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Rita Barberá, en la puerta de su domicilio - ROBER SOLSONA

Así fueron las 24 horas previas a que Rita Barberá dejara el partido

Un intensísimo cruce de llamadas entre la dirección popular y la veterana política en el que se mezclaron razones sentimentales, jurídicas y económicas

MADRID Actualizado: Guardar
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Apenas pasaban de las doce del mediodía del martes cuando se conoció la noticia de la apertura de causa contra Rita Barberá por el Tribunal Supremo . En el Senado esperaban que esa misma tarde acudiera a la constitución de las dos comisiones de las que es vocal, la Constitucional y la de Economía. «Ya está de camino», comentaban extraoficialmente ante la curiosidad de los periodistas. Pero el viaje se frustró; Barberá dio la vuelta, y comenzó entonces un intensísimo cruce de llamadas entre Génova, Galicia, País Vasco y Valencia.

Rajoy estaba en Orense; Cospedal también en Galicia, y el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, en San Sebastián. Los teléfonos comenzaron a echar humo, dando y recibiendo instrucciones. En especial los de los dos últimos, encargados más directos de hablar con Rita y convencerla de lo conveniente de una marcha atrás voluntaria y lo más rápida posible.

Fueron 30 horas de actividad frenética que los responsables de la dirección del PP pasaron volcados en convencer a la exalcaldesa de Valencia de que diera voluntariamente un paso atrás. Una negociación «muy complicada, la más dura», confesaba alguno de sus protagonistas, que se llevó a cabo por teléfono durante toda la tarde del martes y todo el día del miércoles, y en la que no han faltado las lágrimas. «No ha sido agradable», confesaban. Al final, tras mucho presionar, «hubo que apretarla» con la advertencia de que el partido tendría que expulsarla si no se iba de forma voluntaria. Sólo entonces la exalcaldesa cedió a primera hora de la tarde de ayer.

«Que nadie se ampare en mí»

Barberá aguantó hasta casi las seis antes de emitir un comunicado -aún con el logo del PP- en el que justificaba su decisión porque renunciar al escaño «podría entenderse como una asunción de culpabilidad». Y solicitaba su baja en el PP «porque así me lo ha pedido el partido», como «una muestra más de mi entrega a él» y para evitar «que nadie se ampare en mí para responsabilizarme de cualquier perjuicio o esconder sus resultados políticos y electorales».

Las soluciones posibles eran dos: o Rita Barberá dejaba de ser senadora del PP renunciando a su escaño -lo que la devolvería al mundo de los ciudadanos de a pie y, con ello, a la causa que se sigue en un juzgado de instrucción de Valencia contra todo su equipo en el Ayuntamiento de la Ciudad del Turia-, o dejaba de ser militante popular, pero mantenía el escaño y se iba al Grupo Mixto, con lo que continuaría siendo aforada y su causa se vería en el Tribunal Supremo.

«Es decisión suya», insisten desde la dirección del PP, aunque reconocen que tuvieron que «apretarla» para convencerla

«En decisión suya», insisten desde la dirección del PP; según explicó a ABC uno de sus máximos dirigentes, «cualquiera de las dos opciones era igualmente válida», porque les permitía dar por cumplido el pacto anticorrupción con Ciudadanos. Lo cierto es que Barberá, un icono del PP -tenía el carnet número 3 por Valencia de la antigua Alianza Popular-, amiga de Rajoy y un peso pesado del partido, ya no es militante, en una decisión que ella misma calificó de «muy dolorosa».

«Muy herida»

El último día y medio ha sido de una intensísima actividad en la dirección popular. La secretaria general María Dolores de Cospedal y el vicesecretario de Organización Fernando Martínez-Maillo han llevado el peso de unas conversaciones en ocasiones muy tensas con Barberá, una mujer de muy fuerte personalidad, que en un principio se resistía vivamente a dejar el que ha sido su partido toda su vida política y se sentía, como reconocía el ministro García Margallo, «muy herida».

A medida que pasaban las horas y en Génova no conseguían que la senadora renunciase, iban acrecentándose las presiones internas, y sumándose voces de políticos populares - Alfonso Alonso, Núñez Feijóo, Íñigo de la Serna, José Antonio Monago-, pidiéndola con más o menos sutileza, un paso atrás.

Las razones prácticas se han impuesto al final: al no dejar el Senado, seguirá siendo aforada y su causa se verá en el Tribunal Supremo. Ahora, la política valenciana espera poder declarar «en el menor tiempo posible». El instructor del caso será Cándido Conde-Pumpido, ex fiscal general del Estado.

Barberá es senadora por designación autonómica: su cargo acaba en 2019. Pero hoy mismo los socialistas valencianos y Compromís piden que se la revoque

En todo caso, en el PP aclaran que ellos ya no se hacen cargo de su defensa jurídica: «Ya no es militante del partido, ni está en la Diputación Permanente del Senado» -el pasado mandato sí que lo estuvo, pero en esta legislatura este órgano de la Cámara Alta aún no se había constituido, un retraso que ha permitido al PP dejarla fuera sin siquiera plantear públicamente el asunto-.

Rita Barberá es senadora por designación autonómica: fue nombrada para el cargo por la Cámara regional valenciana. Su mandato dura hasta que finalice la legislatura que la eligió, la autonómica: nadie puede apartarla de su escaño hasta 2019, salvo que antes se celebren elecciones en la Comunidad de Valencia. Pese a ello, hoy los socialistas valencianos y Compromís presentan una propuesta en las Cortes Valencianas para pedir la revocación del acta de Barberá como senadora territorial. Una medida que puede contar con el apoyo de Podemos y Ciudadanos. Al cierre de esta edición, el PP en principio también votaría a favor, aunque hasta última hora no se sabrá si pasa a la abstención, informa Rosana Belenguer.

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