Junqueras no perdona

El independentismo como modo de vida y como negocio político seguirá siempre presente aunque se module

Manuel Marín

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Dar por hecho que el independentismo ha sido derrotado por el Estado y que ahora habrá un nuevo gobierno catalán con un horizonte penal limpio es un ejercicio de alto riesgo. Infravalorar la capacidad dañina del separatismo porque Carles Puigdemont no haya asumido hasta ahora que «Moncloa triunfa» es solo una visión parcial del conflicto. El independentismo como modo de vida y como negocio político seguirá siempre presente aunque module sus ansias rupturistas y asuma, con la eficacia del Código Penal y con la mano del Estado en el bolsillo de los malversadores, lo que ya asumió Artur Mas: que es imposible ganar esta batalla al Estado y que Cataluña «no está preparada».

La unilateralidad pasó de ser un objetivo a convertirse en una imposición. Y el Estado, con algunos errores y soluciones jurídicas in extremis, como la reciente del Tribunal Constitucional, la ha conjurado. Nadie piensa hoy en la eficacia de un hipotético y nuevo proceso de declaración unilateral de independencia. Sin embargo, nada ha concluido en Cataluña. En eso Puigdemont miente, ajeno a cualquier control ya de proceso alguno. Es posible que haya concluido «todo» para él, pero el destrozo institucional que deja tras de sí será difícil de recomponer.

Lo relevante hoy es la resolución del presente. Ni siquiera se sabe a ciencia cierta si los plazos para la convocatoria de nuevas elecciones, o para convocar una nueva sesión de investidura, han empezado a transcurrir. Los juristas no se aclaran… y es natural. Nadie se aclara ya con nada en Cataluña. Pero el diagnóstico extendido de que habrá con seguridad un nuevo candidato pactado por el independentismo para no poner en riesgo la actual mayoría parlamentaria se tambalea. Los odios políticos y rencores personales que se han creado entre los socios de la fallida «república independiente» les han abocado a buscar alternativas penales de estricta supervivencia personal. Las heridas causadas entre ellos son ya muy profundas y dar por hecha una inminente cicatrización con un acuerdo improvisado puede ser un error.

Es imposible pronosticar a ciencia cierta si a unas semanas vista se habrá instalado la estabilidad institucional en Cataluña. Hoy son más que ayer los que barruntan nuevos comicios una vez que sea superada la insoportable digestión del «chantaje Puigdemont». Allí donde la frialdad política debería primar, lo hacen el sectarismo de los sentimientos, la fractura emocional y la desconfianza mutua. Junqueras no perdona. Lleva tres meses en prisión, el mismo tiempo que Puigdemont huido, pero libre. Es un factor puramente humano, pero lo condiciona todo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación