Entre afonías y oídos sordos, las anécdotas de la sesión en el Senado

El Senado, desprestigiado y poco acostumbrado a los días históricos, vivió ayer una jornada crucial

Soraya Sáenz de Santamaría, durante su intervención ÓSCAR DEL POZO
Itziar Reyero

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La afonía de la vicepresidenta, que abandonó la sesión antes de tiempo por estar enferma, defendiendo las razones del Estado para protegerse fue metáfora de la situación política que atraviesa España y el debate de ayer en el Senado, un diálogo de sordos, evidenció por qué hemos llegado hasta aquí: a punto del 155 y de la DUI . La Cámara Alta, tan desprestigiada por su actividad secundaria, vive estos días su cita particular con la Historia, aunque la ausencia del «duelo» del Gobierno con Carles Puigdemont rebajó algo el nivel de expectación. La BBC y la televisión alemana interpretaban como podían los constantes cambios de guión en Cataluña, mientras la atención de los 27 senadores que tramitan el delicado artículo constitucional se desplazó a Barcelona; todos los teléfonos pendientes de la declaración del president.

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Nada más arrancar la comisión del 155, llegó la noticia: Puigdemont no convocará elecciones. La realidad paralela arruinó los sueños de reconciliación y volvieron las trincheras. «Esto es un golpe de Estado del nacionalismo español», acusó el senador del PDECat Josep Lluís Cleries , ariete del independentismo ayer. El banco del PP lució bandera nacional en solapas y muñecas, aunque dos senadores del PDECat le reconquistaron la plaza con el arbitraje del ujier. No era suya. Sí se hicieron fuertes en la última fila, el gallinero, donde algunos ejercieron de «hooligans» como si pudieran burlarse de la gravedad del momento pese a las llamadas de atención del presidente.

Mientras en el Congreso de los Diputados se puede pagar con tarjeta de crédito sin ningún problema, en el Senado ese gesto se vive todavía desde la sospecha. Un lugar que se gusta en conceptos arcaicos y que vivió ayer uno de sus días más importantes. Había nervios en el personal de la Cámara Alta, poco acostumbrado a una afluencia tan masiva de periodistas. Durante la mañana el Senado vio como su gran día de gloria se le escapaba, con todo el personal asumiendo que Puigdemont convocaba elecciones . El foco se trasladaba desde primera hora a Barcelona. Y por momentos la atención recayó en la presencia de Álvaro de Marichalar en la plaza de Sant Jaume. Pero el giro de los acontecimientos devolvió el foco a un Senado en el que el silencio por el nulo papel de Cs fue atronador.

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