Dinero negro para Puigdemont vía Marsella

Los empresarios que ayudan al líder de los fugados le pagan en efectivo para no dejar rastro

El expresidente cesado acompañado de Matamala en su viaje a Dinamarca REUTERS
Salvador Sostres

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Tal como los sucesivos gobiernos de la democracia, pero sobre todo el de Aznar con su alianza con Bush hijo, acabaron con ETA asfixiándola económicamente, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro ha sido el gran asesino silencioso del proceso independentista en Cataluña . A veces enseñando las garras, a veces persistiendo sin perder la calma, a veces buscando resquicios legales, como cobrar el IVA de las ayudas que recibe TV3 -un modo mucho más eficaz y práctico de secarla que cualquier intervención política-, y otras veces del modo más sutil, simplemente recordándoles a los interesados que él todavía existe y que sabe lo que hacen.

Por ello los empresarios que ayudan al líder de los fugados están preocupados por la imparable acción de la Justicia. Para no dejar rastro y no incomodarse con el Estado, que por la vía de la transferencia bancaria detectaría el origen de la donación, le pagan a Puigdemont en efectivo. Del mismo modo, y para sortear el impuesto de donaciones, lo hacen con dinero negro . Y todo ello manualmente, teniendo que viajar a Bruselas «de 10.000 en 10.000», porque 10.000 euros es la cantidad máxima de cash que un viajero puede llevar consigo.

En varios de estos peregrinajes, estos empresarios o sus enviados han detectado la presencia de agentes de la Guardia Civil , que «de momento no intervienen, pero nos acompañan con la mirada, como queriendo decirnos: que sepáis que sabemos que habéis ido». No hay nada que a un empresario le asuste más que el Estado tomando nota; y hasta el más «puigemoniano» de estos hombres de negocios es capaz de entender que colaborarle a un prófugo no es la mejor manera de ganarse el favor del Gobierno, ni siquiera su indiferencia. Por ello la mayoría de ellos han dejado de hacer el trayecto entre Barcelona y Bruselas directamente y pasan por Marsella, con la creencia de que así borran sus huellas.

El último que se atrevió a pasar grandes cantidades de dinero fue Albert Batet, alcalde de Valls, que al haberse posicionado en favor de la dirección del PDECat (Marta Pascal y David Bonvehí), había caído en desgracia en el círculo presidencial y Puigdemont no le quería en su lista electoral del 21 de diciembre. En su obsesión por repetir como diputado, Batet «compró» su escaño . Hizo dos viajes a Bruselas, el primero con un sobre de 25.000 euros y el segundo con otro que pasaba de los 65.000 para «ayudar desinteresadamente a nuestro presidente legítimo en su lucha contra España, que es la lucha de cualquier catalán libre». Alguien le hizo ver lo temerario de su viajes, pero lo cierto es que con su afán «desinteresado» consiguió revalidar el escaño.

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