En primer término Susana Díaz, y al fondo la Ejecutiva Federal con Pedro Sánchez, ayer en Ferraz
En primer término Susana Díaz, y al fondo la Ejecutiva Federal con Pedro Sánchez, ayer en Ferraz - EFE

Díaz inicia el asalto al poder del PSOE y Sánchez se resiste con sus fieles

Los principales barones van a forzar el 39 congreso para marzo y él ya piensa disputar a la presidenta andaluza la Secretaría general en primarias

Madrid Actualizado: Guardar
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El temido choque de trenes entre Pedro Sánchez y Susana Díazpor el liderazgo del PSOE, anunciado desde hace un año, se escenificó ayer en el Comité Federal en toda su crudeza. Díaz y los barones críticos van a forzar la convocatoria del 39 Congreso en marzo, justo lo que no quiere el líder. Los conjurados creen tener mayoría para ello en el Comité juntando a los representantes de Andalucía, la más numerosa, Comunidad Valenciana, Asturias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón. Si logran en las próximas horas las firmas necesarias –mínimo un 30% de sus 250 integrantes– podrán forzar otra reunión del Comité y fijar el 39 Congreso Ordinario del PSOE–11, 12 y 13 de marzo, se especula–.

El fin último ya no se le escapa a nadie: defenestrar a Sánchez y ponerla a ella en la Secretaría General.

Por eso, la Dirección actual no se da por enterada del cataclismo que ayer se vivió en Ferraz. De hecho, sigue insistiendo en que Sánchez convocará el 39 congreso «cuando lo crea conveniente, de acuerdo al interés general y al contexto político». Y se replica que el «sentir mayoritario» vivido ayer en el Comité fue de apoyo a él, que, por supuesto, piensa medirse con Díaz en las urnas ante los 198.000 afiliados.

Es cierto que la mayoría de las 49 intervenciones a puerta cerrada fueron a favor de las tesis de Sánchez: no celebrar un congreso en medio de negociaciones de gobierno, pero si los críticos logran en los próximas días las firmas necesarias para volver a reunir el Comité –mínimo 30% de sus 250 integrantes–, el ataque habrá triunfado y la dinámica contra Pedro Sánchez será ya imparable. Se habla de que la Ejecutiva se reuniría el 4 de enero para citar al Comité cinco días más tarde, el sábado 9 de enero.

«El partido está roto»

En cualquier caso, la sensación de muchos dirigentes anoche era que «el PSOE está roto». Sin estruendo. No lo hubo, pero sí mucha tensión y descalificaciones personales durante todo el día en Ferraz. La misma tensión que ya había presidido la cita, el domingo por la noche, de Sánchez con los barones para hablar de los pactos, la gran excusa formal del enésimo capítulo de un pulso de poder que arranca con una sucesión de Alfredo Pérez Rubalcaba mal resuelta. Como suele decir Eduardo Madina, el que fuera rival de Sánchez en las primarias de 2014, los problemas de éste empezaron el día en que aceptó «una victoria que no era suya». Madina –muy crítico ayer en su intervención con la autocomplacencia de Ferraz tras el 20-D– se refiere a que el hoy líder lo es solo porque entonces Díaz no se atrevió a dar el paso.

A partir de ahí, Sánchez intentó volar por su cuenta y no tardaron en aparecer las fricciones. La «lideresa» andaluza no ha dejado de exhibir en estos 16 meses el poder del PSOE andaluz, más de la cuarta parte –en resultados electorales incluso– de todo el partido. A partir de ahí solo faltaba esperar el momento del asalto, que ha llegado a lomos de un muy mal resultado electoral que Sánchez se resiste a aceptar como tal, y de lo que interpretan como una «huida hacia delante» personal intentando gobernar formando un «pentapartito» imposible con Podemos, IU, PNV y ERC.

Atrás queda su defenestración de Tomás Gómez en el liderazgo del PSM, el 11 de febrero, interpretado orgánicamente como un movimiento orgánico para cargarse a un afín a Díaz, lo mismo que la posterior sustitución de Antonio Miguel Carmona como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid.

Como principal beneficiaria del movimiento de sustitución de Sánchez iniciado ayer, Díaz no habló dentro del cónclave, pero sí fuera. Pidió que el 39 Congreso sea «cuando toque», es decir, a partir de febrero. El encargado de abrir fuego dentro fue el presidente asturiano, Javier Fernández; de forma paradójica porque es quien más se ha resistido a derribar al líder. Él y el extremeño, Guillermo Fernández Vara, son muy defensores de la vieja cultura de respaldar al secretario general y todavía ayer Vara, aún reconociendo que «no hay que tener miedo a un congreso, hay que debatir ya», expresaba sus dudas de que derribar a Sánchez sea lo que necesita el PSOE.

El afectado sabía ayer lo que le esperaba porque inundaba los medios de comunicación desde la misma noche del lunes. Por eso, su intervención inicial, en abierto para los medios de comunicación, fue directa al grano, desafiante: piensa gobernar el «pentapartito» si Rajoy no logra la investidurapero para «cumplir con el mandato» de los electores» sin ser «cobardes ni extravagantes». Se siente legitimado porque, pese a haber perdido 1,5 millones de votos respecto a 2011 y bajado de 110 a 90 diputados el pasado domingo, «el 71%» de los españoles no votó a Rajoy y quiere cambio; y el PSOE es el indicado para ello porque sigue ocupando la «centralidad» del tablero político, como demuestra, dijo, que gobierna en numerosas comunidades y ayuntamientos tras las elecciones de mayo. Y ahí aprovechó para recordar a los barones críticos que ellos gobiernan con Podemos.

El primero en responderle, ya a puerta cerrada, fue Javier Fernández, a quien la noche anterior se vio en plena entente con Susana Díaz, pidiendo que el 39 Congreso no se retrase; enseguida le siguió el vicesecretario de Organización del PSPV, Alfred Boix, pidiendo que se convoque el 39 Congreso. En total, unos inusuales 49 turnos de palabra –no suele pasar de la veintena– en los que hubo de todo.

Quedó claro que Andalucía, Asturias, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Extremadura no se opondrán a los deseos de Díaz, mientras que los fieles de Sánchez salieron a dar la cara por él. Destacar en este último bloque a los líderes del PSC, Miquel Iceta, y a la presidenta balear, Francina Armengol, además de la sucesora de Tomás Gómez al frente del PSM, Sara Hernández, mano derecha del líder socialista en Madrid. Iceta reiteró que el congreso debe celebrarse «cuando el calendario político esté un poco más claro», es decir, tras la investidura, como quiere Sánchez. Y la presidenta de Baleares y secretaria general de los socialistas baleares, Francina Armengol, señaló que en el PSOE no existe actualmente ninguna discusión «ni sobre el candidato ni sobre el secretario general de su partido».

Ferraz prepara la guerra

Anoche, en la sede socialista de Ferraz, fuentes de la Dirección Federal admitían que están a espera del próximo movimiento de los críticos que, en teoría, será la presentación de un 30% de firmas de los 250 miembros del Comité Federal, para convocarlo de nuevo. Antes, en su última réplica, a puerta cerrada, Pedro Sánchez había reprochado a los barones que piden un congreso que «antepongan» lo orgánico a los intereses de España, que es lo que está tras su decisión de retrasar el congreso. Los críticos los niegan. Piensan que quiere blindarse para volver a ser candidato a La Moncloa en caso de repetición de elecciones.

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