Imagen de archivo de un desalojo por falsa amenaza de bomba en Barcelona
Imagen de archivo de un desalojo por falsa amenaza de bomba en Barcelona - INÉS BAUCELLS

El miedo se propaga en las redes sociales

Desde los atentados de París los bulos corren por las redes sociales y aumentan la sensación de inseguridad subjetiva en la población. Las falsas amenazas de bomba hacen el resto

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«Acaban de poner a CNP y GC en Alerta 4, atentado inminente. Así que durante unos días evitar el transporte público y lugares de interés importante»... El falso sms, con alusiones a Madrid, Barcelona, los aeropuertos y la estación del AVE de Sants corrió como la pólvora por toda España desde el pasado fin de semana y obligó el pasado lunes al Ministerio del Interior a hacer un comunicado público para desmentirlo...

Martes, un papel supuestamente oficial corre de nuevo por las redes. Se asegura que ha podido entrar por puestos fronterizos -no se dice cuál, pero hay versiones de que por el de La Jonquera-, un Citroën Xara -se da hasta la matrícula-, en el que podría viajar Salah Abdeslam, uno de los terroristas huidos de París.

No hay un solo dato de eso ni las Fuerzas de Seguridad españolas han sido informadas de nada parecido. Pero es igual. La «noticia» corre como la pólvora...

El primer objetivo del terrorismo es la propaganda y el segundo provocar el pánico en la población. Estas comunicaciones en las redes sociales ayudan a que Estado Islámico consiga ambas cosas sin tener que mover un solo dedo, ya que el trabajo se lo hacen algún indeseable que es el origen de la «gracia» y los millones de ciudadanos sorprendidos en su buena fe, que creen que distribuyendo estos mensajes contribuyen a la seguridad de los suyos.

Lo ocurrido tras los atentados de París no es nuevo; cada vez que se produce algun suceso que provoca la inquietud de la población surgen este tipo de situaciones, difíciles de controlar porque en el imaginario popular está grabado a fuego que el Gobierno nos oculta información. Por eso, un comunicado como el que hizo Interior el pasado lunes no tiene precedentes y da una idea de la preocupación que hay por este tipo de cosas.

El ciudadano debe saber que estos mensajes no solo ayudan a Estado Islámico en sus objetivos, sino que además obligan a las Fuerzas de Seguridad a combatirlos, lo que las distrae de su objetivo principal, que es la localización y detención de terroristas. Nunca un aviso real de esas características llegaría solo a través de las redes sociales, sino que serían comunicaciones oficiales difundidas, primero, en los medios de comunicación, para dar garantía de la fiabilidad de lo que se dice.

En las últimas 48 horas, además, la situación ha empeorado con los avisos falsos de bombas, otro lamentable clásico tras cualquier ataque terrorista. Varias zonas céntricas de Madrid sufrieron cortes de circulación por este tipo de incidentes, que de nuevo, al afectar a miles de personas, provocan la alarma y la inseguridad. La mayor ola de estas comunicaciones llegó tras el 11-M, cuando había decenas de ellas a diario.

Sería interesante que tanto los que lanzan el mensaje falso como los que llaman anunciando la colocación de supuestas bombas acabaran delante del juez. Pero no es algo demasiado frecuente y esa impunidad, junto con la candidez del ciudadano medio, nos hacen tener más miedo del que lógicamente provocan sucesos como los de París. Lo contrario es hacer el juego a los terroristas.

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