Salvador Sostres

Junqueras no se atreve

Salvador Sostres
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Esquerra quiere proponer a Junqueras como presidenciable, pero no se atreve ante la insistencia de Mas de no retirarse. A largo plazo, ERC intentará que si se reedita Junts pel Sí, Junqueras sea el candidato. Pero le tienen tanto miedo a Convergència, y pese a todo a Mas, que no osan plantear su ambición sin disimulos. De todos modos, lo más probable es que Convergència y Esquerra se acaben presentando por separado, que Junqueras gane por poco, Convergència se refunde en la oposición como hizo Urkullu con el PNV tras Ibarretxe, y los republicanos acaben pactando con lo que quede de la CUP, con Podemos, y con el PSC, como Ada Colau hizo en el ayuntamiento de Barcelona.

El drama del soberanismo es que nadie dice la verdad.

Mas miente y Junqueras no tiene el valor de desmentirle. Mas quiere ser presidente a cualquier precio y a Junqueras no hay suma de dinero, ni de poder, ni de épica que le compense para meterse en el lío. Y lo que es más grave: probablemente no tenga el líder de ERC el valor de asumir los desafíos que implican ser un presidente independentista de la Generalitat.

La cara B de Mas es Junqueras. Mas miente y Junqueras no se atreve a decir la verdad. Mas engañó a los independentistas con el falso referendo del 9N y Junqueras no se atrevió a denunciar públicamente la farsa, aunque en privado ardía de rabia denunciándola.

Mas perdió el 27 de septiembre el plebiscito sobre la independencia, y sobre su persona, y Junqueras no tiene las agallas de desenmascararle. Prevalece el pavor de un partido acomplejado.

Visto desde Madrid, Junqueras es una bendición del cielo. Primero, porque el Gobierno cree que podría amansar sus escozores secesionistas compensándole con su cursilería social. Segundo, porque de no cesar su insistencia separatista, una Convergència en la oposición podría ser una muy útil herramienta para reducirle. Y tercero, porque todo el mundo sabe que si hay que tomar medidas drásticas, meter a Mas en la cárcel es meter en la cárcel al presidente de la Generalitat, con toda su gravedad; y llevar preso a Junqueras es en cambio algo folklórico, que no interrumpe ninguna cena en Via Veneto como no sea para pedir champán y celebrarlo.

Baños dimite. Mas insiste. Junqueras, my fair lady. El caos es total. Yo solo pido trufas, porque las hordas están al llegar.

Ver los comentarios