Rajoy, en la cumbre del PP europeo
Rajoy, en la cumbre del PP europeo - ÁNGEL DE ANTONIO
PROPUESTAS DE ABC PARA LA CAMPAÑA DEL 20-D

España debe hacerse oír con más fuerza en la Unión Europea

Aún queda camino por andar para recuperar el peso que perdió Zapatero en la UE

Bruselas Actualizado: Guardar
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Desde aquel famoso paseo en barca por Chicago en mayo de 2012, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, empezó a negociar con la canciller Angela Merkel fórmulas para que España recuperase posiciones en las instituciones europeas. Primero fue el desinterés de su predecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, que apostó todas sus cartas a la consecución de un puesto en el G20 y dejó desguarnecido el flanco europeo. Después fue el estallido de la crisis y la delicada situación de la economía española en el precipitado final de la segunda legislatura socialista. En el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) la jubilación de José Manuel González-Páramo dos meses después y su sustitución por el luxemburgués Yves Merch en lugar del español Antonio Sáinz de Vicuña, fue el primer revés en este campo para el nuevo Gobierno.

España no había estado nunca tan desplazada de los centros decisorios de la UE. Cuando solo los grandes países tenían dos comisarios, España estaba entre ellos y Javier Solana ocupó el cargo de Alto Representante durante una década. Ha habido tres presidentes del Parlamento Europeo, es decir, España había tenido siempre un papel de peso ligeramente superior a sus dimensiones. Pero Rajoy se encontró con que el único español relevante era el socialista Joaquin Almunia, vicepresidente de la Comisión y encargado de la estratégica cartera de Competencia, con el que no tenía la menor empatía. En aquella época se solía decir que el comisario español era en realidad el italiano Antonio Tajani. Otro cargo europeo heredado de rebote, la exministra socialista de Fomento, Magdalena Álvarez, acabó presentando su dimisión del consejo del Banco Europeo de Inversiones (BEI) acosada por la Justicia en España, por lo que también ese puesto se perdió y pasó el turno a Portugal.

El gran momento para intentar reconquistar posiciones llegó con las elecciones europeas de 2014. El virtuoso proceso de imposición de candidatos a la presidencia de la Comisión Europea dio a Rajoy la ocasión de volver a jugar sus cartas. La canciller Merkel no vio nunca con simpatía la idea de que fueran los partidos los que eligieran al candidato, porque así se sustraía para siempre esa potestad al Consejo Europeo donde se reúnen todos los jefes de Estado y de Gobierno que deciden en comandita. Pero cuando ya no pudo evitarlo, se eligió al luxemburgués Jean-Claude Juncker que acababa de perder la mayoría en su país. Se cuenta que a Rajoy le gustaba más el francés Michel Barnier e incluso en el congreso del Partido Popular Europeo de Dublín se llegó a sopesar la posibilidad de una candidatura sorpresa del entonces secretario de Estado de Asuntos Europeos, Íñigo Méndez de Vigo, como un golpe maestro para España. El pacto fue que los eurodiputados españoles apoyarían a Juncker y a cambio Merkel asumía la candidatura de Luis de Guindos a la presidencia del Eurogrupo. Todas las fuentes políticas consultadas confirman que ese trato existió y que la canciller alemana le dio a Rajoy su palabra. El propio Juncker participó en el trato y para facilitar la necesaria renuncia del holandés Jeroen Dijsselbloem a renovar su mandato al frente de la asamblea de ministros de economía de la zona euro, nombró al también holandés Frans Timmermans como vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, un cargo muy poderoso que acababa de crear. Por si no había sido suficientemente explícito al elevar de un modo tan evidente la influencia de Holanda, también eligió a un alto funcionario holandés como nuevo secretario general de la Comisión, lo que enviaba un mensaje clarísimo a La Haya. Sin embargo, Dijsselbloem jugó sus cartas, se ganó el prestigio que había perdido al principio con la gestión de la crisis griega y al final, el voto de Alemania no bastó.

Diez ideas para mejorar

Preparar las opciones con antelación

El reparto de puestos en la Unión Europea coincide con las legislaturas, que son de cinco años. En estos momentos es imposible hacer cálculos realistas antes de 2019. Pero es necesario preparar cuidadosamente las posibles opciones.

Alianza estratégica con Alemania

Con una UE cuyo centro de gravedad se desplaza inevitablemente hacia el este, España tiene que hacer valer sus características y sus ventajas. Las buenas relaciones con Alemania son esenciales.

Vigilar de cerca a Francia e Italia

Los dos países más similares a España en dimensiones geográficas y de población tienen mucha más práctica en el oportunismo institucional en Europa. Francia, sobre todo, se aprovecha de su relación especial con Alemania.

Portugal es mucho más que un vecino

En ocasiones hubiera sido muy práctico desde el punto de vista de la eficiencia asociarse con Portugal para compartir ciertos puestos, como sucede en el Banco Europeo de Inversiones. Los países del Benelux lo hacen frecuentemente. Con Portugal compartimos suficientes intereses para poder asumir que nos beneficia aupar a un portugués.

No perder de vista el relevo en el BCE

En el BCE, que es el escenario donde la pérdida de posiciones de España es más evidente, la próxima oportunidad se presentará en 2018 cuando termina el mandato del actual vicepresidente, el portugués Víctor Constancio. Todo el mundo asume que su sucesor deberá ser un español. Más exactamente se espera que sea una española.

Tener claros los sectores estratégicos

Es necesario tener candidatos adecuados para los puestos a los que se aspira. En el caso de la actual Comisión, la persona propuesta por el Gobierno llegaba como ministro de Agricultura pero con una única petición: que no se le diera la cartera de Agricultura. En estas condiciones solo podía esperar un puesto inferior a sus capacidades. La cartera de Energía y Medio Ambiente es importante, pero tiene menos poder que la que tuvo con Almunia.

Cerrar todas las negociaciones hasta el final

En las negociaciones no se puede dar nada por seguro. Merkel mantuvo su palabra, pero solo pudo garantizar el voto de Alemania. Francia, sin embargo, dio a entender que podría apoyar a De Guindos y al final Dijsselbloem (socialdemócrata) se negoció el apoyo de su correligionario, el ministro Michel Sapin, lo que arrastró a otros países, y De Guindos perdió la elección.

Posiciones firmes desde casa

Durante el tira y afloja para conseguir la presidencia del Eurogrupo, España mantenía varias posiciones dentro de la Administración sobre si el puesto debería ser o no permanente. No era el mejor mensaje.

Calcular los tiempos y las posibilidades

Apostando a todo o nada con el Eurogrupo, a España se le pasaron por delante algunos puestos como el de supervisor bancario del BCE, que ocupa la francesa Danièle Nouy.

Un partido fuerte en el Gobierno

La mejor manera de optar a ocupar los cargos más relevantes es que el partido en el Gobierno obtenga un buen resultado en las elecciones europeas. En 2014 se esperaba que la delegación popular española sería la segunda más numerosa después de Alemania. Pero las encuestas no se cumplieron y al final en el Parlamento, todo el peso de los populares españoles se fue en conseguir una vicepresidencia, mientras que los demás países se repartían las comisiones estratégicas.

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