Londres asegura que no negociará la cosoberanía de Gibraltar

El Reino Unido se cierra en banda frente al plan de Margallo de aprovechar el Brexit para compartir la soberanía del Peñón

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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El pasado sábado, ABC llevó a su portada el plan del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, para intentar convertir las secuelas del Brexit en una buena oportunidad para España en el enquistado contencioso secular sobre Gibraltar. « España ofrecerá la cosoberanía sobre Gibraltar para salvarlo del Brexit», titulaba el periódico, en una información firmada por José María Carrascal, experto en el conflicto y autor de libros sobre él. «Sus ciudadanos disfrutarán de la doble nacionalidad y de un estatuto con un autogobierno similar al actual», explicaba la noticia.

El Gobierno británico respondió ayer a la información de ABC cerrándose en banda a abrir la negociación que demanda el Ejecutivo español. Reitera que está «convencido de la soberanía del Reino Unido sobre la totalidad de Gibraltar», e incluso incluye en ella lo que denomina «las aguas territoriales británicas de Gibraltar».

Lo cierto es que la apropiación de las aguas, que se ha convertido en un hecho consumado con el paso de los siglos, vulnera lo estipulado en el Tratado de Utrecht de 1713, acuerdo por el que España cedió el Peñón a los británicos en los siguientes términos: «La plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce». Como se ve, no se incluyen ni se mencionan los derechos marítimos, más allá de las instalaciones portuarias.

En un comunicado remitido a ABC en respuesta a su información del sábado, el Foreing Office, el ministerio de Exteriores británico, cuyo titular es Boris Johnson, señala que «mantendremos nuestras garantías de que Gibraltar nunca entrará en arreglos bajo los cuales la gente de Gibraltar pudiese pasar a estar bajo la soberanía de otro Estado en contra de sus deseos. Además, el Reino Unido ha garantizado que no entrará en ningún proceso de negociación de soberanía con el que Gibraltar no esté satisfecho».

En tono asertivo, remarcan también que «el Gobierno británico está convencido de que la soberanía del Reino Unido sobre la totalidad de Gibraltar, incluidas las aguas del territorio británico de Gibraltar».

El Brexit supone un enorme quebradero de cabeza para Gibraltar, un enclave considerado por los organismos internacionales como un paraíso fiscal, por sus bajos gravámenes y su opacidad. En el referéndum del pasado 23 de junio, los gibraltareños fueron los votantes más partidarios de permanecer en la UE, con un apoyo del 96% para el «Remain».

Pasaporte europeo

Nada más consumarse contra pronóstico el triunfo del Brexit, el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, inició una nerviosa ofensiva diplomática ante el Gobierno de Londres, en busca de garantías de que el Peñón no perderá su pasaporte europeo, algo que no le pudieron ofrecer, más allá de decirle que se contará con ellos en las conversaciones con Europa.

En realidad, el Ejecutivo de May ni siquiera tiene claras todavía las líneas capitales de su negociación con la UE y se limita a repetir el eslogan tautológico de que «Brexit significa Brexit». Desde el referéndum del 23 de junio, Picardo ha conseguido reunirse en Londres con May -que lo vio un cuarto de hora en una sala de los Comunes-, con Boris Johnson y con David Davis, el titular del nuevo ministerio para la Salida de la UE. El más explícito fue Johnson, que en la línea de lo que ahora reitera, manifestó tras verse con Picardo que no se abriría ninguna negociación sobre la soberanía en contra del criterio de los gibraltareños. Para el Partido Conservador, Gibraltar es un símbolo del nacionalismo inglés, con reminiscencias de añejas nostalgias imperiales.

En los dos referendos sobre qué soberanía prefieren, en 1967 y 2002, los gibraltareños optaron casi universalmente por la británica. De hecho, en el último de ellos el apoyo fue del 99%. Pero esa unanimidad podría romperse en el futuro si un Brexit duro los priva del acceso a Europa. La pérdida del pasaporte europeo podría hundir su boyante economía, basada principalmente en el juego por internet, los seguros y los fondos de inversión, todo con una fiscalidad agresivamente baja, que supone de hecho una competencia desleal para los estados europeos. El contrabando es también endémico en el Peñón.

Gibraltar ha sido una y otra vez fuente de roces entre los gobiernos de España y el Reino Unido, buenos aliados en otras materias y con un gran intercambio humano, con muchos españoles trabajando en el Reino Unido y una enorme colonia de pensionistas británicos afincados en España y disfrutando de su sanidad y servicios. El pasado mayo, Rafael Catalá, ministro de Justicia, dio plantón a una recepción de Cameron en Downing Street, con motivo de una cumbre contra la corrupción en Londres. Catalá se negó a acudir en protesta por la visita que había cursado aquellos días a Gibraltar el ministro británico de Exteriores en la que incluso visitó instalaciones militares.

«Ha estado en instalaciones militares, ha visitado un buque de guerra y ha hecho declaraciones sobre la soberanía que son innecesarias y ofensivas», declaró entonces Catalá, que reconoció que el Gobierno español se sentía «molesto». El ministro de Justicia recordó que «les hemos ofrecido permanentemente diálogo sobre Gibraltar». Según su versión, el Gobierno español conoció la visita del ministro inglés cuando ya se estaba produciendo.

División

El problema con el que se va a encontrar Gibraltar es que los propios conservadores están divididos en cómo gestionar el Brexit. Incluso se han abierto las primeras fricciones entre los cameronistas y el nuevo poder de Theresa May. Ayer, en un nuevo libro, el exjefe de prensa de Cameron la acusó de haberlo traicionado trece veces durante la campaña del referéndum.

Por su parte, Boris Johnson, el jefe de la diplomacia, acaba de declarar que «es un completo camelo» que no se pueda permanecer en el mercado único cortando al tiempo la libre circulación de trabajadores. Con carga irónica de la dura, el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, contestó el viernes diciendo que enviaría a Johnson una versión del Tratado de Lisboa, a fin de que conozca las bases de la UE, e incluso se ofreció a viajar a Londres «para explicárselo en buen inglés».

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