Curri Valenzuela

La maldición del PSOE que asusta a Susana

Curri Valenzuela
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Cuando Susana Díaz proclamó el pasado fin de semana en Madrid «tengo ganas, ilusión y me encanta ganar», no dijo toda la verdad. De haber sido franca, tendría que haber añadido que también tiene miedo. Miedo a que cuando se presente como candidata a la secretaría general del PSOE se cumpla la maldición de su partido, cuyas bases siempre han proclamado ganador al que se enfrenta al aparato oficial. Ganó Josep Borrell a Joaquín Almunia; José Luis Rodríguez Zapatero a José Bono y Pedro Sánchez a Eduardo Madina. Ese es el resultado de las tres primarias celebradas hasta la fecha y en los tres casos el perdedor era visto por los afiliados como el candidato que más apoyo había recibido del aparato de Ferraz y de los veteranos del partido, lo que se ha demostrado perjudicial a la hora de que las bases expresen sus preferencias en voto secreto.

Por esa regla de tres, Susana Díaz lo tiene crudo frente a Pedro Sánchez. Ella es vista por los militantes como la candidata de la gestora que actualmente controla el PSOE; él, como la víctima de una maniobra de los pata negra del partido para apearle sin miramientos ni respeto a las normas democráticas. Las cuentas no le salen aunque, como se rumorea, llegue a un acuerdo con Patxi López para frenar al adversario común. Pese a lo cual, la presidenta andaluza anunciará su candidatura este mes de marzo, una vez que haya presidido, en plan institucional, las festividades del Día de Andalucía el 28 de febrero. Ha adquirido demasiados compromisos, embarcado a demasiada gente en su proyecto como para ahora dar marcha atrás.

La fecha más probable del anuncio es la del 4 del mes siguiente, donde tiene convocado un acto del PSOE en Sevilla: Mientras piensa en Ferraz, Díaz no pierde de vista el avance de los populares en Andalucía. La última encuesta del CIS andaluz pronostica que estos ganarán tanto las próximas elecciones generales como las autonómicas. Ella tratará de compaginar ambos cargos, si es que vence la tradicional maldición, pero el PP la aguarda a la vuelta de la esquina. «A nosotros nos viene bien que se vaya a Madrid -afirma un dirigente regional-;y si pierde las primarias, sería lo más».

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