Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo, candidato a la reelección como presidente de la Xunta, en un mitin
Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo, candidato a la reelección como presidente de la Xunta, en un mitin - EFE
Participación en las elecciones autonómicas

Los gallegos son los españoles que menos acuden a las urnas en los comicios autonómicos

Los vascos, aunque están por debajo de la media nacional, presentan niveles de participación más altos que en Cataluña, Asturias, Baleares, Canarias o Madrid

MADRID Actualizado: Guardar
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Las elecciones vascas y gallegas del próximo 25 de septiembre se presentan como unas de las más relevantes de cara a la resolución del actual bloqueo político que se vive en el panorama nacional.

Por un lado, el posible apoyo que precisaría el PNV para constituir un gobierno en el País Vasco según el último sondeo del CIS podría resultar clave para un hipotético voto favorable «in extremis» en una segunda intentona de Rajoy. Por otro, los partidos políticos se toman como una especie de test estos comicios para evaluar qué acontecería en unas eventuales terceras elecciones que cada vez se asimilan como más inevitables. Es más, ocho de cada diez ciudadanos considera que se votará de nuevo estas Navidades, según el barómetro encargado por ABC a GAD3

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Según la encuesta del CIS, un 73 por ciento de los gallegos afirmó que irá a votar en la convocatoria del 25 de septiembre «con toda seguridad», mientras que un 71 por ciento de los vascos contestó lo propio. Además, el dieciséis por ciento de gallegos y de vascos respondió que ejercerá su derecho al sufragio «probablemente». Atendiendo a estas respuestas, cabría esperar una participación elevada —entre el 71 y el 86 por ciento en ambas regiones—, sin embargo, los datos de participación que registran históricamente estas autonomías no invitan al optimismo.

Galicia y País Vasco

Galicia es la única CC.AA. en la que la abstención ha superado la participación en unas elecciones autonómicas

Galicia, de hecho, es la Comunidad Autónoma con el índice de participación más bajo en los comicios autonómicos. La media histórica de esta comunidad se sitúa en un 59 por ciento de participación, siendo el 2009 el año en el que más gallegos se movilizaron en unas autonómicas con un 64 por ciento de votantes que acudieron a las urnas. En el último precedente —2012— se rozó el 55 por ciento de electores que emitieron voto.

Esta región, además, ostenta otro registro negativo al ser la única en la que ha sido mayor alguna vez en unos comicios autonómicos la abstención que la participación. Fue en el año 1981 —en las primeras autonómicas que ahí se celebraron— cuando casi un 54 por ciento de los gallegos se quedó en casa el día de las elecciones.

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Por su parte, en el País Vasco, aunque los datos son notablemente mejores, la participación en las elecciones autonómicas se sitúa un punto por debajo de la media nacional —que está en un 67 por ciento—.

El mejor registro de participación se encuentra en el año 2001, cuando votaron un 79 por ciento de los electores, aunque desde entonces se encadenan tres convocatorias consecutivas en las que ha disminuido la afluencia a los colegios electorales hasta situarse la participación en un 63 por ciento el pasado 2012. El peor dato cosechado, en 1994, reflejó una abstención algo superior al cuarenta por ciento de la población vasca en edad de votar.

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Las otras «comunidades históricas»

Junto a Galicia y País Vasco, las primeras Comunidades Autónomas que obtuvieron su Estatuto de Autonomía por la llamada «vía rápida» fueron Cataluña y Andalucía.

La participación de los comicios catalanes, al igual que sucede con los gallegos y los vascos, se sitúa en niveles inferiores a la media nacional. Con un 62 por ciento de concurrencia media a las urnas, es la cuarta autonomía con menor nivel de participación en sus elecciones.

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Aun así, es subrayable el notorio repunte de las elecciones de 2015, y es que con el aumento creciente del independentismo, se registraron los mejores niveles de participación en la historia de Cataluña con un 74 por ciento de electores que depositaron papeleta en estos comicios. El año con menor participación fue el 1992, cuando casi un 46 por ciento de los catalanes se abstuvo.

Andalucía es la única de estas cuatro CC.AA. que se encuentra —aunque sólo por unas décimas— por encima de la media nacional de participación. Su mejor y su peor registros se dieron en 1996 (77%) y en 1990 (55%), respectivamente.

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Resto de CC.AA.

El resto de Comunidades Autónomas son las que consiguieron su Estatuto por la «vía lenta». Salvo excepciones —en Navarra se dieron elecciones en 1979 y en Asturias, en 2012— siempre coinciden las convocatorias de sus respectivas elecciones autonómicas.

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La media de participación de todas ellas juntas —excluyendo a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla— está un punto por encima de la media nacional.

Positivamente, destacan Castilla-La Mancha y Extremadura con una participación cuya media se sitúa en un notabilísimo 74 por ciento. En el otro extremo, se hallan Baleares y Canarias (61%), Asturias (62%) y Madrid (65%), que se encuentran entre las seis autonomías con mayor índice de abstención del país.

Elecciones generales

Por último, en contraposición a las autonómicas, las elecciones generales presentan una media de casi un 73 por ciento de participación, con su mejor parámetro en las elecciones de 1982 —las primeras que ganó Felipe González— en las que se rozó el ochenta por ciento de asistencia a los colegios electorales.

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Es notorio el hecho de que el tercer nivel más bajo de afluencia en la historia de la democracia se dio en las pasadas elecciones del 26 de junio (69,84%), cuando se llamó a los españoles a votar por segunda vez después de que no se llegase a acuerdo alguno para la formación de un Ejecutivo.

Según el informe del ya citado GAD3, si se repitiesen elecciones la abstención alcanzaría sus mayores cotas históricas y la participación se quedaría en un paupérrimo 63 por ciento, casi diez puntos por debajo de la media de las elecciones generales.

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