversalidad», «retorno a los viejos errores de la izquierda». Todo eso se ha dicho respecto al rumbo que Iglesias viene tiempo queriendo imponer en Podemos.

Pero no ha sido eso lo más clarificador. Se atrevió Errejón a decirlo públicamente los últimos días. «Si se imponen las tesis de los compañeros que acompañan a Iglesias es más difícil sacar a Rajoy de la Moncloa». No deja lugar a dudas. Errejón cree que desde hoy Podemos tendrá más difícil levantar un proyecto mayoritario para ser la alternativa al PP.

Errejón nunca se va a ir al PSOE. Porque su proyecto siempre fue hacer de Podemos algo «diferente» a lo que había intentado la izquierda tradicional. De ahí el populismo, la transversalidad y la insistencia en crear «una mayoría nueva», desde el convencimiento de que había que crear un proyecto capaz de atrapar votantes que hoy votan al PSOE, a Ciudadanos pero también al PP.

A partir de ahora su papel en Podemos pasará a un segundo plano. Y dejará de tener potestad sobre la estrategia a seguir, aunque en el fondo eso ya llevaba tiempo sin hacerlo. Se confirmó que éste no era su momento. Él piensa que Podemos sigue siendo la herramienta desde la que cosntruir esa mayoría. Que llegará el momento. En su entorno ayer había caras tristes, que se preguntaban si llegado el caso no será demasiado tarde.

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