Manuel Marín - Análisis

Determinante PNV

Manuel Marín
Madrid Actualizado: Guardar
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En el PP han perdido toda esperanza con Pedro Sánchez, no con el PSOE. Pero cada día que transcurre sin la rebelión interna de barones socialistas que pronostican algunos dirigentes del PP, es un día perdido. El patinazo con Soria tampoco contribuye precisamente a alentar la percepción de que en Moncloa abundan los estrategas. Por eso en las últimas horas permanece latente en el PP, incluso amplificado, el resquicio de una investidura negociada in extremis con el PNV.

Primero, porque la idea lanzada por el PNV de convocar un referéndum en el País Vasco similar al que plantea el independentismo en Cataluña se basa en un compromiso retórico más propio de una campaña electoral orientada a confirmar al PNV como referencia del soberanismo, que en un desafío irracional como el lanzado por Artur Mas.

Las exigencias del nacionalismo forman parte del paisaje, y en el PNV reviven aún la pesadilla de cuánto le costó reponerse del caos en el que le sumió Ibarretxe cuando quiso convertir al País Vasco en el Puerto Rico del Cantábrico.

Segundo, porque en el PP son conscientes de que el PNV negocia «a la antigua». Hablan claro de dinero, no dudan con la exigencia de competencias –el punto de fricción será la cesión del control de las cárceles vascas-, y son pragmáticos cuando se trata de gestionar poder. El reciente maltrato mutuo entre PP y PNV será lo de menos si los balances contables cuadran.

Y tercero, porque el antecedente que Aznar protagonizó con Arzalluz en 1996 inmuniza al actual PP cuando emerjan sectores de la derecha a los que escandalice esta alternativa. El inconveniente sería lograr la aceptación de Ciudadanos, pero en el PP argumentan que este sería paradójicamente el partido peor parado en las urnas pese a la capacidad de adaptación y flexibilidad que ha demostrado. En febrero con Sánchez, y hoy con Rajoy. Por eso cedería, incluso ante el PNV. Bajar de 25 escaños sería fatídico para Rivera.

El sondeo dado a conocer ayer en el País Vasco es además demoledor para el PSOE. De 16 escaños pasaría a 8, la mitad. La suma de escaños entre Bildu y Podemos (31) superaría a los 27 del PNV, y Urkullu necesitaría de los socialistas o del PP para repetir gobierno. Pero si se confirman estos resultados, y el PSOE en Galicia tampoco consigue sumar una mayoría contra Núñez Feijoo, el socialismo entraría en un estado de pánico irreversible y con escasa capacidad negociadora antes de abrir un proceso sucesorio. El PP maneja la opción del PNV aún con más desesperanza que prudencia. Pero no está cegada.

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