Análisis no verbal

Fríos, distantes y cabizbajos: lo que los gestos de Sánchez y Díaz desvelan sobre su relación

Expertos en comunicación no verbal estudian en ABC el comportamiento que adoptan los líderes socialistas cuando están juntos

Pedro Sánchez y Susana Díaz, tras la reunión que mantuvieron este martes en Sevilla EFE
María Jesús Guzmán

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Pedro Sánchez y Susana Díaz querían escenificar el deshielo de su maltrecha relación. Sevilla fue el lugar elegido. Este martes, 23 de enero, la fecha escogida. Con un encuentro de 20 minutos y de carácter extraordinario , ambos quisieron demostrar que ya no hay rastro de hostilidad entre ellos, que ya han vuelto a enfundar los revólveres. Para demostrarlo, en la rueda de prensa que concedieron tras la reunión, el líder socialista no dudó en alabar una de las políticas «estrella» que la Junta de Andalucía ha adoptado en el ámbito educación: la matrícula gratuita para los universitarios, una medida que quiere que se expanda por todo el territorio nacional.

Sin embargo, a pesar de los guiños y de los halagos, hay aspectos que denotan que la relación no se ha tornado idílica de la noche a la mañana. José Luis Martín Ovejero , experto en comunicación no verbal, explica que «más allá de lo que quieran decir con palabras de apoyo, de ánimo, de ayuda… si se analiza el comportamiento de ambos cuando comparten un espacio físico no es de cercanía ». Asegura que si tuviera que resumir la relación entre ambos basándose en sus gestos, la palabra que se le viene a la cabeza es «distante» .

Tres años atrás

Aunque admite que la situación ha cambiado en los últimos años y compara su comportamiento actual con el de mayo de 2015 , cuando ofrecieron un mitin electoral para las elecciones autonómicas. Expone que, en ese momento, «esta frialdad era recíproca»: «Se les vio a ambos con pocas intenciones de relacionarse, y pocas veces he visto un abrazo con menos ganas».

Mitin de Pedro Sánchez y Susana Díaz en Alcalá de Guadaira el 20 de mayo de 2015 Raúl Doblado

Cristian Salomoni , vicepresidente de ACONVE (Asociación de Analistas Expertos en Comportamiento No Verbal) , coincide con Martín Ovejero y apostilla que la actitud de los dos políticos en el mitin de 2015 era tensa. De aquel evento recuerda muchas anécdotas: «Vimos un abrazo fallido entre los dos, que se diferencia mucho a los abrazos que Díaz suele dar. (...) Ella es muy efusiva y por eso cuando no lo es nos llama la atención. Significa que allí hay algo. Vemos que cuando abraza Sánchez hay una lejanía, los cuerpos no son complementarios como cuando abrazamos una persona que sentimos cercana». Además, asegura que «en ningún momento se juntaban, andaban como si no se conocieran, y también en la foto final cada uno estaba en filas diferentes; por supuesto, Sánchez en la primera».

También destaca que «cuando estaban sentados casi ni se miraban ni tenían interacciones [imagen superior]». Salomoni señala: «Si la persona nos cae bien sale solo hablar con ellas, dirigirnos hacia ella con el cuerpo y hablar, y, por lo contrario, si no es así, nos cuesta acercarnos. En definitiva, nos acercamos a lo que nos gusta y nos alejamos de lo que no».

Un punto de inflexión

No obstante, cuenta Martín Ovejero, «a partir sobre todo de la victoria en las primarias del PSOE de Pedro Sánchez, este sí parece tratar de atrapar más el interés de Susana Díaz, aunque con un resultado poco eficaz a un nivel personal».

Susana Díaz y Pedro Sánchez Raúl Doblado

Salomoni también considera que este intento de acercamiento de Sánchez no ha recibido la respuesta que el socialista esperaba. Incluso, hay ocasiones en que se ha visto cómo Díaz daba «palmaditas en la espalda» de su compañero, una acción en apariencia inocente que lleva un significado oculto. «Es un gesto muy típico cuando se encuentran representantes políticos, lo hemos visto por ejemplo con Tony Blair y Bush . Cuando una persona da una palmadita a otra en la espalda es para remarcar su poder. Esa persona es más poderosa, digamos, por ejemplo, por su estatus social y puede superar la barrera física de la otra persona remarcando su poder, como para recordarle quién manda», asegura el experto.

Además, Salomoni observa que «una expresión facial que se repite en muchas imágenes de cuando Díaz encuentra a Sánchez son sus labios contraídos como en señal de malestar , como intentando abortar o tragar emociones que está sintiendo y que no puede mostrar en público. El resultado es una sonrisa amortiguada que no es genuina o de felicidad».

¿Fin de Guerra Fría?

Utilizando como referente las imágenes que ambos ofrecieron este martes, cuando «posaron juntos e incluso pasearon ante los medios», Martín Ovejero advierte que « Susana Díaz no suele devolver la mirada a Sánchez ; habla con él con una mirada baja o distanciada que no es normal en dos personas que mantienen una conversación». Observa que Sánchez, en cambio, «sí dirige en muchas más ocasiones la mirada a los ojos a Díaz».

[Hay que tener en cuenta que cuando una persona no nos agrada lo primero que le quitamos es la mirada].

Video. Vídeo del encuentro de Díaz y Sánchez en Sevilla EP

Que se sienten incómodos juntos se hizo evidente no solo por lo que reflejaban sus ojos. «Ambos son de establecer contacto con las personas que simpatizan, con otros líderes o compañeros de partido: les abrazan, les cogen del brazo, del hombro... Entre Sánchez y Díaz no hemos visto estas muestras de afecto », afirma Martín Ovejero, que añade: «Hasta cuando han paseado se ha podido comprobar que la distancia entre ellos es mayor de lo habitual y sin la más mínima orientación corporal del uno hacia el otro».

Su análisis es bastante similar al ofrecido por Salomoni: «En el último mitin en Sevilla vuelven a repetirse los mismos patrones, dejándonos entender que todavía hay cuentas pendientes entre ellos dos. Miradas fallidas, rostros tristes, lejanías... Y, ademas, vemos respuestas sarcasticas por parte de Díaz para evitar y eludir el tema de este distanciamiento».

El experto en comunicación no verbal comenta: «Si enseñara estas fotos a alumnos extranjeros donde doy clase en la Universidad nunca dirían que son dos representantes del mismo partido politico». Algo a lo que Martín Ovejero añade que «sus intereses políticos les unen, pero eso no tiene que llevar necesariamente a una estrecha relación personal».

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