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Una imagen de Pedro Sánchez, ayer en el Congreso - Jaime García

Esto no lo salva ni un «tamayazo»

El PSOE exigió a Sánchez que no buscara la ausencia de los independentistas para ser investido

Tras el encontronazo con Podemos, ya no hay posibilidad de que salgan los números

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Las opciones de Pedro Sánchez de alcanzar el viernes la mayoría suficiente exigida para ser investido presidente son iguales a cero, más después de lo visto en la sesión del miércoles. Ni un «tamayazo», -entendido en este caso como una oportuna ausencia de diputados que hiciera prosperar su candidatura-, salvarían al socialista del fracaso, aunque la tentación de que cayera en esa jugada se le supuso fuera, y sobre todo dentro, de su partido.

Y no es ninguna elucubración. En la ronda de contactos que Sánchez mantuvo casi a la fuerza con los dirigentes territoriales de su partido en los últimos días de enero, -después de que anunciara por su cuenta que iba a buscar una «gran coalición» de izquierdas al a portuguesa-, algunos de ellos le exigieron que se comprometiera públicamente a que no aceptaría ser investido ni con los votos, ni con la abstención de los independentistas, pero tampoco aprovechando a su ausencia.

Eran los tiempos en los que Susana Díaz, líder del PSOE en Andalucía, y sus barones más próximos temían una alianza de su candidato con Podemos que, confluencias incluidas, sumaría 159 escaños, -y dos de IU- a los que el apoyo de los 9 diputados de ERC y los 8 de DiL (ex CiU) habrían conferido categoría de mayoría absoluta en primera vuelta. O lo que es lo mismo, billete directo a La Moncloa.

Aquella fórmula del abierto respaldo prácticamente se descartó siempre, pero no la otra versión menos arriesgada, según la cual habría bastado con que los representantes de esas siglas se despistaran estratégicamente para estar fuera del hemiciclo en el momento de la segunda votación, lo que habría permitido a la unión PSOE-Podemos e IU contar con un número de «síes» alto, que agregado a alguna que otra abstención, habría batido con comodidad los presumibles 152 «noes» de PP y Ciudadanos. La decisión de Pedro Sánchez y su equipo de ceder cuatro de sus diputados en el Senado para que ERC y DiL pudieran tener grupo propio, que lo tienen, disparó todas las sospechas al respecto.

Pero los números, una vez que el acuerdo del socialista es con Ciudadanos, no son los mismos y aunque todos los independentistas juntos faltaran de su sitio, por sí mismos no cambiarían nada. Aunque lo que ahora falla más que nunca son las cuentas que ayer ajustaron los propios secesionistas, -mención especial al tono de Joan Tardá-, por no hablar de las otras izquierdas, con Pedro Sánchez.

Después de que Pablo Iglesias le previniera en voz alta contra Felipe González y su «pasado manchado de cal viva» y de que el martes saludara la liberación del «preso político» Arnaldo Otegui, lo suyo es imposible. Imposible que se abstengan, como seguía reclamando el PSOE. Y descabellada esa carambola creativa que apuntaba a que un número adecuado de diputados podemitas podría abandonar, también en el momento preciso, sus escaños este viernes para favorecer por ausencia que el candidato Sánchez acabara siendo elegido.

En rueda de prensa celebrada en sede parlamentaria, el propio PP llegó a hacer insinuaciones sobre si las opciones del PSOE tenían que ver con señorías de otros partidos yéndose al bar a la hora de votar, si bien ayer, uno de sus dirigentes más veteranos y otro más reciente, se reían a carcajadas de la posibilidad de que un «tamayazo» socorra a Pedro Sánchez en el último minuto. Lo que era tanto como reírse a carcajadas de que los puentes con Podemos han quedado pulverizados, y maldita la falta que les hace ahora un tránsfuga.

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