ETA eligió a dos de sus símbolos para la firma pública de su defunción

Josu Ternera y Anboto se encargaron de trasladar a sus bases que no hay fisuras

Josu Ternera y «Anboto» ABC
Pablo Muñoz

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La banda terrorista ETA ha querido enviar un mensaje muy potente tanto a los miembros de la organización -presos y huidos en otros países, que es lo único que les queda-, como a sus bases, en el sentido de que no hay marcha atrás en la disolución. Lo ha hecho eligiendo como portavoces de su acta pública de defunción a dos de sus símbolos: José Antonio Urruticoechea Bengoechea , «Josu Ternera», en la cúpula etarra desde la época de Txomin pero desde hace tiempo sin papel dirigente y actualmente huido; y Soledad Iparaguirre, «Anboto», presa en Francia y una de las pocas mujeres que ocupó un puesto en la dirección. Ambos, además, están unidos por un largo historial de sangre que les concede un fuerte ascendente sobre el resto, y en el caso de la mujer es igualmente relevante que su pareja sea otro importante cabecilla, como es Mikel Albizu Iriarte, alias «Mikel Antza» .

Fuentes de la lucha contra el terrorismo consultadas por ABC precisan que la elección de estos portavoces no quiere decir que sean ellos los que han liderado este proceso de disolución. De hecho en este papel las citadas fuentes sitúan a Mikel Antza, que cuando fue detenido en Francia junto a su pareja en 2004 dirigía el aparato político, y David Pla, arrestado en 2015 y que junto a Iratxe Sorzábal fue uno de los sucesores del anterior, ya en una etapa de plena decadencia de la banda. Es precisamente por ello por lo que algunos dudan de que Pla tenga ascendente suficiente para haber liderado un debate clave como éste.

Las fuentes consultadas recuerdan que en las negociaciones de ETA con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en Oslo ya se vio que Josu Ternera, que en la actualidad está gravemente enfermo, había dejado de controlar a la banda. De hecho, fue utilizado como mero intermediario hasta que en la mesa se sentó el que verdaderamente manejaba la organización, que no era otro que «Thierry». A partir de ese instante Ternera dejó de jugar papel alguno en las conversaciones.

Se da la circunstancia de que la Audiencia Nacional lo ha procesado junto a otros jefes etarras por crímenes de lesa humanidad, en concreto los asesinatos cometidos por la banda desde el año 2004. En estos momentos se está a la espera de que se abra juicio oral por estos hechos.

Una de las cosas que llama la atención es que una terrorista presa haya podido leer un comunicado de ETA en esa situación.Según los medios consultados por ABC, para que eso haya sido posible ha tenido que existir la connivencia de terceras personas, ya sea algún abogado, alguien de la izquierda abertzale que fuera a visitarla a prisión o incluso algún familiar. Al cierre de esta edición, no obstante, no había constancia de que hubiera imágenes de ella leyendo el escrito, lo que sería aún más insólito.

Vinculada a ETA desde la adolescencia, antes de formar parte del aparato político de ETA Anboto fue responsable de los comandos legales (no fichados) de la banda e integró el Araba y el Madrid. La Policía la llegó a relacionar con catorce asesinatos cometidos entre 1985 y 1992.

Las fuentes antiterroristas destacan asimismo que la banda, a pesar de estar absolutamente derrotada ya desde el anuncio del «fin de la violencia» de octubre de 2011, ha perseguido desde entonces un final que acaparara la atención internacional. Todos sus movimientos, incluido el famoso «desarme» de Bayona de abril del año pasado, o la última entrega de armas también en Francia de hace solo algunos días han sido actos de propaganda en ese sentido».

La misma lectura tienen, precisan las fuentes antiterroristas, los comunicados a cuentagotas hechos públicos las últimas fechas, como el del 21 de abril pasado cuando pidió perdón sólo a parte de las víctimas, que culminaron ayer con el que aseguran que será el último de su historia.

Lo cierto, lamentan tas fuentes antiterroristas, es que la estrategia de ETA le está dando los resultados buscados, ya que ha conseguido acaparar la atención internacional estos días y mañana volverá a hacerlo con el acto de Cambó.

Una banda en prisión

Los datos demuestran hasta qué punto la banda era ya un cadáver. A falta de no más de la veintena de etarras que siguen en la calle, el número de integrantes de ETA es hoy igual al de sus presos. Esto es, 245 en España (216 hombre y 29 mujeres), según fuentes del Ministerio del Interior, aunque el colectivo que asiste a los encarcelados de la banda contabiliza 225 (más 52 internos en Francia y uno en Portugal), explicable porque se evacúa inmediatamente de la lista a los que han ido distanciándose de la banda y sumiendo la legalidad.

La población penitenciaria etarra está en franco descenso habida cuenta que desde 2010 son más los terroristas que salen de las prisiones que los que ingresan. En 2017, por ejemplo, se fueron a casa 35 . Aunque la excarcelación más grave se registró en 2013, cuando la derogación de la «doctrina Parot» obligó a poner en libertad a 54 pistoleros.

Los condenados de ETA que cumplen en España están dispersos en 42 centros penitenciarios, lo que según fuentes de la seguridad del Estado, no reviste nada excepcional. Es el reparto de siempre, dicen. El 96% tiene clasificación de primer grado.

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